Venezuela en un pueblo costero
Ese pueblo costero, junto con otros miles, dará importantes sorpresas este 26S, y los chavistas lo saben
ANTONIO COVA MADURO
| EL UNIVERSAL
miércoles 1 de septiembre de 2010 12:00 AM
Cuántas Venezuelas caben en
nuestro territorio? Bastantes, por lo que parece, y ellas han tenido la
oportunidad de expresarse históricamente. Baste con recordar cómo la
Venezuela que emergió de nuestras luchas de independencia fue, en mucho,
la Venezuela llanera. Tiempo duró esa Venezuela, hasta que la llegada
de los caudillos andinos hizo que el centro de atención se desplazara a
esa región más occidental del país.
Fue justamente cuando aquella Venezuela -la del andino Juan Vicente
Gómez y la del predominio del café- descubrió que su suelo albergaba
petróleo, y lo hacía en grandes cantidades, cuando Venezuela dejó de ser
lo que hasta ahora había sido. Nació la Venezuela rentista, la
que engordó grandes ciudades que, o quedaban en zonas petroleras -tal
el caso de Maracaibo y de Maturín- o a las que la rápida explotación
petrolera creó: Cabimas y Lagunillas en el Zulia y las recién nacidas
Punto Fijo en Falcón y Puerto La Cruz en la costa de Anzoátegui.
Con el petróleo, Venezuela definitivamente se transformó en una franja costera, la que va de Maracaibo hasta Guanta, que sería la que dominaría todo el siglo XX. Habría que esperar el último cuarto de ese siglo para ver entrar a competir a Guayana con el hierro y el aluminio. Puerto Ordaz sería la última gran ciudad venezolana creada expresamente en razón de la directa explotación de riquezas naturales.
Pero hoy quiero ocuparme de otra Venezuela, de esa que al calor de
nuestra riqueza de más de un siglo se fue haciendo como a la vera del
camino. De la Venezuela de pueblos moribundos que adquirieron vida por
obra y gracia del paisaje que tenían para posibilitar
vacaciones y entretenimiento. Y lo quiero hacer con una población
costera, de una cuyo gran capital es el mar y todo lo que él sugiere y posibilita.
Estos días de vacaciones me dieron la posibilidad de visitar una de esas
poblaciones en la costa oriental, en donde confluyen Miranda y
Anzoátegui si quieren. En ella la razón de ser de su existencia, que
como lo explica el cronista de esa zona tampoco es de ayer, sino que se
remonta al mismísimo siglo XVII, cuando la creación y explotación de
salinas le dio su razón de ser, para transformarse en un poblado que
albergaría miles de temporadistas desde fines del siglo XX. Esa zona hoy
vive de construir para ellos casas y clubes, y luego prestarle todo
tipo de servicios. Un poco como sucede con el oriente del litoral
varguense.
Es un pueblo, como cabría esperar, víctima de la gestión eléctrica
del chavismo -16 horas seguidas sin luz dan testimonio de ello- y con
pocas posibilidades de empleo para su creciente población. Es un pueblo,
me afirmaba alguien que allí habita, donde los chinos controlan la
alimentación -los tres automercados, único signo de negocio moderno en
la zona, son suyos- y los árabes, la ropa. Como sabemos -es el patrón
que se repite por todo el país- ambos grupos funcionan con un cerrado
sistema familiar: el grueso de sus empleados son de la familia y, por lo
tanto, su oferta de empleo es limitada.
Es un pueblo que, con otros de la zona, conforma un cinturón chavista y por eso es interesante examinarlo más de cerca, porque lo disimula muy bien. A un mes escaso de las elecciones del 26S, ni marchas ni franelas rojas ni fotos de Chávez.
Es un pueblo donde la gente está en lo suyo, que es tratar de sobrevivir
y al que poco entusiasma el récord del régimen; pero además es un
pueblo cuyo récord electoral (2007, 2008 y 2009) muestra una siempre
presente oposición a la que el chavismo nunca ha sobrepasado por más de
200 votos. No es, pues, como estilan decir muchos, "un pueblo de ¡puros
chavistas!".
Hay un vasto número de pobladores que ni se siente atraído por, ni
confiado en la propuesta -y la gestión- de Chávez; mucho menos está
dispuesto a rendirse ante ella. Y por eso es la muestra más
admirable de lo que es el país, y de porqué una vocación totalitaria
como la que tiene el chavismo no ha podido imponerse definitivamente. Y
que, a la chita callando, lista está para infligir un duro golpe a ese
proyecto demencial el 26S.
Ese pueblo costero, junto con otros miles, dará importantes sorpresas
este 26S, y los chavistas lo saben. Sin ruido cobrarán sus facturas -las
de Pudreval, de la inflación, de los apagones y la muy gruesa de la
matanza sin respiro. Serán ellos quienes darán un giro de 180° a lo que
aquí se ha venido dando. ¡Bienvenidos y que Dios les pague!
antave38@yahoo.com
FUENTE: EL UNIVERSAL
IMAGEN: Ilustración de Alberto Rdriguez Barrera