¿Chávez
vive?
José Vicente
Carrasquero A.
Con
la desaparición física de Hugo Chávez, su movimiento perdió el único activo
político digno de ser tomado en cuenta como tal. Lo que quedó tras de él fue un
grupo de vividores de la política que pudieran ser clasificados desde mediocres
dirigentes hasta ineptos burócratas sin capacidad alguna para ni siquiera comprender
la gravedad de la crisis que estamos viviendo, sus causas y consecuencias.
Solo
queda a los seguidores del caudillo la explotación al máximo de su figura. Ese
uso de la imagen del difunto es tan grosero que muchas veces se le trata de
poner por encima del Libertador y a niveles de Cristo. La imagen del fallecido
ex presidente es omnipresente. Se le atribuyen logros que nunca alcanzó, como
por ejemplo, cualquier dimensión de soberanía que usted amigo lector quiera
pensar.
Lo
cierto es que Chávez deja tras de sí la peor etapa de la historia venezolana.
Una en la cual los problemas que él prometió combatir disfrutan de excelente
salud y se hacen cada día más fuertes. La corrupción, las cúpulas podridas que
buscan a como de lugar limitar las posibilidades de expresión del pueblo, la
criminalidad, el deterioro evidente de la infraestructura conforman el entorno
de problemas de mucha mayor gravedad como el hambre y la muerte por
enfermedades que la incompetencia gubernamental es incapaz de sanar.
Es
así como Chávez se hace más omnipresente. Chávez vive en unas fuerzas armadas
tan corrompidas que son cada vez más los miembros de esa institución que
aparecen ligados a delitos de narcotráfico, contrabando de combustible y
explotación ilegal de nuestros recursos mineros.
Chávez
vive en la cantidad de esbirros de su gobierno que persiguen y reprimen a los
venezolanos que buscan vías para manifestarse contra la más corrupta de las
clases políticas que hayan ostentado poder en Venezuela. Vive en cada carro
blindado con el que se ataca al pueblo, vive en cada bomba lacrimógena lanzada
contra gente hambrienta clamando por comida.
Chávez
vive en los hospitales donde los niños mueren víctimas del cáncer porque el
gobierno no destinó los recursos necesarios para adquirir los equipos y
medicinas necesarias para su curación. Chávez vive en laboratorios expropiados
que languidecen ante la irresponsable y corrupta directiva nombrada por el
gobierno en función de la filiación política y no en términos de su capacidad
profesional.
Chávez
vive en las morgues venezolanas. Y es testigo de la cantidad de venezolanos que
mueren en manos de un hampa desbordada que él se encargó de fomentar como
mecanismo de control social. Vive en cada secuestrado que sufre el terror de
ser crematísticamente intercambiado por recursos que le costaron toda una vida
poder generar.
Chávez
vive en los colectivos, que cual hordas asesinas, intentan someter a los
venezolanos como si se tratará de un país invadido. Vive en el bochornoso acto
de impedir que la gente piense distinto a la idea anacrónica de un gobierno
atrasado y primitivo. Vive en la humillación de quienes son golpeados,
desnudados y aterrorizados por hampones que gozan de la impunidad que el
mismísimo caudillo les garantizó.
Chávez
vive en las grandes quintas y preciosos palacios medievales europeos adquiridos
por los hampones que negociaron con el gobierno y se hicieron groseramente
ricos sobornando a funcionarios a cambio de mercancías que nunca llegaron y
servicios que jamás se prestaron.
Chávez
vive en una PDVSA quebrada e incapaz de enfrentar los retos que tiene por
delante. En el número decreciente de taladros para garantizar el nivel de
producción de la industria. Vive en la incapacidad de la empresa para pagar a
sus proveedores, vive en el haber acabado con el petróleo como mecanismo de
desarrollo del país.
Siendo
Chávez el promotor del proceso revocatorio como mecanismo del pueblo para
terminar el mandato otorgado a un incapaz, vive en la corrupta postura de su
clase política para impedir a como dé lugar la expresión popular que sin lugar
a dudas enviaría al basurero de la historia al peor presidente que haya tenido
que sufrir Venezuela.
Chávez
vive en un TSJ que exhibe el deleznable record de declarar inconstitucional
casi cualquier actuación de la Asamblea Nacional. Chávez vive en el corrupto
mecanismo que se usó para juramentar a unos miembros del TSJ que no poseen
credenciales para el desempeño de los cargos o que han sido miembros del
partido de gobierno. Chávez vive en una vergonzosa defensoría del pueblo al
servicio del partido de gobierno e incapaz de aceptar que en Venezuela hay una
permanente violación de los derechos humanos. Chávez vive en un servicio de
relaciones exteriores que miente descaradamente sobre la tenebrosa crisis que
se vive en el país.
Chávez
vive en un país que se convirtió en el mas ansiado sueño de Pablo Escobar
Gaviria hecho realidad. Un estado puesto en su casi totalidad al servicio del
narcotráfico. Un territorio entregado a un consorcio conformado por la
guerrilla colombiana, criminales internacionales y militares venezolanos para
hacer de Venezuela una autopista del tráfico de sustancias estupefacientes.
Chávez
vive en una clase política que se aferra al poder sin importarle para nada el
sufrimiento del pueblo. Vive en un Maduro que pretende desconocer los problemas
más graves como el hambre y la muerte por falta de servicios sanitarios
adecuados. Vive en una cúpula militar enriquecida por la cantidad de negocios
ilícitos en los que se han metido. Vive Chávez en una moneda devaluada que no
sirve para nada y cuyo valor es, cada segundo que pasa, mucho menor.
Chávez
vive en el peor momento de la historia del país. En nuestra peor calidad de
vida. En asalariados para defender un gobierno que no merece defensa alguna.
Chávez vive, y que de eso no quede duda, en la arrechera de un pueblo que hará
lo que sea para salir de esta pesadilla en la que se convirtió el chavismo.