Venezuela: de petrolera a bananera
José
Vicente Carrasquero A.
República
bananera es un término peyorativo para un
país que se ha considerado como políticamente inestable, empobrecido y
atrasado, cuya economía depende de unos pocos productos de escaso valor
agregado (simbolizados por las bananas), gobernado por un dictador o una junta
militar, muchas veces formando gobiernos forzosa o fraudulentamente
legitimados. También se las suele llamar "republiquetas bananeras"
(pero no se deben confundir con el término histórico "republiqueta").
Tomado
de Wikipedia
Chávez
llega al poder en 1999 a caballo del desencanto de los venezolanos con la forma
como se había manejado el país en los quinquenios anteriores. Gobierno tras
gobierno, los venezolanos vieron sus expectativas frustradas. Los problemas crónicos
no solo no se solucionaban sino que tendían a empeorar.
Esta
situación llevó a que los venezolanos perdieran su inmunidad al canto de
sirenas. En las postrimerías del siglo XX, un discurso populista y al mismo
tiempo confrontacional comenzó a calar entre los venezolanos. Muchos sectores
de la clase media, muchos políticos e incluso intelectuales con experiencia y
conocimiento de la historia del país sucumbieron a la retahíla militarista que
prometía sacar al país del hueco en el que se hallaba.
Dieciséis
años después observamos el desastre en el cual se ha convertido el otrora país
petrolero. Los precios actuales del oro negro superan en este momento por
varias decenas de dólares los precios más altos que tuvieron los gobiernos de
la democracia. Sin embargo, producto de una política económica regida por la
voluntad del caudillo, el país es un cementerio de empresas cerradas o
funcionando de forma parasitaria de un mercado cambiario que la tozudez e
ignorancia reinante se ha empeñado en mantener.
Celebran
el control de cambio los grandes capitalistas a los que les luce interesante
comprar bonos de la deuda pública venezolana a precios irrisorios porque están
convencidos de que el gobierno socialista está tan urgido del crédito
internacional que hará lo imposible por pagarles aún al costo de mantener a la
población pasando hambre y muriendo de enfermedades curables pero para las
cuales el gobierno no adjudica recursos.
En
una república bananera como la nuestra existe entonces una cantidad de líderes
de opinión que tratan de manejar las
percepciones de una forma que sea propicia a que el gobierno le cumpla a los
tenedores de bonos venezolanos. Venezuela se encuentra sometida a eso que los
argentinos llaman fondos buitres.
La
Venezuela bananera se ha convertido en una especie de capital mundial de la
corrupción. Una corrupción mucho más escandalosa, vulgar e indolente que
cualquiera que haya conocido la república. El país ha sido víctima del peor
saqueo que se conozca de este lado del planeta. Nadie es capaz de explicar
seriamente y con guarismos adecuados qué se hizo con una riqueza superior a
todo lo que le entró a Venezuela desde 1811 hasta 1998.
Todos
los informes de inteligencia a nivel mundial señalan a nuestro país como una
gran autopista de la droga. Los señores de los carteles han encontrado en esta
república bananera un espacio ideal para su óptimo desempeño. Los funcionarios
de seguridad son tan mal pagados que no tienen manera de resistir un cañonazo
de dólares para hacerse la vista gorda ante el paso de un algún cargamento de
importancia.
Otro
aspecto que nos cataloga en la categoría de república bananera es la ausencia
absoluta de institucionalidad. Uno de los peores daños que le hizo Chávez al
país fue convertir los poderes públicos en secretarías de su partido político.
Someterlas a su absolutista visión del poder. Impedir el desarrollo de la
institucionalidad prevista en la constitución nacional. Y no podía ser de otra
manera, para Hugo la constitución fue una excusa para hacerse del poder con
objetivos que no incluían el bienestar de los venezolanos.
Es
así como Chávez a la usanza de caudillo decimonónico barre con los símbolos.
Cambia la bandera y el escudo nacional. A veces usando excusas que resultaban
en burla a los venezolanos como que su hija le había preguntado si el caballo
no debía correr en el otro sentido. Lo peor es que el equino indica la
dirección en la que marchamos: hacia el pasado. Retrocedemos a velocidades
pasmosas a una Venezuela pre republicana sin ninguna posibilidad de alcanzar el
desarrollo por el camino que vamos.
La
situación del país es tan grave que el defensor del pueblo, el contralor, la
fiscal, la presidenta del TSJ y la presidenta del CNE no entienden que no son
parte del gobierno. Que representan poderes independientes llamados a
equilibrar el inmenso poder que de por sí tiene el ejecutivo nacional.
Independientemente de si Cabello es culpable o inocente de lo que se le señala,
las instituciones debieron haber actuado con la prudencia que impone la misma
constitución. En nuestro caso, lamentablemente, volvemos a exhibir una actitud
bananera como es la de pasarle por encima a la formalidad y tomar partido por
el amigo.
La
más triste expresión de república bananera es una soberanía inexistente. El
poder se ejerce en Venezuela en colaboración con o por delegación de Cuba. Eso,
la historia nunca se lo perdonará a Chávez ni a sus sucesores. El nivel de
penetración de los militares cubanos en nuestras fuerzas armadas debe mantener
las cenizas de Bolívar en una especie de torbellino constante.
El
proyecto chavista, cual orca asesina, tomó el país por asalto y lo lleva a la
profundidad de la pobreza para ahogar los sentimientos libertarios de los
venezolanos. Nuestro pasado reciente parece inclinar la balanza hacia le recuperación
de esas libertades y el rescate del desarrollo que
debemos a las futuras generaciones.