Fernando
Ochoa Antich.
Los venezolanos no nos podemos dejar
engañar. Es absolutamente falso que Nicolás Maduro defienda los intereses de la
Patria al provocar artificialmente las recientes crisis internacionales con
Guyana y con Colombia. En ambos casos, sus acciones han sido, para decir lo
menos, improvisadas y mal orientadas. En ninguno de ellos evaluó, con
detenimiento y prudencia, las delicadas consecuencias que podían tener las
medidas que iba a tomar. Uno de los tantos errores cometidos ha sido su
exacerbado protagonismo para abordar tan delicados asuntos a través de los
medios de comunicación en lugar de emplear las tradicionales vías diplomáticas.
Esta irresponsable forma de actuar
indica claramente que su interés real, al crear estas dos crisis
internacionales, ha sido tratar de
impactar, mediante una encendida propaganda, el sentimiento nacionalista
del venezolano para influir en el resultado de las elecciones parlamentarias.
Tiempo perdido. El voto castigo es una realidad. Lo dicen todas las encuestas
sin excepción.
Analicemos
el caso Guyana. Los gobiernos chavistas mantuvieron durante más de dieciséis
años una posición de total entreguismo de los derechos de Venezuela sobre el
Esequibo. Esta realidad queda clara sólo con recordar dos frases de Hugo
Chávez: “Venezuela no se opone a ningún proyecto de desarrollo en el Esequibo, autorizado
unilateralmente por Guyana, si beneficia a su pueblo”, “Venezuela inició la
reclamación del Esequibo por presiones
de los Estados Unidos para desestabilizar el gobierno comunista de
Cheddy Jagan”; y observar la conducta de Nicolás Maduro durante su desempeño en
la cancillería al guardar silencio después de recibir y analizar el informe de nuestro embajador en Guyana,
Darío Morandi, el cual señalaba la decisión de Guyana de extender su mar
territorial a 150 millas comprometiendo nuestra salida al Atlántico o durante
su visita oficial a Guyana en el año
2013, ya en funciones presidenciales, cuando
no protestó la entrega de concesiones ocurridas, ese mismo año, a las
transnacionales Anadarko, Esso y Shell.
Sin embargo, Nicolás Maduro decidió, por razones electorales,
dictar el decreto 1787 del 26 de mayo de 2015, en el cual se creaba la Zona de
Defensa Integral de la Fachada Atlántica. Ese decreto terminó en un gran fiasco
al cometerse tantos errores en su redacción que tuvo que someterse al bochorno
de tener que reemplazarlo por el decreto 1859 del 6 de julio, suprimiendo
totalmente las coordenadas que habrían permitido un importante efecto
internacional. La respuesta de Guyana fue inmediata: descalificó
el Acuerdo de Ginebra, descartó los buenos oficios y amenazó con acudir a la Corte Internacional de Justicia. Esta equivocada actitud diplomática, por parte de
Venezuela, trajo por consecuencia que Guyana obtuviera importantes apoyos de
los gobiernos de la Comunidad del Caribe (CARICOM), de Inglaterra y de Brasil. Otro aspecto inexplicable, es que
Venezuela no haya enviado la correspondiente nota de protesta al Brasil después
que su embajador en Guyana rechazó recientemente, sin mayores argumentos,
nuestros derechos en el Esequibo…
El conflicto con Guyana no tuvo ningún impacto en la opinión
pública, por lo cual Nicolás Maduro decidió radicalizar los problemas con
Colombia buscando encender el espíritu nacionalista del venezolano. Es más que
conocido la situación de inseguridad que
enfrentan los habitantes de las zonas fronterizas con Colombia. Nada se había
hecho durante los años de gobierno “revolucionario”. Repentinamente, Nicolás
Maduro, valiéndose de un incidente que involucró a miembros de la Fuerza Armada
Nacional decidió cerrar la frontera con Colombia y decretar el estado de excepción
en los municipios fronterizos de los estados Táchira, Zulia y Apure, con el
argumento de fortalecer la lucha contra el paramilitarismo, el contrabando y la
creciente criminalidad. Nadie se ha creído el cuento. Esos problemas existen en
las zonas fronterizas desde hace más de diez años. Las bandas criminales que allí operan están constituidas
por los paramilitares y los grupos guerrilleros de las FARC y del ELN que, con
autorización del régimen, permanecen en nuestro territorio, violando la soberanía
nacional.
Además, la opinión pública ha señalado, con sobradas razones,
que los hechos delictivos que ocurren en
la frontera son también consecuencia de
la corrupción de altos funcionarios del régimen y de miembros de la Fuerza Armada Nacional. No creo que ni el
estado de excepción ni mucho menos cerrar la frontera logre resolver tan
complejo problema. Se requeriría una
importante negociación con Colombia, para lograr que los dos gobiernos, tomen medidas eficientes. Sin lugar a dudas, un tiempo de elecciones no
es el más apropiado para realizar esa negociación. Las conversaciones de los
presidentes Santos y Maduro no conducirán a nada. Todo seguirá igual después de
las elecciones. Los venezolanos no son tontos. Ellos han percibido claramente
que la maniobra del régimen sólo busca obstaculizar el proceso electoral que se
avecina. De todas maneras, estoy seguro que el patrioterismo exacerbado de
Maduro con relación a Colombia terminará en otro estruendoso fracaso y la
derrota de los candidatos del PSUV ocurrirá de una manera realmente vergonzosa.
Caracas, 20 de septiembre de 2015.
@FOchoaAntich.