CUMBRE EN CARACAS | Ante la presencia de mandatarios en la Celac
Cacerolazo de protesta coincidió con fuegos artificiales oficialistas
Los mandatarios reunidos en Fuerte Tiuna manifestaron su sorpresa, algunos con temor, ante el estruendo de los cohetones que se lanzaron en las cercanías de Los Próceres. Desde edificios oficiales lanzaron numerosos cohetones y vistozas luces que iluminaron el cielo caraqueño. Mientras tanto, muchos reclamaron por la situación del país sonando ollas.
viernes 2 de diciembre de 2011 09:35 PM
Caracas.- Cerca de las 8:00 de la noche de este viernes las cacerolas se volvieron a escuchar en Caracas. Vecinos de diferentes sectores de la ciudad capital salieron a sus ventanas o balcones y olla en mano, alzaron su voz en señal de protesta ante la presencia de los mandatarios asistentes a la primera Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
La manifestación pacífica se dio a conocer minutos antes a través de las redes sociales, lo que logró la inmediata respuesta del oficialismo, que a través de personal de ministerios y edificios públicos, procedió a lanzar fuegos artificiales que coincidieron con la convocatoria hecha por factores de oposición.
En Candelaria, Los Ruices, El Valle, Santa Mónica, San Bernardino, Valle Abajo, Coche, Los Palos Grandes, La California, Petare, Baruta, Chacao y Los Caobos, entre otros, resonaron las cacerolas, y en algunos casos se escucharon consignas alusivas a las próximas elecciones presidenciales.
Segundos después de iniciarse la protesta, el cielo se iluminó de colores, con un festival de fuegos artificiales que por unos 15 minutos opacó el sonar del metal.
La avenida Urdaneta se iluminó con las estrellas de colores que salían de algún lugar de Sarria. Igualmente los vecinos de Santa Mónica vieron el cielo llenarse de estrellas, cual "Cañonazo", y aseguraron que las mismas salían desde el interior del Círculo Militar o del sector conocido como El Laguito.
La relativa improvisación en el lanzamiento de los cohetes oficialistas se pudo evidenciar cuando el presidente de Cuba, Raúl Castro, hizo una pausa en su intervención en la Celac, visiblemente atento a los sonidos que se emitían desde el exterior del recinto por las detonaciones.
El presidente de la República, Hugo Chávez, tuvo en ese momento que aclarar que las detonaciones eran en honor a la cumbre. Con risa algo nerviosa, Castro aseguró que si era así, podía continuar con su discurso.
Luego, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández alabó la organización del encuentro.
En Los Ruices, en los alrededores de Venezolana de Televisión, el sonido de las cacerolas fue ensordecedor; pero fueron muy pocos los que se atrevieron a salir a las ventanas para mostrarse.
"No sabemos si viene un loco armado y comienza a disparar contra los que protestamos" afirmó Lorena, quien vive en las cercanías del canal del estado.
Otras vecinas, a las que les dio miedo sacar su cacerola, en Santa Mónica, afirmaron que en su urbanización los cacerolazos se dan en las calles, no en las ventanas, pero ante la presencia masiva de militares en las calles, prefirieron quedarse a protestar a la distancia.
"Volví a sacar mis cacerolas porque el Gobierno le mostró a sus invitados una ciudad que no existe. Una ciudad limpia, llena de flores, bien pintada y absolutamente segura. Con parques infantiles sacados de paquetes; con paseos y plazas recién construidos. El domingo ya verán que no hay funcionarios públicos en la calle, que las matas serán arrancadas de raíz y la basura volverá a colmar las esquinas. Por eso protesto, porque estos invitados creerán que aquí todo es apacible y todos estamos felices con el régimen. Y eso no es así", dijo Carolina Linares, quien vive cerca del Servicio Panamericano en Santa Mónica.
Señaló además que tiene más de un mes padeciendo la cumbre porque le han cerrado las calles, han molestado a los vecinos con los trabajos a toda hora y cada vez que va o viene alguien con vehículo oficial detienen el tráfico por varios minutos a esperar que pase seguidos de una veintena de policías.
Los fuegos artificiales fueron mermando, y pasados unos quince minutos, lo que quedaba era la pólvora suspendida en el aire que se observaba a contraluz. Pero las cacerolas, ahora en menor intensidad, siguieron su protesta por unos minutos más.