José Vicente
Carrasquero A.
Como
hemos dicho en varias ocasiones, la dictadura no tiene solución para ninguno de
los problemas que acongojan a los venezolanos. Los remedios pasan por desmontar
el mamotreto creado por Chávez. Un modelo económico perfecto para que los saqueadores
de las arcas públicas sigan enriqueciéndose a costa de la miseria del pueblo.
Ante
esta dramática situación, Maduro y su cofradía no tienen más remedio que apelar
a la quincalla cubana para intentar distraer la opinión pública. En efecto, en
Cuba se ha creado una realidad virtual según la cual el imperio es responsable
de todos los pesares de la población y no el estruendoso fracaso de una
revolución que nunca llegó a ser tal.
He
aquí que el gobierno ordena a sus laboratorios y colaboradores más cercanos
iniciar una cadena de acciones que pongan sobre el tapete una serie de temas
que no tienen importancia alguna para la población pero que en todo caso
distrae de lo que debe ser la discusión central que no es otra cosa que
conseguir los mecanismos para salir de un gobierno inhumano, oprobioso y como
veremos más adelante, vergonzoso.
El
3 de Marzo se cumple la sentencia de Isaías Baduel. La dictadura ya se inventó
un intento de golpe que según ellos estaría comandado por este general
retirado. Para que el tema sea más inverosímil se arresta a otro alto oficial
en situación de retiro y a unos sargentos bajo el pretexto de que intentarían
derrocar a Maduro. Son claras las intenciones de esta perfidia. Por un lado,
volver con la comiquita de que alguien quiere derrocar al peor presidente de
todos los tiempos y la otra, mantener a Baduel en prisión mientras duran las
eternas investigaciones que fabrica la policía política del régimen. Demás está
decir que con esta nueva creación de los laboratorios del régimen se justifica
la persecución contra líderes de la oposición.
La
ficción continua con la detención e imputación del delito de traición a la
patria de un profesor jubilado de la Universidad de Carabobo. El delito, ser
inteligente, preparado y criticar al gobierno en sus escritos. El objetivo,
sembrar el miedo en el siempre aguerrido sector universitario y enviar un
mensaje a quienes escriben en contra de este desastre haciéndoles saber que son
objetivos del brazo de represión legal de la dictadura.
Otra
caricatura que sale de la genialidad cubana es sugerir que Hugo Carvajal pida
públicamente que se le levanten las medidas en Estados Unidos para ir a
defenderse de lo que él llama mentiras y calumnias. Es evidente que el diputado
y militar retirado no tiene intención alguna de cumplir con lo que dice. Solo
quieren generar un ambiente entre los chavistas de que él tiene un expediente
limpio y es víctima de una acusación imperial.
Es
bien sabido que en su poquedad mental, Hugo Chávez acabó con el exitoso proceso
de descentralización que se llevaba a cabo en el país cuando él llego al poder.
No quería el comandante que nadie tuviese la oportunidad de tener una brillante
gestión que opacara su mediocre desempeño. Aún así, el gobierno pretende
relacionar a Henrique Capriles con el caso Odebretch. Un sin sentido en la
medida que el gobernador no podía contratar las obras que realiza esta empresa
y porque mucho menos tendría influencia sobre los depredadores oficiales del
erario público para asignar una obra.
El
brazo judicial de la dictadura pretende que se investigue penalmente al joven
diputado Freddy Guevara por presunta usurpación de funciones al investigar el
saqueo que se hizo de PDVSA. La bizarra autocracia perdona al saqueador, lo
premia con un cargo diplomático en la ONU y además pretende encarcelar a quien
investigó sus latrocinios. Una evidencia más de que la tiranía pretende seguir
persiguiendo y criminalizando a la oposición al tiempo que distrae la atención
de los venezolanos.
Me
gustaría ver la orden de CENCOEX en la que se le otorgan las divisas a El
Aissami para publicar una página completa de alegatos en NYT. Por cierto, es
evidente que la escribieron en castellano y la pasaron al inglés con un software
traductor. ¡Qué mal les quedó! Pero toda Venezuela y los medios de comunicación
hablaron de la carta aunque no se
enteraran de lo que decía. Un elemento más de la realidad virtual del régimen.
Del
laboratorio rojo sale un mensaje para las redes sociales de un tipo que tiene
30 números de cédula. Vulgar y mediocre creación del G2. Buscan resucitar la
desconfianza en el sistema electoral. El mismo derrotado por la oposición al
ganar cómodamente las elecciones de 2015.
El
más burdo y disparatado producto de fabricación roja es la del supuesto
esquiador venezolano que no fue admitido en Francia. La chapuza es de tal
magnitud que evidencia la intervención chavista. La idea era que la canciller
pudiera formar un zaperoco a nivel internacional y armar un escándalo con los
franceses. Este experimento les quedó muy mal. La actuación del joven en la
competencia fue vergüenza y hazmerreir universal. No podía ser de otra forma. Lamentablemente,
quedamos mal los venezolanos.
Maduro
es un desaventurado accidente en la historia de Venezuela provocado por quien
nos llevó por la senda de la miseria, Hugo Chávez Frías. Lamentablemente, no
podemos esperar de Nicolás acción alguna que nos saque del hueco en el que
estamos. Primero porque no tiene capacidad para ello, segundo y tan grave como
lo anterior es que está rodeado por un equipo de ineptos que ni siquiera son
capaces de entender los problemas que tienen que resolver. Es bien sabido que
cuando no hay comprensión del problema, es imposible producir una solución.
El
diálogo es otra ficción que Maduro se empeña en imponer como medida desesperada
para alargarse la permanencia en Miraflores. Ojalá las declaraciones de Borges
y Ramos Allup de que no hay posibilidad de conversaciones con la dictadura se
mantengan a falta de un compromiso de cumplimiento de lo acordado
anteriormente.
La
más reciente provocación de Maduro es que no habrá elecciones hasta que ellos
la puedan ganar. Eso quiere decir nunca. Ya no tienen pueblo. La gente no está
dispuesta a seguir aguantando este sin sentido sin ver una luz de esperanza.
Maduro en su inmadurez y torpeza no está leyendo adecuadamente la situación que
terminará, más temprano que tarde, con su salida del poder.