EDUCACION DEMOCRATICA Y LA ENSEÑANZA SOCIALISTA.
Por: Cèsar Guillèn Citterio.
Movimiento Laborista.
Enseñen y tendrán quien sepa, eduquen y tendrán ¡quien
haga! Simón Rodríguez
¡Todo el mundo desea saber, pero nadie quiere pagar el
precio de estudiar!
La historia ha
demostrado que la enseñanza en el sistema socialista se reduce a un catálogo de
instrucciones, tendientes a reforzar unos principios muy simples que se tienen
por ciertos para una minoría elementalmente instruida y cuyo único interés no
es educarla sino adoctrinarla.
Como todo
pensamiento radical, es estático, tiene una sola idea y un solo fin. Por lo que
el análisis interpretativo de la dinámica social se reduce a un decálogo de prácticas
para condicionar una conducta y un comportamiento ya preconcebidos. Desestima
la historia verdadera y la sustituye por fetiches e imágenes. Fabrica iconos
cuasi religiosos que apaciguan el carácter místico de sus seguidores.
La educación
democrática, muy por el contario es libre en toda su extensión. Es también
dinámica y evolutiva por lo que se enriquece constantemente con los cambios
propios que experimenta la humanidad. Es esencialmente tolerante, pues ella
misma alberga a todas aquellas ideas que le son contrarias e inclusive les
permite expresarse.
En un sistema
democrático verdadero la ilustración pública es un objeto sagrado para sus
instituciones. Educar a un hombre mental y no moralmente es una amenaza en
ciernes, pues la calidad nunca es accidental ya que ella es el resultado de la
inteligencia.
La
colectivización de la enseñanza en la revolución chavista, se demuestra con la
inclusión de casi el 90% de bachilleres especiales de tan solo 2 años de
estudio (Misión Ribas) en la Universidad central de Venezuela por tan solo un 10%
de bachilleres de la educación formal y reglamentaria.
La selección no
fue con base a sus aptitudes académicas, sino a elementos políticos tales como:
Afinidad ideológica, condición social y actividades proselitistas a favor del
régimen. Un enorme daño a esa juventud, más confundida y alienada que defensora
de esta revolución.
Desgraciado el
joven que se limite a alabar servilmente las ideas y las formas que han sesgado
su libertad de pensamiento y su porvenir.
Es un
compromiso de los hombres responsables de la educación en la etapa de la
transición que está por venir, revisarla profundamente,
redefinir el casi modelo litúrgico de nuestra historia, cuyo rígido esplendor
ha querido compensar nuestras carencias sociales y civiles.