Rumores y más rumores
Fernando Ochoa Antich.
¿Está enfermo Hugo Chávez? Nadie lo
sabe. Ni siquiera Juan Vicente Gómez provocó tanta confusión con su problema
prostático, como la que ha generado la supuesta enfermedad de Hugo Chávez. La
razón de los contradictorios rumores es una sola: el misterio y las mentiras que
han rodeado la sorprendente noticia. Tratemos de hacer algo de memoria: el 10
de mayo suspende una gira a Brasil, Ecuador y Cuba. Se informa a la opinión
pública que presenta un delicado problema en una rodilla. Durante varios días
no aparece en televisión. El 5 de junio
reinicia la gira. Lo vemos tomar un avión, caminando con dificultad y
utilizando un bastón. El 8 de junio llega a Cuba. El 10 de junio, el canciller
Maduro informa a la opinión pública que ha sido operado de un absceso
pélvico.
A partir de
ese momento, empiezan las contradicciones entre los altos funcionarios. Unos
declaran que Hugo Chávez regresará en los próximos días; otros, que su retorno
ocurrirá para los actos del 5 de julio. En fin, un enredo, sin pie ni cabeza. De
repente, el 30 de junio se dirige a los venezolanos desde Cuba para informarles
que había sufrido una segunda operación al detectársele un tumor cancerígeno. Su
aspecto enfermo y sus palabras cuidadosamente preparadas, buscan impactar emocionalmente
a sus seguidores. El 4 de julio, regresa de madrugada a Venezuela. Esa tarde
organiza una concentración en Miraflores, mostrando una relativa buena salud.
Inmediatamente, recibe a los cancilleres invitados a los actos, como si
realmente no hubiera sido operado.
El 5 de julio
no asiste a los actos. Decide, ante la sorpresa de todos, recibir el parte del
desfile militar a través de una pantalla de televisión, dirigiéndoles a los
oficiales y soldados una larga arenga, resaltando los valores de la Fuerza Armada
Bolivariana, los avances de la revolución y repitiendo de memoria largas frases
de El Libertador. Su aspecto es totalmente distinto a su alocución desde Cuba. Estos
contradictorios hechos dividen la opinión pública en dos: los que consideran
que realmente está gravemente enfermo y aquellos que creen que es una hábil
maniobra política que busca rehacer sus lazos afectivos con sus seguidores ante
su ya reconocida caída en su popularidad. Ante tanto misterio, es imposible
conocer la verdad. Eso realmente no importa…
Sea cual sea
el escenario que se presente: una grave enfermedad o un gran engaño, Hugo
Chávez tendrá que enfrentar complejas consecuencias políticas. De eso no tengo
la menor duda. Supongamos que está realmente enfermo. Los duros y largos tratamientos que los médicos le impondrán lo
debilitarán gravemente, si es que puede superar la enfermedad. No es fácil
enfrentar las duras exigencias de una campaña electoral en esas condiciones. Además,
no creo que los venezolanos voten por un candidato presidencial que saben de
antemano que presenta una grave enfermedad. Esta debilidad también incidirá en
la unidad de sus seguidores. Ya se habla del enfrentamiento existente entre el
ala militar y el sector de izquierda radical.
Si el anuncio
de la enfermedad lo que esconde es una maniobra política que busca tratar de
recuperar la debilitada popularidad de Hugo Chávez, soy de los que creo que el
asunto ha comenzado muy mal. Ya existe un importante porcentaje de venezolanos
que dudan de la veracidad de la enfermedad presidencial. Han sido demasiadas
las contradicciones de los altos funcionarios del gobierno y muy burdas las
acciones que se han ejecutado. Este es un punto muy delicado. Si la percepción
de que es un engaño se fortalece, las consecuencias políticas no pueden
predecirse, pero no tengo dudas en afirmar que, faltando apenas año y medio
para las elecciones, el resultado podría ser catastrófico para la candidatura
de Hugo Chávez.
La oposición
democrática debe establecer una estrategia para enfrentar tan delicado asunto.
Estoy convencido, que lo más conveniente sería olvidarse totalmente del
problema de la enfermedad de Hugo Chávez y dedicarse a señalar los grandes
problemas que aquejan a nuestro pueblo. Su camino es ganar las elecciones
presidenciales, sin caer en una maniobra diseñada por el propio régimen.
Siempre es inconveniente, en un juego
estratégico, enfrentar a un adversario en una acción preparada por una de las partes. Su mayor conocimiento sobre lo
que podría ocurrir le daría una fácil victoria. Tendría demasiadas ventajas. Lo
más prudente, en este caso, es dejar que Hugo Chávez resuelva él mismo su
propio enredo. No le será fácil…
Caracas. 10 de julio de 2011.