La muerte venezolana nació en Barinas. No era mala de chiquita. Parece que la afectó mentalmente una infancia infeliz, debido al rechazo de sus padres. Creció solitaria, desgarbada y cetrina, acogotada por las lombrices. Su adolescencia fue un martirio, rechazada por los amigos y amigas llenas de vida, lo contrario a lo que ella representaba. Se convirtió en militar porque era su única alternativa y, además, porque pensó que en el ejército siempre tendría ocasión de hacer lo que hace la muerte: matar. Le llegó la oportunidad un dia de febrero cuando engañó a unos soldaditos para que fueran a matar al presidente de Venezuela. A última hora se le enfrió el guarapo y se quedó escondida, mientras sus soldaditos iban al sacrificio, junto a venezolanos inocentes, incluyendo niños.
Puesta en prisión por su crimen, la muerte tuvo padrinos. Muchas de sus futuras víctimas pidieron su sobreseimiento. Su prédica, llena de promesas incumplibles y poco coherente, convenció a muchos ignorantes. Asombrosamente, la muerte llegó a la presidencia de Venezuela.
En 2010 ya la muerte tiene casi doce años manejando el país. Y la verdad es que Venezuela ha estado agonizando por mucho tiempo, pero la muerte no tiene prisa. No. Esta es la muerte de los mil cortes, el método originalmente inventado por la China imperial y perfeccionado por los norcoreanos comunistas, ese mecanismo de muerte por “pequeños” incrementos que pudiesen ser considerados “normales” por las víctimas. Durante cada día de estos doce años el país perdió una “pequeña” dosis de libertad pero los venezolanos, aún los más sagaces, no parecieron darse cuenta. Inclusive, algunos de ellos le siguen sonriendo a la muerte!
Quien se da cuenta de lo que ha envejecido de un día para otro? La muerte venezolana ha utilizado el sistema nazi de ir, primero, por el judío, luego por el médico, después por los sindicalistas, hasta que un día vienen por el pendejo que creía que el cocodrilo no se lo iba a comer nunca.
En esta muerte progresiva e inexorable, ayudada por la estupidez e inacción de una buena parte del pueblo, la muerte nacida en Barinas estableció controles de cambio, trajo a mercenarios cubanos a manejar la identidad de los venezolanos, regaló nuestro patrimonio, se defecó en el alma de las fuerzas armadas, prostituyó a PDVSA, insultó y humilló a los disidentes, reduciendo a muchos a prisión, multiplicó nuestra deuda nacional, despilfarró nuestro ingreso petrolero, le regaló el país a los rusos, a los chinos y a los cubanos.
Hoy Venezuela agoniza. La muerte se prepara para rematarla. Cuenta para ello con la pasividad de los venezolanos. En este momento se está comiendo una vaca que daba leche en La Carolina. Se está vomitando en la CVG. Asiste, sonriente, al funeral de la gabarra de perforación. Contempla alborozada el caos de las funanzas públicas.
La muerte terminará con Venezuela si no terminamos nosotros con la muerte.
Puesta en prisión por su crimen, la muerte tuvo padrinos. Muchas de sus futuras víctimas pidieron su sobreseimiento. Su prédica, llena de promesas incumplibles y poco coherente, convenció a muchos ignorantes. Asombrosamente, la muerte llegó a la presidencia de Venezuela.
En 2010 ya la muerte tiene casi doce años manejando el país. Y la verdad es que Venezuela ha estado agonizando por mucho tiempo, pero la muerte no tiene prisa. No. Esta es la muerte de los mil cortes, el método originalmente inventado por la China imperial y perfeccionado por los norcoreanos comunistas, ese mecanismo de muerte por “pequeños” incrementos que pudiesen ser considerados “normales” por las víctimas. Durante cada día de estos doce años el país perdió una “pequeña” dosis de libertad pero los venezolanos, aún los más sagaces, no parecieron darse cuenta. Inclusive, algunos de ellos le siguen sonriendo a la muerte!
Quien se da cuenta de lo que ha envejecido de un día para otro? La muerte venezolana ha utilizado el sistema nazi de ir, primero, por el judío, luego por el médico, después por los sindicalistas, hasta que un día vienen por el pendejo que creía que el cocodrilo no se lo iba a comer nunca.
En esta muerte progresiva e inexorable, ayudada por la estupidez e inacción de una buena parte del pueblo, la muerte nacida en Barinas estableció controles de cambio, trajo a mercenarios cubanos a manejar la identidad de los venezolanos, regaló nuestro patrimonio, se defecó en el alma de las fuerzas armadas, prostituyó a PDVSA, insultó y humilló a los disidentes, reduciendo a muchos a prisión, multiplicó nuestra deuda nacional, despilfarró nuestro ingreso petrolero, le regaló el país a los rusos, a los chinos y a los cubanos.
Hoy Venezuela agoniza. La muerte se prepara para rematarla. Cuenta para ello con la pasividad de los venezolanos. En este momento se está comiendo una vaca que daba leche en La Carolina. Se está vomitando en la CVG. Asiste, sonriente, al funeral de la gabarra de perforación. Contempla alborozada el caos de las funanzas públicas.
La muerte terminará con Venezuela si no terminamos nosotros con la muerte.
Fuente: Las Armas de Coronel