La crisis ideológica del chavismo
Fernando
Ochoa Antich
La crisis del
chavismo supera ampliamente las circunstancias que rodean la enfermedad de Hugo
Chávez y su ya irreversible fracaso administrativo. Esa es la verdad. En su seno hay, sin lugar a
dudas, un problema de ambiciones personales que se han puesto en evidencia con
la ya confirmada gravedad, pero el fracaso de su gestión es un problema
ideológico de fondo que, a mi criterio, es de mayor importancia ya que se
mantendrá, aún después que se conozca de manera cierta la evolución de la grave
enfermedad. En estos días leí una importante polémica entre Heinz Dieterich, un
marxista de categoría internacional que había respaldado, en el tiempo, la Revolución Bolivariana
y un chavista de nombre César O Guevara, quien en justicia muestra una interesante cultura.
Trataré de resumir
las ideas expuestas en sus escritos para después dar mi opinión personal sobre
su contenido. El largo artículo de Dieterich se titula “La conducción política
de Fidel y Hugo Chávez”. Sun ideas principales son las siguientes: “Todo
sistema de conducción del Estado es un sistema de dominación política que se
constituye sobre tres tipos de influencias: las circunstancias objetivas del
momento, la intervención de las masas y el carácter de los líderes; a los
cuales Marx consideraba, dentro de la dinámica objetiva, como parte de los
“eventos aleatorios” o de casualidad (“der ´Zufall´ des Charakters der Leute,
die zuerst an der Spitze der Bewegung stehn“), que aceleran o desaceleran los
proceso objetivos.
“Los líderes máximos
de la Revolución
Cubana y de la Revolución Bolivariana
comparten muchas características. Ambos son carismáticos, tienen una gran
oratoria, inteligencia y vitalidad… Sin embargo, los modelos de dominación
política son cualitativamente diferentes. El sistema político de la Revolución Bolivariana
es carismático y bonapartista, mientras que el de la Revolución Cubana
es básicamente burocrático y tradicional. Hoy día, ambos modelos comparten dos
deficiencias fundamentales: a) su configuración histórica está estructuralmente
agotada, es decir, su ciclo de vida productiva ha terminado; b) su carencia
sistémica es su inadecuada cibernética (dialéctica) frente a la complejidad de
los procesos y la nueva estructura de clase del Siglo XXI”.
El
señor César O. Guevara inicia su artículo “Respuesta a Heinz Dieterich” afirmando: “En absoluto se trata de
“casualidades históricas”, como subtitula usted, o de “eventos aleatorios”,
como los denominó Marx. Las condiciones objetivas de un tiempo histórico
determinado, el comportamiento de las masas en ese tiempo y el temperamento y
carácter de quienes las lideran, ocurre dentro de una dinámica causal, no
casual. A su símil biológico, las revoluciones socialistas proponen lo inverso:
que sea la sociedad el subsistema cibernético y el Estado la realice. Es decir,
que el pueblo mande y el Estado obedezca. Lo contrario es dictatorial. Es
verdad, la burocracia tiene el carácter de neurotransmisores, al fallar, el
sistema se desorganiza y perece. La
URSS es un ejemplo.
El modelo de
dominación de Hugo Chávez es bonapartista. Esa característica es negativa y muy
lamentable. Por allí puede penetrarle de la flecha de París, porque no es un
rasgo simpático ni siquiera para su
entorno. La “identificación semi-religiosa de sus partidarios con el líder”, es
porque la masa de la población venezolana históricamente, excluida de los
privilegios de los que sí gozan sus élites económicas, confía en que el
Comandante remediará sus males. Cuba es un milagro de supervivencia. Sin
embargo, Fidel ha declarado que dado el mundo actual, ese sistema ya no sirve
ni para ellos. En superar esas fallas estoy totalmente de acuerdo con usted,
pero difiero en su tesis de confrontación de clases. Yo buscaría la cooperación
entre ellas.
Imaginarse que es posible superar las fallas del marxismo es
sencillamente desconocer la historia. La tesis de cooperación entre las clases
es la base fundamental de la socialdemocracia. Eso si, respetando las
libertades democráticas y la separación de los poderes. Ciertamente, el modelo
de dominación chavista es bonapartista, aunque es una frase elegante para
evitar decir que en Venezuela lo que existe es un autoritarismo arbitrario que
vulnera la libertad ciudadana. Pensar que en nuestro país quien gobierna es el
pueblo es ocultar la verdad: en Venezuela los que dirigen el régimen es una
camarilla arbitraria que se está enriqueciendo descaradamente. La historia no
es causal. Eso es determinismo, casi positivismo. En ella interviene permanentemente el azar.
Caracas, 24 de julio
de 2011.