JULIO 9, 2015
Militares encarcelados cargan lo peor de la paranoia chavista
ANTONIO MARIA DELGADO
Son los señalados de conspiración por el régimen bolivariano. Algunos han sido acusados públicamente de participar en presuntos intentos de golpe de Estado o de magnicidio que recurrentemente denuncia el chavismo sin aportar pruebas, más allá del ocasional testimonio obtenido bajo tortura.
Son los señalados de conspiración por el régimen bolivariano. Algunos han sido acusados públicamente de participar en presuntos intentos de golpe de Estado o de magnicidio que recurrentemente denuncia el chavismo sin aportar pruebas, más allá del ocasional testimonio obtenido bajo tortura.
Capitán (Av) Laidet Salazar de Zerpa
Y los militares son quienes están llevando la peor parte entre los presos políticos del régimen, dijeron organizaciones no gubernamentales que velan por los derechos humanos en el país sudamericano. Se trata, en muchos casos de oficiales que tuvieron la valentía de expresar abiertamente su desacuerdo con el rumbo que el régimen ha escogido para Venezuela.
“Son quienes están siendo peor tratados, porque no solo los someten al escarnio público, sino que también han sido sometidos a la tortura psicológica y a condiciones de reclusión inhumanas”, afirmó en Miami Patricia Andrade, presidenta de la ONG Venezuela Awareness.
Muchos de estos militares lo único que han hecho es apegarse a la Constitución, y resistir las presiones que el régimen ejerce para que sirvan a la Revolución por encima de la defensa de la nación, dijo Andrade
Pero el procesamiento judicial contra ellos no puede considerarse como fortuito, añadió el coronel de la Guardia Nacional, Antonio Semprun.
“Están siendo utilizados para enviarle internamente un mensaje a las Fuerzas Armadas, para que todos sus integrantes se vean en ese espejo”, comentó Semprun.
“¿Por qué están enviando este mensaje? Porque ellos conocen bien la situación interna y saben que hay descontento. Los oficiales que no conforman la cúpula militar, los que no están recibiendo las prebendas del gobierno, el resto de toda esa oficialidad que es bastante, tienen que vivir del día a día bajo las mismas condiciones que están padeciendo todos los venezolanos, que ahora viven haciendo eternas colas para buscar alimentos y medicinas”, sostuvo el coronel.
Pero hasta el momento ha sido muy poca la simpatía que el sector civil ha mostrado hacia los militares, advirtió José Antonio Colina, presidente de la Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exterior (VEPPEX).
“Todas las organizaciones políticas, hablan de violaciones a los derechos humanos de los dirigentes políticos, de los estudiantes presos, incluso de los tuiteros, pero ninguno hace mención al caso de los oficiales detenidos”, resaltó Colina.
“La sociedad constantemente critica, y con razón, la inacción de los militares ante lo que el chavismo le está haciendo a Venezuela, pero tampoco está saliendo a defender a aquellos que sí se han atrevido dar un paso al frente y se han rehusado a servirle al régimen. Estos han quedado en el olvido y eso es injusto. La sociedad no debe dejarlos solos. Todos estos militares han mostrado una postura frontal contra el régimen, y por eso es que están presos”, sostuvo.
Según Venezuela Awareness, los militares presos bajo el régimen de Maduro actualmente suman unos 25, un buen número de ellos fueron señalados por el régimen de participar en el denominado Golpe Azul, u Operación Jericó, una improbable conspiración que involucraba el uso de un avión Tucano para asesinar a Maduro a través de un bombardeo en el centro de Caracas.
Pero algunos de los oficiales detenidos fueron arrestados por motivos menores. Uno de ellos, por ejemplo, fue encarcelado por rehusarse a añadir su nombre a la campaña de firmas iniciadas por Maduro para protestar contra la decisión del presidente Barack Obama de sancionar a siete funcionarios del chavismo por violaciones a los derechos humanos.
Varios de los arrestados han sido colocadas en cárceles comunes en Venezuela, controladas por algunos de los peores criminales del país que disponen libremente de las vidas de los reclusos, sin que esto les acarree consecuencias.
Una de las oficiales bajo estas condiciones es la capitana de la Aviación Laidet Salazar, recluida en la cárcel de mujeres de Uribana, en el estado Lara, donde en un momento dado se le obligaba a dormir compartiendo una colchoneta con una reclusa.
Hoy en día está bajo aislamiento, y no se le permite recibir cartas o tener libros. Ha tenido muy poco contacto con su familia o sus abogados. ¿Su verdadero crimen? Rehusarse a ceder ante las presiones de sus captores para que implicara en el complot a otros oficiales.
“En el expediente que cursa ante la Corte Marcial no hay ninguna prueba real y convincente de su participación en conspiración alguna, sólo se encuentran los testimonios contradictorios de algunos oficiales de la Aviación y la Guardia Nacional, que fueron torturados y amenazados para que declaran en contra de todos estos oficiales profesionales y honestos”, señala el informe sobre la capitana Salazar elaborado por Venezuela Awareness.
Otros de los arrestados se encuentran recluidos en la cárcel de La Pica, en el oriental estado Monagas, obligados a convivir con la población de reclusos comunes.
Alli sus vidas corren peligro, advirtió Colina.
“No hay nada más denigrantes y nada más peligroso que detener a un militar activo y en vez de someterlo a la jurisdicción militar, llevarlo a una casa común. Los presos comunes sienten tanta animadversión por los militares que la que sienten contra la policía”, advirtió.
Otro de los oficiales cuya situación generaba preocupación entre los consultados es el teniente de la Fuerza Aérea Eduardo Figueroa, quien fue recientemente entregado por Panamá al régimen de Maduro, como presunto implicado del complot para bombardear a Maduro.“Hasta este momento no se sabe dónde está”, dijo Colina. “Después que lo llevaron a Venezuela, desapareció”.
Y los consultados también relataron el caso del general de División retirado Edgar Bolívar Ramírez, quien fue arrestado recientemente en la localidad de Cagua, en el estado Aragua, y donde lleva dos semanas esposado a una silla.
El oficial venezolano, cuyo grado es equivalente al de un general de dos estrellas en Estados Unidos, tuvo una carrera ejemplar dentro de la Guardia Nacional, hasta que decidió salir a protestar contra el régimen bolivariano en el 2002 junto a otros oficiales en las protestas de la Plaza Altamira en Caracas.
Bolívar se ve obligado a dormir en el suelo en una colchoneta suministrada por su familia y solo le quitan las esposas cuando grita que tiene que ir al baño, relataron los consultados.