PORTACHUELO// Por: René Núñez
Miércoles, 24 de Agosto de 2011
Una tiranía familiar menos…
No hay un ADN parecido. Todos somos distintos. Imperfectos. Con fortalezas y debilidades. Aciertos y desaciertos. En esto de la política, menos para creer en la perfección e igualdad social. En un sabelotodo. Dueño único de la verdad y de los pensamientos de los pueblos. A quienes por la fuerza imponen una voluntad única de lealtad incondicional al jefe supremo. A eso se le llama tiranía. Totalitarismo. Regímenes inaceptables e intolerables desde todo punto de vista humano y social. Donde no existe política porque no hay libertades.
Nadie pero nadie en este mundo civilizado por más poder que tenga le asiste razón para secuestrar la vida de los ciudadanos de manera indefinida. Menos explotar su dignidad, a conveniencia y caprichos de un supuesto Mesías que se presenta por encima de lo terrenal y de lo mortal, bajo la farsa promesa de construcción de un futuro mejor que nunca llega.
Lo que ha ocurrido este año en el Medio Oriente, no es más que la revelación de pueblos cansados de la esclavitud impuesta desde el poder del Estado por unos bandidos genocidas quienes en familia se distribuyeron la riqueza y se abrogaron de todos los derechos humanos para impedir otras verdades distintas a las que ellos establecieron como fundamentos social y de vida colectiva.
Mientras ellos vivían a placer, como reyes, los pueblos fueron sometidos a sacrificios sociales salvajes alejados de la modernidad, del progreso y del desarrollo integral.
Si bien es cierto, han existido dictaduras con progreso y desarrollo en el mundo, no es menos cierto que las del norte de África mezcladas con el islamismo han sido las más crueles, obligadas a odiar a enemigos externos escogidos como chivos expiatorios de sus miserias.
Cuando nadie se lo imaginaba, en esta zona de permanente tensión bélica en los últimos 60 años, aparecieron revueltas civiles espontáneas desde el corazón de estos pueblos humillados quienes venciendo al miedo y al terror de sus gobernantes de facto, tomaron por asalto las calles exigiendo libertades y democracia en procura de una vida social con prosperidad y seguridad hasta ahora negada por estos fariseos del Islam, enemigos del orden, del bienestar social y de la justicia de las mayorías.
Primero fueron los jóvenes tunecinos que se atrevieron a desafiar el poder absoluto de la familia de Ben Ali, luego siguieron los egipcios contra el clan de los Mubarak, logrando el objetivo de desplazarlos del gobierno; ahora han sido los libios quienes están a punto de hacerlo con Gadafi y CIA.
Por supuesto, el costo de pérdidas de vidas humanas de estas poblaciones ha sido muy elevado y tal vez no se sepa con claridad la cifra exacta; pero lo que sí está claro es que ellos asumieron los riesgos y los sacrificios con entereza para desterrar a esos sicópatas de la política, que por decenas de años cometieron toda clase de abusos, delitos y crímenes.
La fortuna de los Gadafi supera los cien mil millones de dólares; ningún capitalista productor de bienes y servicios en la tierra supera los 60 mil millones; si esta es la revolución verde que tanto elogios ha recibido de nuestro gobierno nacional, caramba, podríamos decir que estas revoluciones no son más que una excusa para los grandes negocios de sus protagonistas y actores.
Con la rebelión Libia cambió la forma de intervenciones foráneas…
Hasta ahora las intervenciones de las potencias en otros países, apoyados por el Consejo de Seguridad de la ONU, se habían caracterizado por la incursión militar directa de éstas con tropas y equipos bélicos manejados por sus especialistas. El caso de Libia rompió con ese paradigma convencional, en esta oportunidad el único apoyo directo dado por la alianza de países que ejecutaron la resolución de la ONU fue en la primera etapa del conflicto despejando el espacio aéreo, mediante la destrucción del sistema de defensa aérea de Gadafi, a fin de facilitar el avance de los rebeldes. Posteriormente se les dio apoyo logístico y financiero. Pero los combates de tierra fueron dirigidos y ejecutados totalmente por los rebeldes quienes después de casi 5 meses fueron diezmando la capacidad de respuesta militar del régimen libio, alcanzando victorias tras victorias, hasta lograr el objetivo final, la captura de Trípoli, donde había estado atrincherado Gadafi e hijos, y donde tampoco hubo resistencia para impedir la entrada de la fuerza liberadora. Entretanto el sátrapa libio, el que pronosticó darle una derrota contundente a la fuerza de coalición y llamó a la guerra santa, se encuentra desaparecido o tal vez huyendo a otro país forajido, pues contra él hay una orden de detención de la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad.
En conclusión, la participación de la OTAN, por vez primera, liderando esta cooperación internacional, con apoyo de los Estados Unidos, se ha anotado un importante triunfo que estoy seguro en lo sucesivo para casos similares y cuando así lo requiera la ONU, se hará de igual forma, sin bajas en sus tropas.
Respecto al reciente apoyo del gobierno de Venezuela al régimen de Gadafi, junto a Cuba y a Nicaragua, únicos de los 193 países miembros de la ONU que salieron en defensa de este terrorista, constituye otra ratificación cómo el gobierno nacional dirige una política internacional aliada con gobiernos que en nada nos benefician y que nos mal pone a nivel de la comunidad internacional democrática. No nos olvidemos que Gadafi tiene una réplica de la espada de Bolívar, la cual, cuando se normalice la democracia en el país con un nuevo gobierno en el 2012, habrá que recuperar o por lo menos desagraviar la historia de nuestro libertador quien en su sepulcro ha de estar muy arrecho.
Nadie pero nadie en este mundo civilizado por más poder que tenga le asiste razón para secuestrar la vida de los ciudadanos de manera indefinida. Menos explotar su dignidad, a conveniencia y caprichos de un supuesto Mesías que se presenta por encima de lo terrenal y de lo mortal, bajo la farsa promesa de construcción de un futuro mejor que nunca llega.
Lo que ha ocurrido este año en el Medio Oriente, no es más que la revelación de pueblos cansados de la esclavitud impuesta desde el poder del Estado por unos bandidos genocidas quienes en familia se distribuyeron la riqueza y se abrogaron de todos los derechos humanos para impedir otras verdades distintas a las que ellos establecieron como fundamentos social y de vida colectiva.
Mientras ellos vivían a placer, como reyes, los pueblos fueron sometidos a sacrificios sociales salvajes alejados de la modernidad, del progreso y del desarrollo integral.
Si bien es cierto, han existido dictaduras con progreso y desarrollo en el mundo, no es menos cierto que las del norte de África mezcladas con el islamismo han sido las más crueles, obligadas a odiar a enemigos externos escogidos como chivos expiatorios de sus miserias.
Cuando nadie se lo imaginaba, en esta zona de permanente tensión bélica en los últimos 60 años, aparecieron revueltas civiles espontáneas desde el corazón de estos pueblos humillados quienes venciendo al miedo y al terror de sus gobernantes de facto, tomaron por asalto las calles exigiendo libertades y democracia en procura de una vida social con prosperidad y seguridad hasta ahora negada por estos fariseos del Islam, enemigos del orden, del bienestar social y de la justicia de las mayorías.
Primero fueron los jóvenes tunecinos que se atrevieron a desafiar el poder absoluto de la familia de Ben Ali, luego siguieron los egipcios contra el clan de los Mubarak, logrando el objetivo de desplazarlos del gobierno; ahora han sido los libios quienes están a punto de hacerlo con Gadafi y CIA.
Por supuesto, el costo de pérdidas de vidas humanas de estas poblaciones ha sido muy elevado y tal vez no se sepa con claridad la cifra exacta; pero lo que sí está claro es que ellos asumieron los riesgos y los sacrificios con entereza para desterrar a esos sicópatas de la política, que por decenas de años cometieron toda clase de abusos, delitos y crímenes.
La fortuna de los Gadafi supera los cien mil millones de dólares; ningún capitalista productor de bienes y servicios en la tierra supera los 60 mil millones; si esta es la revolución verde que tanto elogios ha recibido de nuestro gobierno nacional, caramba, podríamos decir que estas revoluciones no son más que una excusa para los grandes negocios de sus protagonistas y actores.
Con la rebelión Libia cambió la forma de intervenciones foráneas…
Hasta ahora las intervenciones de las potencias en otros países, apoyados por el Consejo de Seguridad de la ONU, se habían caracterizado por la incursión militar directa de éstas con tropas y equipos bélicos manejados por sus especialistas. El caso de Libia rompió con ese paradigma convencional, en esta oportunidad el único apoyo directo dado por la alianza de países que ejecutaron la resolución de la ONU fue en la primera etapa del conflicto despejando el espacio aéreo, mediante la destrucción del sistema de defensa aérea de Gadafi, a fin de facilitar el avance de los rebeldes. Posteriormente se les dio apoyo logístico y financiero. Pero los combates de tierra fueron dirigidos y ejecutados totalmente por los rebeldes quienes después de casi 5 meses fueron diezmando la capacidad de respuesta militar del régimen libio, alcanzando victorias tras victorias, hasta lograr el objetivo final, la captura de Trípoli, donde había estado atrincherado Gadafi e hijos, y donde tampoco hubo resistencia para impedir la entrada de la fuerza liberadora. Entretanto el sátrapa libio, el que pronosticó darle una derrota contundente a la fuerza de coalición y llamó a la guerra santa, se encuentra desaparecido o tal vez huyendo a otro país forajido, pues contra él hay una orden de detención de la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad.
En conclusión, la participación de la OTAN, por vez primera, liderando esta cooperación internacional, con apoyo de los Estados Unidos, se ha anotado un importante triunfo que estoy seguro en lo sucesivo para casos similares y cuando así lo requiera la ONU, se hará de igual forma, sin bajas en sus tropas.
Respecto al reciente apoyo del gobierno de Venezuela al régimen de Gadafi, junto a Cuba y a Nicaragua, únicos de los 193 países miembros de la ONU que salieron en defensa de este terrorista, constituye otra ratificación cómo el gobierno nacional dirige una política internacional aliada con gobiernos que en nada nos benefician y que nos mal pone a nivel de la comunidad internacional democrática. No nos olvidemos que Gadafi tiene una réplica de la espada de Bolívar, la cual, cuando se normalice la democracia en el país con un nuevo gobierno en el 2012, habrá que recuperar o por lo menos desagraviar la historia de nuestro libertador quien en su sepulcro ha de estar muy arrecho.
Twitter @renenunezr
Edición 1169. Pueden oírme en “Diplomacia de Micrófono”, de 12:00 a 1:00 pm por la emisora LaMejor FM 91.5 con Guillermo D’Mosquera.
Edición 1169. Pueden oírme en “Diplomacia de Micrófono”, de 12:00 a 1:00 pm por la emisora LaMejor FM 91.5 con Guillermo D’Mosquera.
FUENTE: Correo del Caroní