La guerra de Maduro
Fernando Ochoa Antich.
Jugar a la guerra puede terminar siendo
sumamente peligroso. Así lo muestra la historia… Sólo con recordar la tragedia
que significó para el pueblo japonés el
error histórico de atacar la base naval de Pearl Harbor, es un excelente
ejemplo de ese riesgo. Permitió al
gobierno de Franklin Delano Roosevelt romper el aislacionismo de su pueblo e
intervenir en la Segunda Guerra Mundial. En la América Latina, el doloroso caso
de la Guerra de las Malvinas debería hacernos reflexionar para no cometer los
mismos errores. El 2 de abril de 1982,
los argentinos se despertaron con la noticia de que las islas Malvinas
habían sido recuperadas por un sorpresivo desembarco del Ejército. El criterio
estratégico que imperó fue que Inglaterra no enviaría tropas a recuperar las
Islas. Craso error. El verdadero objetivo del régimen militar era fortalecerse ante
el desastre económico y las graves denuncias por violación de derechos humanos.
El resultado: la derrota y la muerte de cerca de 650 jóvenes argentinos.
La creación de la Zona de Defensa Integral de la Fachada Atlántica
debería haber sido la respuesta necesaria ante la provocativa e intransigente posición
mantenida tanto por el anterior como por el actual gobierno de la República
Cooperativa de Guyana. Lo que no es
fácil de explicar es la rectificación del decreto 1787, alegando “fallas en los
originales”. La nueva versión del
decreto, aparecida el 8 de junio de 2015, tras indicar las mismas coordenadas plantea
“que existe un área marítima por
delimitar que será determinada una vez
se resuelva la controversia pendiente
entre la República Bolivariana de Venezuela y la República Cooperativa de
Guyana según el Acuerdo de Ginebra”. Esta rectificación deja en claro que los puntos
T, U, V en la práctica no existen. El colmo es que en ese mismo decreto se creó
la Zona de Defensa Integral Occidental produciendo tal grado de preocupación en
Colombia que su gobierno emitió una nota de protesta, la cual, según creo, no
ha tenido respuesta..
Crear esta crisis con Colombia es inexplicable. Nuestras
relaciones se encontraban totalmente normalizadas después de la firma del
Acuerdo de San Pedro Alejandrino entre los presidentes Barco y Pérez y el
reconocimiento por ambos gobierno de los principios de la bilateralidad y de la
globalidad. Es verdad que las relaciones durante estos últimos años han sido muy complejas, pero nunca los delicados
enfrentamientos se originaron por
problemas limítrofes. Ahora, volvemos de nuevo al doloroso pasado que parecía
superado. Regresar a tensiones militares como la producida por la presencia de la Corbeta
Caldas en aguas territoriales venezolanas no es lo más conveniente para ninguno
de los dos países. Después de haber superado tan delicada situación, surgió un
período realmente positivo en nuestras relaciones que permitieron fortalecer
importantes vínculos económicos y comerciales. Reconstruir ese pasado reciente
debería ser el objetivo del liderazgo democrático.
En verdad, Nicolás Maduro está conduciendo a Venezuela a un delicado enfrentamiento internacional
difícil de superar sin graves consecuencias para Venezuela. Lo curioso, es que
se haya escogido un momento de marcada debilidad de nuestro país para
provocarlo. Generar, al mismo tiempo, un incremento de tensiones militares con
Guyana y Colombia no tiene sentido. Al analizar la situación con Guyana se
requiere tomar en cuenta que ese país
tendrá un firme apoyo de la Comunidad del Caribe y del Reino Unido, motivado a
sus estrechas relaciones históricas. Tampoco se puede olvidar la reciente
reunión realizada en Jamaica entre el presidente Obama y el Caricom y las
difíciles relaciones entre Venezuela y Estados Unidos. En el caso de Colombia,
su potencialidad militar es similar a la de Venezuela, pero se debe considerar como un factor fundamental sus privilegiadas
relaciones con los Estados Unidos.
Lo inaceptable, como lo entiende perfectamente bien el pueblo
venezolano, fue tratar de hacer creer que la maniobra de crear la Zona de Defensa
Integral de la Fachada Atlántica era una respuesta a la posición de Guyana de
rechazar “una solución práctica de la controversia” como lo establece el
Acuerdo de Ginebra. Si hubiese sido así no se habría rectificado, de manera
mucho más discreta, dicho decreto manteniendo que tres de los cuatro
puntos que definen dicha Zona
Estratégica está en discusión con Guyana. En definitiva, el real objetivo de
esta maniobra ha sido tratar de obtener
la mayoría en las elecciones parlamentarias. No creo que se logrará. Es
demasiado el descontento nacional. Además, la experiencia de la Guerra de las
Malvinas indica que es un grave error histórico diseñar una política exterior que sólo busca satisfacer objetivos de un gobierno en particular y no verdaderos intereses
nacionales.
Caracas,
5 de julio de 2015.
@FOchoaAntich.