Por: César Guillen
Citterio
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Movimiento Laborista
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Movimiento Laborista
¿POR QUÉ VENEZUELA,
NO VE SU DESTINO?
“En el socialismo y sus modelos similares, la
ignorancia y el vicio viajan tan lento que pronto serán alcanzados por la
pobreza y la desesperación”.
“El pueblo generalmente quiere el bien, pero no
siempre lo ve.” (Maximiliano
Robespierre)
“En 1829 los
enérgicos yankees podrían abatir y reemplazar a los flojos y degenerados
mexicanos, quienes eran incapaces de progresar” (Carlos Marx)
Estas frases introductorias
nos dan una idea de que el problema de los pueblos en Latinoamérica, sigue
siendo el de alcanzar la felicidad y el bienestar sin ningún esfuerzo ni
sacrificio, de allí que la gente
prefiera un gobierno repleto de promesas que nunca llegan, pero que los llenen
de esperanzas.
Esa dicha se alcanzaría
supuestamente, cuando de una forma mágica e inminente una acción política
salvadora, le quite todo lo que nos hace falta a ese alguien o cosa perversa
que lo posee todo, incluyendo esa misma esperanza.
Esa forma de
gobierno ideal que siempre es prometido una y otra vez, se desvanece cuando el
uno, agobiado por saber cuándo llegara ese día y el otro hastiado de sortear tantas
exigencias, repentinamente advierten de que
esa esperanza ha sido remplazada por la opresión y el desprecio.
Una vez que se
produce ese cambio, el de la esperanza por la fuerza, se modifica la actitud
del genuflexo y del pobre de espíritu, que confundido aspira entonces a
ablandar con la sumisión y su gesto mendicante el corazón del opresor, inspirando el más detestable de los
sentimientos “la lástima”.
Las
negociaciones truculentas a espaldas del pueblo laborioso y honrado, la
falsedad de las ideologías salvadoras,
la ambición por el poder y la codicia del dinero, han entrampado a las
sociedades latinoamericanas en un túnel cuya salida no se dirige a la luz, sino
a la desembocadura de un precipicio.
La política en
nuestra región pareciera tener como conducta, la de plegarse a las
circunstancias, malversar sin vacilaciones, golpear sin piedad, mentir sin
titubeos y traicionar sin remordimientos. Descalificar a los honestos y abrazar
a los corruptos. Echarse, en suma, los prejuicios a la espalda.
El diputado del
oficialismo, Jesús Farías, sorprendió al declarar:
“Que el modelo económico venezolano
actual es rentista, está en franco retroceso y lleno de contradicciones.
Además posee un atraso productivo severo, por lo que hay que incentivar la
producción a fin de evitar el exceso de importaciones”.
En Venezuela, una
vez más el fracaso del proyecto político es completo. En lo moral, en lo
económico, en lo social. No se oye por ninguna parte otra cosa que no sea el
griterío de la desesperación de todas las clases, unos acompañados de obscenidades
y tumultos de anarquía popular, los otros rumiando su frustración en los
clubes, restaurantes y reuniones a la espera de un nuevo “Salvador”.
IMAGEN SUPERIOR: Cortesía de Ríete del Gobierno
IMAGEN SUPERIOR: Cortesía de Ríete del Gobierno