El sargento Pablo Emilio Moncayo es abrazado por sus familiares luego de su liberación por las FARC tras 12 años de cautiverio.
Moncayo, sorprendido por la tecnología y la civilización
BOGOTA
Por: Augusto Rojas, elmundo@clarin.com
Su primera noche en libertad –después de doce años de cautiverio en lo profundo de la selva amazónica colombiana– fue para su familia. También, para prepararse para asumir el regreso a la "civilización" y enfrentar los cambios tecnológicos ocurridos en el planeta mientras él estuvo encadenado a un árbol.
"No saben cuán asombroso es volver a ver civilización", fueron las primeras declaraciones del sargento Pablo Emilio Moncayo, liberado el martes de manera unilateral por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Según narró a los periodistas su padre, el profesor Gustavo Moncayo –célebre por emprender marchas a favor de la liberación de su hijo desde 2007, aferrado a una cadena– el militar durmió poco en su primera noche de libertad.
"Desde el principio dijimos que el primer día (de Pablo Emilio en libertad) era para la familia. Hay una madre, unas hermanas, un padre y unos sobrinos que hemos esperado mucho tiempo y nos merecíamos esta primera noche y ese primer día", dijo Moncayo.
"Sentí demasiada emoción cuando al abrir mis ojos esta mañana escuché a Pablo Emilio conversar con su mami, narrando historias, cuchicheando (hablando en voz baja) sobre lo que ha pasado. La mamá lo estaba actualizando. Al ver que yo me había despertado, me pidió la bendición por primera vez en más de doce años. Imagínense lo que sentí", añadió el hombre, que los medios de comunicación bautizaron como el "Caminante por la Paz", con una sonrisa plena.
Ayer, el sargento liberado rehusó dar declaraciones a la prensa y en su lugar se dedicó en una base militar del norte de Bogotá a mirar fotografías familiares –para descubrir una parte de su historia personal que desconocía–, conversar con su familia y disfrutar de viandas y ritmos musicales de su región, al sur de Colombia, con que los suyos le hicieron un tributo por su retorno. También celebraron un asado familiar, donde no permitieron el ingreso de cámaras de televisión. El ex rehén no se despega de una cámara fotográfica digital que sus padres le regalaron y cuyo funcionamiento intenta descifrar, como con la mayoría de los nuevos aparatos electrónicos, desconocidos para él.
Según un dictamen médico del Hospital Militar, el sargento Moncayo regresó en buenas condiciones de salud, pese a que en su cuerpo quedaron las huellas de los seis episodios de Leishmaniasis, una enfermedad propia de las regiones selváticas y otras secuelas menores debido a las condiciones de su cautiverio. Según María Cabrera –madre del militar– lo que más le sorprendió de su hijo es la seriedad y madurez. No es extraño, la última vez que lo había visto –en diciembre de 1997- tenía 19 años, era un joven con ímpetu y ganas de conocer el mundo. Ahora, con 31 años de edad, y doce años de secuestro en la selva a cuestas, el carácter le cambió mucho. "Sin embargo, sigue siendo el mismo niño bueno de siempre que ahora juega con Laura Valentina, su hermanita de cinco años que no conocía", narró Cabrera.
Pese a la alegría por su regreso, la familia Moncayo también confía en que pronto se solucione la situación para las familias de los 20 policías y militares que las FARC mantienen como rehenes. En especial, del soldado Libio José Martínez, quien fue secuestrado junto con Pablo y que ahora ostenta el deshonroso título del rehén con mayor tiempo en cautiverio. También, confían en que las FARC entreguen este Jueves Santo, como lo prometieron, los restos del mayor de la policía Julián Guevara, muerto en 2006 cuando era rehén de ese grupo rebelde, y que reclama su madre, Doña Emperatriz. Los restos serán buscados hoy por la misma comisión humanitaria integrada por la senadora opositora Piedad Córdoba y delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja y de la iglesia católica colombiana que recibió al soldado Josué Daniel Calvo, el sábado pasado, y al sargento Pablo Emilio Moncayo, el martes.
"No saben cuán asombroso es volver a ver civilización", fueron las primeras declaraciones del sargento Pablo Emilio Moncayo, liberado el martes de manera unilateral por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Según narró a los periodistas su padre, el profesor Gustavo Moncayo –célebre por emprender marchas a favor de la liberación de su hijo desde 2007, aferrado a una cadena– el militar durmió poco en su primera noche de libertad.
"Desde el principio dijimos que el primer día (de Pablo Emilio en libertad) era para la familia. Hay una madre, unas hermanas, un padre y unos sobrinos que hemos esperado mucho tiempo y nos merecíamos esta primera noche y ese primer día", dijo Moncayo.
"Sentí demasiada emoción cuando al abrir mis ojos esta mañana escuché a Pablo Emilio conversar con su mami, narrando historias, cuchicheando (hablando en voz baja) sobre lo que ha pasado. La mamá lo estaba actualizando. Al ver que yo me había despertado, me pidió la bendición por primera vez en más de doce años. Imagínense lo que sentí", añadió el hombre, que los medios de comunicación bautizaron como el "Caminante por la Paz", con una sonrisa plena.
Ayer, el sargento liberado rehusó dar declaraciones a la prensa y en su lugar se dedicó en una base militar del norte de Bogotá a mirar fotografías familiares –para descubrir una parte de su historia personal que desconocía–, conversar con su familia y disfrutar de viandas y ritmos musicales de su región, al sur de Colombia, con que los suyos le hicieron un tributo por su retorno. También celebraron un asado familiar, donde no permitieron el ingreso de cámaras de televisión. El ex rehén no se despega de una cámara fotográfica digital que sus padres le regalaron y cuyo funcionamiento intenta descifrar, como con la mayoría de los nuevos aparatos electrónicos, desconocidos para él.
Según un dictamen médico del Hospital Militar, el sargento Moncayo regresó en buenas condiciones de salud, pese a que en su cuerpo quedaron las huellas de los seis episodios de Leishmaniasis, una enfermedad propia de las regiones selváticas y otras secuelas menores debido a las condiciones de su cautiverio. Según María Cabrera –madre del militar– lo que más le sorprendió de su hijo es la seriedad y madurez. No es extraño, la última vez que lo había visto –en diciembre de 1997- tenía 19 años, era un joven con ímpetu y ganas de conocer el mundo. Ahora, con 31 años de edad, y doce años de secuestro en la selva a cuestas, el carácter le cambió mucho. "Sin embargo, sigue siendo el mismo niño bueno de siempre que ahora juega con Laura Valentina, su hermanita de cinco años que no conocía", narró Cabrera.
Pese a la alegría por su regreso, la familia Moncayo también confía en que pronto se solucione la situación para las familias de los 20 policías y militares que las FARC mantienen como rehenes. En especial, del soldado Libio José Martínez, quien fue secuestrado junto con Pablo y que ahora ostenta el deshonroso título del rehén con mayor tiempo en cautiverio. También, confían en que las FARC entreguen este Jueves Santo, como lo prometieron, los restos del mayor de la policía Julián Guevara, muerto en 2006 cuando era rehén de ese grupo rebelde, y que reclama su madre, Doña Emperatriz. Los restos serán buscados hoy por la misma comisión humanitaria integrada por la senadora opositora Piedad Córdoba y delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja y de la iglesia católica colombiana que recibió al soldado Josué Daniel Calvo, el sábado pasado, y al sargento Pablo Emilio Moncayo, el martes.
Fuente: Clarín.com