Enero 09, 2013El infierno del presidente
Por Carlos E Méndez
La Biblia menciona un sitio llamado infierno para
describir el lugar donde se cree van a parar las almas de los impíos. Su
nombre fue tomado de los crematorios de desechos inorgánicos de las
ciudades pobladas de la época. Es así como surge entre la gente la idea
del infierno que recoge la Biblia. Pero la misma Biblia apunta también,
que ese infierno fue creado para el inmortal diablo y sus ángeles, razón
por la que se emplea la figura de los crematorios urbanos por ser
lugares donde el fuego nunca se apaga y el humo tampoco se extingue.
Partiendo de esta égida, el infierno tan temido por
los religiosos, puede hallarse paralelamente ubicado en algún lugar de
la III, IV o V dimensión humana, o en el estado mental o espiritual del
individuo. De allí que, el presidente, bajo sus actuales circunstancias,
pueda estar viviendo su propio infierno, y al que lo tienen sometido
las autoridades cubanas con la anuencia del gobierno venezolano y de su
propia familia. Porque, para alguien como Chávez, debe resultar un
triple infierno tener que permanecer secuestrado, entubado tal vez en
contra de su voluntad, y sometido a las erróneas decisiones de terceros.
Es un tormento físico, mental y moral, que no le permitirá descansar
como él hubiese deseado.
Pienso que Chávez a pesar del gran amor que le
profesó a Fidel y a la Cuba comunista, habría preferido morir en su
propio país, rodeado de su familia y de su gente, en un chinchorro y con
las alpargatas puestas. Por ello me atrevo a asegurar que el presidente
está viviendo su propio infierno, por haberle confiado a esos indoctos
la suerte de su propia vida. Yo habría escogido estar en sus zapatos
pateando la mesa, pero jamás en su lecho de enfermedad dando pataditas
de ahorcado. Su familia, si no quiere vivir con esa carga moral por el
resto de sus días, debe exigirle a los Castros que le devuelvan su
enfermo, y a los imberbes de Maduro y Cabello, a que lo transporten de
inmediato a su país de origen. Tal vez recobre el aliento y haga un
llamado a la paz y a la concordia, y desenmascare a sus traidores.
Cualquiera sea el giro que tome su desgobierno a
partir del 10 de enero, en manos de Maduro o de Cabello, eso no le
devolverá la salud ni la vida al presidente. Sus herederos del poder en
Venezuela, y su beneficiario principal en Cuba, saben de antemano que no
podrá levantarse a caminar, ni correr, ni hablar, mientras lo mantengan
secuestrado y amordazado para esconder la cruda realidad que rodea su
enfermedad. De producirse un desenlace fatal, habrá que exhumar su
cadáver, tal como hicieron con el libertador Simon Bolívar, para saber
si murió enfermo o envenenado.
Carlos E Méndez
- El miedo tocó a la puerta; la fe abrió y no encontró a nadie -