“Cuando el clarín de la Patria
llama, hasta el llanto de la madre calla.” Simón Bolívar.
A entender del
infrascrito, es uno de los pensamientos mas dolorosos y exigentes a las
capacidades que se le puede pedir como sacrificio a un pueblo y en especial a
las madres que en el viven. No es otra cosa que el llamado a la entrega de sus
hijos ante el sonido de un clarín que convoca la concentración de fuerzas en
aras de una causa como es defender el concepto sagrado de la PATRIA, y a la
cual nos debemos.
El pueblo se constituye
en el brazo defensor, garante de la supervivencia ante un enemigo que amenaza
la existencia del Estado y todo lo que en él se desarrolla y se ubica en su
espacio geográfico.
Es frecuente escuchar
de muchas personas (oficialismo y de Chávez en especial) hablar sobre el tema
de la guerra sin precisar que esta involucra determinados aspectos ocultos de
los fines en sí. Este escrito no pretende desarrollar el concepto sobre la
Guerra pero en todo caso, alertar sobre algunas consecuencias. Los éxitos se
disfrutan con aromas y exquisitos sabores. Empero, las derrotas muy pocas veces
son medidas. Basta observar la historia de pueblos vencidos que han tenido que
pagar con sus territorios, sus arcas y en oportunidades con esclavitud. En fin,
todo delirio bélico de los dictadores tiene su costo y alguien termina
pagándolo que al final suele ser el pueblo.
Es necesario hacerle
saber a los venezolanos que un escenario de guerra lleva implícitamente costos,
causas, consecuencias sacrificios e intangibles que pasan desde lo individual
hasta lo colectivo tocando temas como el psicológico, social, político,
económico, religioso entre otros.
Una vez invocado el Estado de Guerra, todo
tipo de propiedad pierde la titularidad, o sea… tu casa, carro, bienes muebles
e inmuebles, no te pertenecen. Pasan al dominio tácito del Estado para su uso, cuando
sea necesario durante el conflicto y quien sabe si después. El suministro de
alimentos y bebidas es racionado y las tropas son prioridad. Los hijos pasan a
integrar el ejército de primera línea. Son la sangre de la Patria que deberá
derramarse. No podemos dejar de mencionar los desmanes y abusos que se producen
a la sombra, con conocimiento o no, de los jefes incluyendo violaciones de todo
tipo que ejecutan las tropas.
Un pueblo que no ha sentido jamás el tronar de un
cañón de 120 milímetros deberá soportar su sonido y los estragos acompañados de
ráfagas de ametralladoras dejando muerte y destrucción a su paso. En la mayoría
de los casos se cae en delitos de Lesa Humanidad. Se pierde el umbral entre la
justicia y la venganza o el odio. Cabe mencionar, la desgracia para el que
tristemente pierda la guerra que será objeto humillante por parte del vencedor y
el reparto del botín. No será fácil, para un pueblo que ha vivido en paz
durante muchos años, sentir de repente un clarín cuyo autor, aquel que dará la
orden para que suene, no mida las consecuencias a ese llamado y a su vez, hará
que el llanto de las madres no calle por el resto de los días. Todo en
contraposición a los principios del padre de la Patria que en su momento se
justificó el clarín porque de allí nació la República de Venezuela.
Simón Bolívar: (ante
tu profanada tumba) descansa en paz que los venezolanos saldremos democráticamente
de este atolladero en que nos ha puesto la historia contemporánea.
RICHARD GONZÁLEZ CAMACHO