Venezuela
secuestrada
José Vicente Carrasquero A.
He
sostenido durante los últimos meses que la herencia de Chávez se encuentra en
plena elaboración. He dicho además que será imposible evitar responsabilizar al
caudillo de las desgracias que viven los venezolanos en este momento. Debemos
recordar que fue Hugo el que trajo consigo esta clase política primitiva que hoy
ocupa posiciones de poder y que por medio de corrupción y trapisondas evitan la
efectiva acción participativa y protagónica del pueblo.
Los
intereses privados de los miembros de la cúpula podrida están por encima de la
constitución que impulsaron y juraron cumplir y hacer cumplir. Esos intereses
son, lamentablemente, totalmente crematísticos. Es muy difícil que tenientes
del ejército puedan exhibir los niveles de riqueza actuales. Y nos referimos a
tenientes de la promoción de 1987 que hoy ocupan curules de la Asamblea
Nacional, gobernaciones de estado y hasta embajadas de Venezuela en países
europeos.
Usando
la quincalla discursiva de Hugo Chávez, se puede describir lo que estamos
viviendo de la siguiente manera: el pueblo venezolano, en uso de su derecho
soberano, ha participado en un proceso de recolección de firmas que da fe de su
protagonismo al promover una consulta para remover de su cargo a un presidente
que lidera una cúpula podrida que ha sumido a los venezolanos en una deplorable
situación de pobreza y postración. El que tenga oídos que oiga…
Dejar
que la constitución siga su curso implicaría la realización de un referendo
revocatorio este mismo año. La consecuencia obvia de esa consulta popular es la
salida del poder del peor presidente de todos los tiempos. El asunto no
terminaría allí. Unas nuevas elecciones pondría la primera magistratura en
manos de la oposición junto a la Asamblea Nacional. En la práctica la salida
del chavismo de la estructura de poder del Estado.
Después
de esto lo más temido por la cúpula podrida. La rendición de cuentas. ¿De dónde
salieron las costosas casas de habitación? ¿De dónde los lujosos trajes que
lucen diputados previamente expulsados del ejército por pillos? ¿De dónde
salieron tantos aviones privados? ¿De dónde salieron las riquezas que se
exhiben con desparpajo? ¿Por qué se amañaron juicios para mantener presos a
personas inocentes? ¿Por orden de quién se reprimió violentamente a la
población violando sus derechos humanos? ¿Quién promovió interrogatorios con
torturas que causaron daños irreparables en las víctimas? ¿De dónde salió el
título chimbo de doctora de cierta magistrada?
Esta
pequeña lista de preguntas constituye un indicio del terror que reina en la
cúpula podrida y la estructura corrompida que la mantiene en el poder. Tener
que responder por todos estos atropellos y violaciones a la constitución y las
leyes es, para los amorales, una razón para atrincherarse. Lo peor es que
muchos de ellos ni siquiera pueden buscar refugio en el exterior. ¿A dónde
puede llegar uno de los actuales ministros sin tener que responder el alerta
que la DEA ha hecho a todas las policías del mundo? ¿Puede el hombre del mazo
pensar siquiera en abordar un avión para aventurarse fuera del país?
Lo
cierto es que son muchos los que no tienen futuro fuera de juicios y cárceles.
Sintiéndose sitiados, lo único que se les ocurre es secuestrar el país. Y como
todo secuestrador, violar todas las leyes que sean necesarias para que los
rehenes le garanticen mantenerse en una posición de negociación que les de la
esperanza de no tener que ser sometidos a los rigores de una ley que con ellos
no tendrá miramientos.
El
país está secuestrado por una cúpula podrida que ve en el pueblo rehén, su
escape del futuro que les espera. Y acuerdan entre ellos cuál será el próximo
atropello. Porque de atropellos es que se trata esta forma de llevar el país.
Sin interés alguno por la suerte de la gente. Con todo puesto en salvar el pellejo.
¿Quién
puede creer que a Maduro le quita el sueño la muerte de recién nacidos en
maternidades que se encuentran en pésimo estado? ¿Piensa usted querido lector
que Maduro lee un informe sobre la cantidad de asesinatos que ocurren
diariamente en Venezuela? ¿Le causa a Maduro alguna perturbación saber que
millones de personas se acostarán esta noche sin comer? ¿Qué le quita a Maduro
el sueño?
Garantizar
el pago de los bonos de la deuda pública y sus intereses que benefician en su
mayoría a los rojócratas que han usado este mecanismo para lavar fondos mal
habidos en transacciones con el gobierno o por venta de droga. Hacer la finta
de que está gobernando poniendo a producir por un par de días empresas
desahuciadas por la violencia con la que el control de cambio atacó la
producción. Importar vehículos que se le asignarán a los generales para que se
queden quietos y sigan aplaudiendo esta birria de gobierno.
El
país está secuestrado por un energúmeno que blande un mazo para decir que el
revocatorio no va. ¿Qué poder legal ampara esa declaración? Ninguno. El miedo a
que le revisen la fuente de sus riquezas evidentes. El terror a que los narco
sobrinos lo terminen embarrando en casos de tráfico de sustancias prohibidas.
El no tener más salida que un país hecho a su medida para garantizarse la
supervivencia.
El
país está secuestrado por leguleyos que escriben adefesios jurídicos para
bloquear las vías democráticas que el pueblo busca. El descaro de anunciar
miles de recursos de amparo para impedir el revocatorio solo puede venir de una
mente poquita, de una formación mediocre que se esconde detrás de un peinado
con gomina y un pañuelo desplegado sobre la carpa que le sirve de traje.
Muestra de los despojos de la política que Chávez recogió en un su camino al poder
y puso a su servicio.
El
país está secuestrado por un gobierno extranjero que ejerce un control omnímodo
sobre una clase política que carece de la formación necesaria para conducir el
país tal como lo muestran los resultados.
El
legado de Chávez sigue en plena construcción. No hay manera que la historia lo
exima de su responsabilidad sobre el peor momento social, económico y político
de nuestra historia. Toca a los venezolanos reaccionar y rescatar el país para
las futuras generaciones.