Opinión
Trino Márquez
ND
El Presidente exiliado
En el artículo 18 de la
Constitución aparece clarísimo: “La ciudad de Caracas es la capital de la
República y el asiento del Poder Nacional. Lo dispuesto en este artículo no
impide el ejercicio del Poder Nacional en otros lugares de la República”. El
Poder Nacional, y el Presidente es la figura más importante de ese poder, sólo
puede ejercerse dentro de los límites de la República, y no fuera de ella. ¿Hay
espacio para la interpretación? ¿Cuándo te digo ¡No!, qué es lo que quiero
decirte, me reñía mi madre?
Haber nombrado al Vicepresidente
y al Ministro de Planificación Finanzas como sus amanuenses, no resuelve el
problema constitucional creado por la ausencia del presidente Chávez debido a
su exilio voluntario en Cuba. El tratamiento del cáncer en La Habana
ejemplifica un caso típico de “falta temporal”, según lo señala el artículo
234. No se trata de de un viaje de Chávez por el globo terráqueo para firmar
acuerdos con otros países, ni para buscar inversionistas extranjeros, sino para
aplicarse un tratamiento de quimioterapia altamente agresivo, que disminuirá
seriamente sus condiciones físicas y mentales.
El Presidente durante los
próximos meses estará en condiciones de capitis diminutio. En estas
circunstancias debería ser relevado por el Vicepresidente, de las numerosas
obligaciones y competencias que le otorga el artículo 236 de la Carta Magna,
pues simplemente no podrá satisfacerlas. Entre esas facultades se encuentran
las de Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional y dirigir las relaciones
exteriores de la República. ¿Cómo puede ocuparse de estos compromisos, además
de Administrar la Hacienda Pública Nacional, si su salud está minada por un
cáncer?
El presidente Hugo Chávez les
entregó la soberanía nacional a los hermanos Castro, quienes administran hasta
la información que los venezolanos conocemos. Esa dupla ha sustituido a las
autoridades nacionales y deciden qué se hace y qué no. Este grado de
enajenación al que se ha llegado sorprende porque en Venezuela estamos en plena
celebración de los 200 años de la firma del Acta de la Independencia. Los
sucesos que se iniciaron el 11 de abril de 1810 y culminaron el 5 de julio de
1811, se desencadenaron por la condición de rehén en que se encontraba el rey
Fernando VII, a manos de José Bonaparte. Hugo Chávez, para darle más brillo a
la conmemoración independentistas, decidió convertirse en prisionero de Fidel y
Raúl Castro. Extraña manera de celebrar tan magna fecha, ¿verdad?
Las razones para no declarar la
“falta temporal” prevista en la Carta Fundamental y optar por darle un permiso
indefinido, fórmula que no existe en la Constitución, responde a varias
razones. Chávez construyó un régimen personalista y autocrático que no admite
sustitutos, ni delegaciones importantes. El régimen es un edificio que se apoya
en una sola columna, de allí su enorme fragilidad. El PSUV no es un partido
político en el sentido en que lo fueron AD y, un poco menos, COPEI. Estas
fueron estructuras nacionales con una buena dosis de leninismo, capaces de
sobrevivir e, incluso, oponerse, a sus dirigentes fundamentales. Raúl Leoni
resultó el abanderado de AD en 1963 a pesar de las resistencias ostensibles de
Rómulo Betancourt, para ese momento Presidente de la República. ¿Alguien puede
imaginarse que, en el caso de que Chávez no pueda concurrir a los comicios de
2012, el candidato del PSUV no sea escogido e impuesto por el caudillo?
Este es un régimen frágil. El
socialismo del siglo XXI nunca se ha consolidado en los militantes, ni en las
bases del chavismo. Solo existe en la cabeza de Hugo Chávez y unos cuantos
radicales que lo acompañan en semejante disparate. El entorno militar y civil
que han utilizado la bonanza petrolera para enriquecerse de forma obscena no
cree en anacronismos ideológicos. Le interesan más los negocios y el billete
que el Manifiesto Comunista. A este grupo lo cohesiona y lo limita en sus
ambiciones Chávez, nadie más.
Los acuerdos y la lealtad ciega a
los Castro tampoco es asunto que le preocupe a la boliburguesía con poderosos
tentáculos políticos. Las relaciones únicamente le quitan el sueño a Chávez y,
parece que también, a Jaua. Por esto los Castro habrán autorizado que lo
designaran el escribiente oficial del mandatario exiliado.
Queda claro, entonces, que la
renuncia a la soberanía por parte de Chávez y su entrega a Fidel y a Raúl,
responde a la necesidad de preservar los intereses cubanos en Venezuela, en
medio de la inseguridad e incertidumbre que provoca la sucesión del caudillo
criollo.
@tmarquezc
FUENTE: Noticiero Digital
Remisión: Haydée Irausquín