A
la juventud militar
Fernando Ochoa
Antich.
El caso del
narcotraficante Walid Makled debe ser motivo de reflexión de todos los
oficiales de la Fuerza Armada
Nacional, pero en particular de la juventud militar, ya que los señalamientos
que ha hecho son de tal gravedad que comprometen
el honor de nuestra institución y el prestigio de la profesión militar. Este
escándalo no puede verse como un hecho más de corrupción, de los tantos que han
ocurrido en la historia de Venezuela. Nos muestra, con toda la gravedad de lo
que eso significa, que el narcotráfico ha penetrado en las altas esferas del
gobierno nacional y en amplios sectores de la sociedad venezolana. Observar lo
que esta ocurriendo en México y en
Brasil debería ser suficiente motivo de alarma para todos los venezolanos y, en particular,
para los miembros de la
Institución Armada. La penetración del narcotráfico compromete
la soberanía nacional. Además, debe
recordarse las vinculaciones que este flagelo tiene con los movimientos
subversivos de la América Latina.
La reflexión debe
hacerse con objetividad. Walid Makled no tiene autoridad moral para señalar a
nadie de corrupción y de tener vínculos con el narcotráfico, Eso es verdad,
pero hay un conjunto de hechos que no son fáciles de explicar. Tratemos de
resumirlos. No es posible que, de la noche a la mañana, se pueda acumular una
fortuna como la que se dice tiene la familia Makled, pero el hecho es aún más
grave, si esa fortuna se hace con el apoyo del gobierno nacional. Tiene que
llamar la atención que durante la gobernación de Luis Felipe Acosta Carles se
le haya entregado la concesión de la
administración del puerto de Puerto Cabello y del aeropuerto de Valencia. Tampoco,
es fácil de explicar que se le haya
permitido adquirir y operar la Línea Aeropostal
Venezolana. Menos aún, puede justificarse que se le haya entregado la concesión,
por parte de Pequiven, de la explotación y exportación de la Urea, químico requerido para
la transformación de la cocaína.
El problema se
complica aún más cuando se conoce que el Banco de Venezuela, en el año 2005,
detectó en Maracay movimientos sospechosos en las cuentas bancarias de la
familia Makled, ya que se depositaban grandes cantidades de dinero, que luego rápidamente eran retiradas,
La Fiscalía General de la República inició una
investigación al respecto, pero no hubo ningún resultado. La danza de los
millones continuó: el grupo Makled se transformó en propietario de Inversiones
Makled, Transporte Makled, Almacenadota Makled, Corporación MK, Proveeduría JM.
Happy Trade, Almacenadora Conacentro, editorial 1 y Aeropostal, reportando un
crecimiento patrimonial de 400 millardos de bolívares. Las ambiciones no se
detuvieron ahí, sino que se ampliaron al campo político. Abdalá Makled se lanzó
de candidato a la Alcaldía
de Valencia, con el respaldo de varios grupos políticos y el apoyo del
gobernador Luis Acosta Carles.
De manera
sorprendente, y no fácil de explicar, sólo a finales de 2008, oficiales de
inteligencia allanaron una finca de propiedad de Walid Makled, decomisando 388
kilos de cocaína, e iniciándose la persecución policial de los hermanos Makled.
Para colmo, el CICPC de Carabobo anunció la solución de las muertes del periodista Orel
Sambrano y del ganadero Francisco Larrazabal, responsabilizando de dichos
asesinatos a Walid Makled. Este logró escaparse y fue detenido en Cúcuta. A
partir de ese momento, empezaron sus acusaciones: comenzó, nada más ni nada
menos, que señalando que había recibido las concesiones en Puerto Cabello y
Valencia debido a un aporte de 2 millones de dólares para la campaña chavista
en el referéndum de 2007 y por su apoyo al gobierno nacional durante el paro
petrolero. También dijo que las cinco toneladas de drogas detenidas en México,
en un avión de Aeropostal, habían salido de la rampa presidencial de Maiquetía.
Después comenzaron
los señalamientos personales. Repito lo que dije: Walid Makled no tiene
autoridad moral para acusar a nadie, pero sus señalamientos deben ser
investigados. De no hacerse, Hugo Chávez aparecería ante el mundo como cómplice
de un importante jefe del narcotráfico
internacional. Estos señalamientos son sorprendentes: mezcla en sus actividades a un
hermano del ministro del Interior, Tarek el Aissami, a los generales Henry Rangel Silva, Hugo
Carvajal, Luis Mota Domínguez, Néstor
Reverol y Cliver Alcalá Cordones, para concluir que hasta la senadora Piedad
Cordova recibió dádivas para su actividad política. Yo espero con confianza que
se cumpla lo que dijo el ministro de la Defensa, Carlos Mata Figueroa: “Aquí se hará toda
la investigación y que caiga quien caiga”. Si no se aclaran los hechos, el
honor de la Fuerza Armada
Nacional quedará en entredicho. La juventud militar tiene más que motivos para
reflexionar y preocuparse…
Caracas, 10 de abril
de 2011.
fochoaantich@gmail.comFUENTE: EL Universal