"Las Megabandas”, legado del chavismo
Fernando
Ochoa Antich.
El violento ataque ocurrido esta
semana, de manera coordinada, a distintos cuerpos policiales en varios estados
es de tal gravedad que exige una profunda reflexión y una amplia discusión en
la opinión pública. Hubo dos titulares de prensa, que habrían escandalizado a
cualquier sociedad acostumbrada a vivir en paz: “cincuenta motorizados, con
armas de guerra, se desplazaron por la autopista Francisco Fajardo y atacaron
con granadas a un punto de control de la Policía de Miranda en Las Mercedes causando 8 heridos”
y “en cuarenta y ocho horas atacan 5 puestos policiales con granadas”. Sin
embargo, la noticia desapareció
rápidamente de las primeras páginas de los diarios de circulación nacional y
regional y el tema no se analizó suficientemente en los más importantes
programas de opinión. Estoy convencido que esta opacidad se originó en el
interés del propio gobierno nacional en ocultar lo ocurrido por ser la
inseguridad uno de los grandes problemas que evidencian su estruendoso fracaso.
Estos
preocupantes hechos también han dejado en claro que el enésimo plan de
seguridad: la “Operación de Liberación del Pueblo” (OLP) ha sido un nuevo
fracaso del gobierno de Nicolás Maduro. Los numerosos operativos ejecutados por
unidades policiales y militares, principalmente en los barrios populares, no
han logrado desmantelar a las grandes organizaciones delictivas ya que en lugar
de detener a los jefes y a sus
verdaderos integrantes han sido
utilizados para realizar redadas masivas e indiscriminadas, sin ninguna información
de inteligencia ni vinculación con las
organizaciones sociales, cometiendo todo tipo de de abusos y atropellos. Se ha
llegado a tales extremos en el uso de la violencia indiscriminada que los dirigentes del propio oficialismo, Antonio
González Plesman, Keimer Ávila, Luz Mejía Guerrero y Amaylin Riveros, expertos
en criminalística, protestaron públicamente mediante un comunicado en el cual
señalan el gran fracaso que han sido estos operativos.
No
es de extrañar que la “Operación Liberación del Pueblo” haya fracasado. Se
concibió como una acción policial que sólo buscaba disminuir el sentimiento de
angustia que produce la inseguridad en los sectores populares, buscando mejorar
las posibilidades electorales para el régimen ante el reto de las elecciones
parlamentarias. En ningún momento, los operativos tuvieron realmente la
intención de enfrentar la creciente ola
de violencia que vive Venezuela desde 1998. En ese año, las estadísticas apenas
señalaron 13 asesinatos por cada 100.000 habitantes; en el
año 2014, se alcanzó la sorprendente cifra de 82 asesinatos, transformándose
Venezuela en el segundo país más
inseguro de la América, Un problema de esa magnitud exigía un detenido estudio
y la participación de los mejores criminólogos de nuestro país. Nada se hizo. La improvisación llegó a tal extremo
que se crearon “los territorios de paz” y se implementó la negociación con los
pranes en las cárceles. Un verdadero absurdo.
Definitivamente,
la inseguridad personal se encuentra fuera de control. Existen distintas
razones técnicas que comprometen la acción contra el crimen, pero los tres
problemas más graves son: la permanente prédica del odio, la total impunidad
ante la ley y la complicidad del chavismo con sus bandas armadas, mal llamadas “colectivos”. La prédica del odio fue particular
creación de Hugo Chávez, pero Nicolás Maduro ha hecho un consistente esfuerzo
para implementarla… No hay aparición pública que no sea utilizada por Nicolás
Maduro para tratar de enfrentar a distintos sectores sociales. El segundo
aspecto es la impunidad. En marzo de 2013, expertos en Derechos Humanos
precisaron que apenas el 20 % de los homicidios registrados en Venezuela, entre
1999 y 2012, habían sido resueltos por el Ministerio Público. Es decir, que más
del 80 % de los asesinatos quedaron impunes” Después de describir este macabro
cuadro de violencia, cabe preguntarse: ¿Cuál es la verdadera causa de la
creciente impunidad en Venezuela?
Esa situación
se ha agravado, en estos últimos años, dada la evidente complicidad entre los
colectivos armados e ideologizados por el chavismo y las redes criminales que
aterrorizan a los sectores populares y a la Clase Media. Justamente, de allí se
originaron las “Megabandas”. El criminólogo Fermín Mármol García las describió
de la siguiente manera: “Cada una de estas “Megabandas” está formada por lo menos de 80
miembros, los cuales portan armas automáticas cortas, largas e incluso
granadas, y cometen un abanico de delitos que abarcan el secuestro, robos de
vehículos, extorsión, venta de drogas e incluso trata de blancas”. Esas bandas
de delincuentes se entrenaron militarmente en los colectivos. De allí
provinieron sus jefes y también sus propios efectivos. El grave problema que
enfrenta Nicolás Maduro es que esos grupos se consideran independientes y no
aceptan instrucciones sino de sus propios jefes. Este y no otro ha sido el
legado del chavismo en materia de seguridad personal para los venezolanos.
Caracas, 4 de octubre de 2015.
@FOchoaAntich.