PORTACHUELO. Por: René Núñez
Tu responsabilidad social está en juego
Muchos la exigen. Pocos la asumen. El servicio de entender que la autosuficiencia humana no existe. Que sin los otros semejantes no significa nada. La necesidad de la amistad como hermanos, como ciudadanos, como dirigentes como gobierno. Todo un dilema poco explicado que no se termina de entender. La animalidad social del hombre. La necesidad de otros para poder ser nosotros mismos.
La vida no sólo es individual sino colectiva. Una realidad social inherente a la naturaleza humana. Que nos obliga a ser solidarios con nuestro entorno. Con lo que ocurre en la calle. En mi sector. En mi ciudad. En mi región, En mi país.
Comportarse ante ello indiferente sería una irresponsabilidad ciudadana. Inhumana. Los problemas. Los conflictos. Las desavenencias. Son parte de la vida. Individual y colectiva. Encararlos es la responsabilidad social que se nos pide. Lo contrario, una comodidad. Egoísta, indiferente.
La situación social se complica cuando el gobierno es anti solidario, y se ocupa de imponer cosas en contra de la voluntad de los demás. Su voluntad de dominio. Su ambición de poder. Características de un régimen imperialista. La tiranía de la razón única. De la imposición de cosas a otros por la vía de la fuerza. Los hay a todo nivel. A nivel de gobierno. De naciones. Hasta en el seno familiar. Las consecuencias son nefastas: siembra de odios y divisiones.
En Venezuela, nuestro país, se está ante una evidente amenaza imperial. No de afuera. Sino de adentro. La de un gobierno empeñado en imponer un pensamiento único. Que utiliza los poderes públicos para legitimar abusos y arbitrariedades. Imponiendo su verdad. Su justicia. Sin contemplación alguna.
Contra ello, el país democrático ha comenzado a rebelarse, como parte de la responsabilidad social de entendernos con respeto mutuo. De exigir un trato igual ante la norma o la ley. Porque a final de cuenta nuestra realidad humana no puede ni debe prescindir de la justicia. Si creemos en la paz, en los valores y los principios humanos.
Luchar por la paz de todos ha de ser el compromiso social. Una obligación de construirla cada minuto, cada hora, cada día en el corazón de cada uno de los venezolanos. Pues, si cada venezolano no tiene paz en su corazón no puede haber paz social en la nación.
Pedir amor por un lado, y odiar por otro. Es monstruoso. El odio es la negación del amor, de la simpatía, del afecto, del cariño, de la paz.
¡Compatriotas! La hora de la meditación y la reflexión nos ha llegado. Lo que nos está pasando no es normal. No es humano. Sino todo lo contrario. Nos exige revisión, autenticidad, compromiso, solidaridad humana. Hemos de animarnos porque el país de todos nos necesita a todos. De nuestro optimismo. De nuestras capacidades. De nuestra voluntad colectiva para dejar de lado lo que nos desune, nos divide, nos excluye: el imperialismo de quienes poseídos de una razón ideológica se creen dueños de nuestros destinos de vida. No dejemos que el desaliento provocado nos invada. Hagamos del 7 de octubre la apuesta social a la rectificación, al progreso, a la reconciliación sin distingo de credo alguno. Al camino de la prosperidad y la seguridad de vida colectiva en paz. La propuesta de Henrique Capriles Radonski
(*) Internacionalista
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