Militares atentos a señales de descontento social en Venezuela
noviembre 25, 2013 8:22 am
Las medidas adoptadas por el régimen de Nicolás Maduro para obligar a
los comerciantes a vender sus productos a bajos precios lucen cada vez
más como una estrategia de alto riesgo ante pronósticos de que agravará
la ya aguda escasez y el creciente descontento popular hasta el extremo
de provocar un estallido social que pondría a prueba la lealtad de los
militares.
Expertos consultados por El Nuevo Herald dijeron que los militares
—muchos de los cuales forman parte del ala más pragmática del chavismo—
ven con preocupación el acelerado deterioro de la economía venezolana y
manejan escenarios de disturbios y agitación social que podrían
obligarles a intervenir para poner orden.
“En este momento, el estallido luce inminente. El gobierno ya lo
tiene como un escenario y la Fuerza Armada Nacional sabe que es una
posibilidad muy real”, comentó desde Londres Diego Moya Ocampos,
analista para América Latina de IHS Country Risk. “[De producirse], allí
es que terminaría interviniendo la fuerza militar. Pero la elección de
cual tendencia [política] terminará apoyando va a depender de la
interpretación de las causas del estallido que termine imponiéndose, y
hacia donde va ese estallido”, agregó.
Según Moya, Maduro ha gastado tiempo y recursos en proyectar la
noción de que los problemas de escasez del país han sido causados por la
guerra económica emprendida por los empresarios en un intento de librar
a su gestión de toda responsabilidad, precisamente estando al tanto de
este escenario.
DIFERENTES ESCENARIOS
Una de las posibilidades es que la crisis sea atribuida directamente
al mandatario, y no necesariamente al chavismo, lo que podría llevar al
ala militar del movimiento, posiblemente liderada por el actual
presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, a tomar las
riendas del poder diciendo que ellos son los verdaderos garantes del
legado del fallecido Hugo Chávez.
“Esa sería la versión que Diosdado Cabello va a querer rescatar. No
sería la ideal, pero sería la que él trataría de rescatar para decir,
bueno, el pueblo está contra Maduro, pero no contra el chavismo”, dijo
Moya.
Otra posibilidad es que el descontento popular sea expresado contra
el chavismo en su conjunto, “lo que pondría fin al ciclo y haría
necesaria la conducción del país hacia una nueva etapa”, agregó. La
tercera posibilidad es que Maduro tenga éxito de convencer a los
venezolanos que la oposción y los empresarios son los responsables de la
crisis.
De cierta manera, los riesgos de un estallido social fueron
incrementados por el propio Maduro, quien semanas atrás obligó a los
comerciantes del país a vender sus mercancías por debajo de los costos
de reposición, bajo amenaza de arrestarles, confiscarles sus negocios o
permitir que sus locales sean saqueados.
La práctica condujo a un violento recorte de los precios, pero son
muy pocos los comerciantes que ahora se muestran dispuestos a adquirir
nueva mercancía, lo que augura que muchos locales tendrán sus anaqueles
vacíos para finales de diciembre llevándoles a cerrar sus puertas
indefinidamente para el primer trimestre del próximo año.
La última iniciativa de Maduro se asemeja a la aplicada por Zimbabue a
mediados de la década pasada, que llevó al país africano a registrar
una tasa de hiperinflación de 42,000 billones por ciento.
DESEQUILIBRIOS ‘REVOLUCIONARIOS’
Pero el problema de escasez y alta inflación son el resultado de los
desequilibrios acumulados bajo los últimos 14 años de la “revolución
bolivariana”, proceso de hostigamiento empresarial que destruyó parte de
la producción nacional, obligando al régimen a gastar un número cada
vez mayor de petrodólares en la importación de productos.
Ante la gravedad de la crisis, cuyos embates fueron empeorando
gradualmente con el correr del año pasado, los militares habían esperado
que Maduro adoptara un política económica mucho más pragmática para
corregir los desequilibrios y el heredero de Chávez al inicio dio
muestras de estar dispuesto a hacerlo, al ofrecer tender puentes con los
empresarios y relajar el estricto control cambiario que asfixia a la
economía.
Pero Maduro terminó dando un giro de 180 grados, cediendo ante las
presiones del ala más ortodoxa del chavismo, la cual es la más cercana a
La Habana y lucha por instaurar un régimen de corte castrista en el
país.
Esa afinidad con Cuba, y en especial la injerencia directa del
régimen castrista en el gobierno de Venezuela y dentro de las Fuerzas
Armadas es muy mal vista por los militares, dijo el presidente de la
Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Vepex),
José Colina, un militar exiliado que se mantiene en contacto con sus
compañeros de armas.
“En los cuadros medios es donde hay una mayor inconformidad, y es
donde hay mayor rechazo a la imposición del modelo comunista en
Venezuela”, comentó Colina. “También les molesta enormemente la
presencia de elementos cubanos en las instalaciones militares, que ya es
abierta y descarada”, señaló.
Pero esa presencia cubana en los cuarteles precisamente ha sido uno
de los principales herramientas empleadas por Maduro para ejercer un más
sólido control sobre las Fuerzas Armadas.
“Maduro se ha venido haciendo fuerte dentro de las Fuerzas Armadas a
través de ascensos y cargos y a través del trabajo de inteligencia de
supervisión y control que ejercen los cubanos dentro de las fuerzas
armadas”, relató la fuente. “El ha venido captando mucha gente. La
vigilancia. El espionaje. Presionan los tipos [oficiales] más frágiles.
Aquellos que descubre con ciertos problemas, no solamente profesionales,
sino también personales, problemas domésticos de su casa. En eso [los
cubanos] son unos especialistas”, dijo.
Según la fuente, los cubanos también están en control de la facción
que controla a unos 3,000 milicianos venezolanos que prestan servicio en
el país.
GRUPO NACIONALISTA
Aun así, los militares con Maduro no son los más numerosos dentro de la organización castrense.
El más numeroso consiste del denominado grupo nacionalista, en el que
Cabello ejerce cierto liderazgo, y que en el fondo siente menos
afinidad por la injerencia cubana. Pero el rechazo hacia los cubanos es
aún mayor entre los integrantes del tercer grupo, conformado por los
llamados “militares institucionales”, o oficiales que sienten una mayor
lealtad por el respeto de la Constitución y de las leyes que hacia el
chavismo.
“Pero ese es un grupo disperso, perseguido, de poca cohesión y muy
vigilado. Ese grupo es quizás menos numeroso”, dijo la fuente. Un cuarto
grupo pertenece a oficiales no alineados, quienes están más centrados
en su carrera y han mostrado indiferencia por la situación política del
país.
Pero independientemente del grupo al que pertenezcan, un estallido
social dejaría pocas dudas dentro de la organización militar que tendría
que intervenir para poner orden, dijo Moya.
“Van a ver facciones dentro de los militares que van a resistir un
cambio, particularmente si este beneficia a la oposición, pero ellos
internamente van a dirimir esas controversias para garantizar la
estabilidad política y garantizar que no hayan enfrentamientos entre los
venezolanos”, comentó.
El analista agregó que el alto mando no tendría más alternativa que
intervenir. “En el momento que no se pueda garantizar que vaya a haber
un derramamiento de sangre en las calles. Ahí es que saldaran a
intervenir, porque de lo contrario correrían el riesgo de que sus
subalternos se les subleven al ver que no están en condición de
controlar a la institución militar y garantizar el consenso entre las
distintas facciones de militares”, dijo.
Fuente: Nuevo Herald