¿Con qué cara?
Por: José Vicente Carrasquero A.
Llegó
al poder en 1998 a caballo de los errores del pasado. Las clases políticas que
protagonizaron los 40 años que trascurrieron desde la caída la dictadura de
Pérez Jiménez fueron sometidas al escarnio público. No fue difícil hacer leña
del árbol caído. El rendimiento de esos 8 períodos presidenciales dejaba mucho
que desear. Ríos de dinero se habían gastado y la pobreza y el malestar no
hacían más que crecer.
El
discurso del otrora golpista frustrado era fácil de construir. Criticaba las
decisiones de grupos cerrados que no atendían los problemas del pueblo. Lanzaba
amenazas contra los corruptos que se habían hecho de los dineros públicos y
dejado a la gente en la pobreza. Enumeraba los proyectos inconclusos y denunciaba
cómo las esperanzas de los venezolanos habían quedado frustradas mientras se le
daba más importancia a mantenerse en el poder que a un proyecto de país que
sirviera a los intereses de sus habitantes.
Para
erradicar los vicios y problemas del pasado, se hacía necesario refundar la
República, emprender un nuevo rumbo que se hizo creer a los venezolanos estaría
lleno de nuevas formas de hacer las cosas. Cuatro de cada cinco venezolanos
creyeron que con el proceso constituyente se superarían las taras del pasado.
Es como si una nueva clase política, virginal, se hacía del poder para trabajar
denodadamente por la superación de los problemas que aquejaban a los
venezolanos.
Las
expectativas de los venezolanos se dispararon a niveles no vistos desde que Pérez
fuera reelecto en 1988. El voluntarismo de nuestra gente fue explotado al
máximo. Bastaba con decir que algo se iba a resolver para que el nuevo líder
recibiera crédito de inmediato. Las esperanzas del pueblo adquirieron forma
humana. Se materializaron en esa especie de Martín Valiente que prometía freír
la cabeza de los adecos, perseguir a las cúpulas podridas, resolver los
problemas de los venezolanos.
Si
bien es cierto que este líder tuvo que enfrentar momentos de mucha dificultad,
también lo es que es el presidente que ha disfrutado de mayor poder y capacidad
de acción desde 1958 para acá. La pregunta que cabe hacerse es: ¿cuál es el
balance de esa gestión en términos de esas esperanzas que logró capitalizar?
Y
esta pregunta viene a cuento en momentos en que ese líder pide a los
venezolanos al momento de presentarse a una cuarta elección consecutiva que lo
elijan por seis años más para completar dos décadas en el poder. Pide esta
persona lo que nadie se atrevió a pedir
anteriormente. Hay varios problemas en esto. El primero que pide seguir en el
poder sin rendir cuenta por todo el que ha disfrutado hasta el momento.
Y
el balance tiene que comenzar por los problemas de 1998 que lo llevaron al
poder. ¿Está el problema de la vivienda mejor que al llegar el presidente al
poder? Definitivamente no. A última hora se dieron cuenta que el problema está
ahí y mucho peor. De un déficit de un millón de unidades habitacionales se pasó
a uno de más de tres. Y la misión que trata de resolver el problema no lo hará,
si mantiene un desempeño parecido al actual, en menos de diez años. ¿Con que
cara le dice el ahora cuatro veces candidato a la gente que cuenten con la
solución del problema en los próximos seis años?
¿Qué
de la inseguridad? Este problema se fue de madre desde hace mucho tiempo El
presidente y sus ministros han sido totalmente incapaces en el manejo de este
asunto. Cada vez que se anuncia un plan de seguridad (19 en total) vemos un
recrudecimiento de la criminalidad. ¿Con que cara le dice el candidato oficialista
a los familiares de las víctimas que solucionará este problema si hasta el
momento ha fracasado escandalosamente?
Y
de las obras de infraestructura que decimos. Muy poco de nuevo. Muy poco si se
dice que este gobierno ha manejado un millón de millones de dólares que no se
ven por ningún lado contribuyendo al desarrollo del país. ¿Dónde está red de
trenes que cruzan el territorio nacional? ¿El metro de Maracaibo, o el de
Valencia? ¿El segundo puente sobre el Lago de Maracaibo? ¿Con qué cara el presidente
puede prometer que algo de esto entrará en funcionamiento en algún momento?
¿Con
que cara le dice a los enfermos de cáncer que los hospitales funcionan? ¿Con
que cara le dice a los aspirantes a universidades que los bachilleratos
funcionan? ¿Con que cara le ofrece a los venezolanos una vida mejor?
¿Y
la corrupción? ¿El tráfico de influencias? ¿Las decisiones tomadas entre gallos
y medianoche sin consultar al pueblo? ¿Y el desconocimiento de la voluntad
popular que rechazó los cambios que proponía a la mejor constitución del mundo?
¿Con qué cara?
Lo
cierto es que perdió la gran oportunidad de modernizar a Venezuela y meterla de
lleno en el siglo XXI. El país es hoy más dependiente de intereses
internacionales. El país es hoy mucho más vulnerable que en el pasado con todo
y la juguetería bélica rusa a la disposición.
¿Con
que cara puede pedirle Hugo Chávez a los venezolanos que confíen en él? Véase
en el espejo señor presidente y trate de contestarse esa pregunta.