La destrucción del
profesionalismo militar
Fernando Ochoa Antich.
Ver el deplorable espectáculo de la
caravana cívico-militar, organizada por el PSUV, como parte de los actos para
conmemorar el cuarto aniversario de la muerte de Hugo Chávez, en la cual
miembros de la Fuerza Armada Nacional saludaban con el puño cerrado, al estilo
tradicional de los movimientos comunistas y de la izquierda revolucionaria, nos
debe generar, no solo un profundo rechazo, sino también gran preocupación.
Además, es absolutamente inaceptable que el presidente de la República, el
ministro de la Defensa y los altos mandos hayan facilitado, una vez más,
el patio de honor de la Academia Militar, para, con presencia de efectivos
militares y como continuación de dichos actos, se realizara una concentración
de corte absolutamente proselitista, organizada por el PSUV, pretendiendo presentar
ante los venezolanos una fuerza que no tiene, y simbólicamente demostrar que la
Institución Armada está al servicio de ese partido político.
Afortunadamente, ese objetivo no fue alcanzado, ya que los medios de opinión
independientes e internacionales reseñaron que en esa concentración sólo hubo
algunos cientos de militantes y una presencia militar muy limitada. En todo
caso, se pretendió, también una vez más, comprometer la obligatoria
imparcialidad política de la Fuerza Armada Nacional.
Ante esta recurrente y flagrante conducta,
violatoria del contenido de los artículos 328, 330 y 331 de la Constitución
Nacional, del régimen chavista, durante estos dieciocho años, considero
importante resaltar el significado que tiene el profesionalismo militar como
elemento fundamental del cabal desempeño de una organización armada al servicio
de un Estado y una sociedad. Los valores morales y éticos de un
profesional militar al servicio de una Nación deberán estar representados por
un inquebrantable respeto y acatamiento a la Constitución. Su personalidad debe
caracterizarse por la inteligencia, el
valor personal, la firmeza de carácter, la lealtad, la honestidad, el
compañerismo, la educación, el conocimiento técnico de la profesión y muchos
otros que deben convertirlo en un líder militar de reconocida autoridad moral,
que ejerza el mando a través del ejemplo y el ascendiente sobre sus
subalternos. En consecuencia, una organización militar conducida por
profesionales de esas características, debe estar al servicio de todos los
ciudadanos, en el marco constitucional y jurídico, sin otras limitaciones que
las establecidas por la misma Carta Magna y demás leyes de la República. Sin
embargo, ha sido precisamente en ese aspecto, donde de manera aviesa incidió
Chávez y lo siguen haciendo sus seguidores, con la lamentable colaboración de
muchos jefes militares, para destruir el indispensable profesionalismo militar.
Venezuela adolece de una gravísima crisis en
todos los órdenes de la vida nacional, cuyas expresiones huelga mencionar,
porque son suficientemente conocidas y sufridas diariamente por todos los
ciudadanos. Por ello, y ante la tozudez de Nicolás Maduro y su gobierno, es
necesario encontrarle salidas constitucionales y pacíficas a esta asfixiante
situación. En mi anterior
artículo, señalé tres posibles escenarios ante los que podríamos encontrarnos,
como respuesta a esta tragedia: “Una rebelión militar de algún sector de la
Fuerza Armada, cercana ideológicamente al socialismo del Siglo XXI”…; “Un
incontrolable estallido de violencia”…; “La renuncia de Maduro, en medio
de una creciente e inmanejable crisis económica, agravada por la
declaración de Venezuela en default”…En caso de ocurrir cualquiera
de ellos, u otro de mayor o
menor gravedad, tendrá que intervenir activamente la Fuerza Armada Nacional.
La razón de ser de la Institución Armada
es garantizar la independencia y soberanía de la Nación y la paz de la
República. Por ello, me surgen unas preguntas que me gustaría que el
general Vladimir Padrino López y el Alto Mando Militar respondieran responsablemente
a los venezolanos: ¿Existe en la Fuerza Armada Nacional el requerido espíritu
de cuerpo y unidad de sus integrantes, que garantice su idoneidad para
enfrentar una crisis de esa magnitud?; ¿Su apresto operacional se encuentra en
los parámetros requeridos para garantizar su operatividad?¿Es tan aguda la
escasez de alimentos y medicinas en las unidades militares que se requiere
enviar francos de servicio a sus efectivos a sus casas?
¿Cuándo le dará una respuesta convincente y seria a los familiares, al personal
militar y a Venezuela sobre el desaparecido
por ya más de dos meses, del helicóptero MI17V5 del Ejército y sus pasajeros y
tripulantes? ¿Es verdad, como afirma el gobernador Liborio
Guarulla, que en el Estado Amazonas se encuentran 4.000 guerrilleros de
las FARC y del ELN?
El caso del helicóptero MI17V5 es
realmente difícil de aceptar: el tiempo pasa, el helicóptero con
tripulantes y pasajeros no aparece y el ministerio de la Defensa guarda
absoluto silencio. Ante esta absurda situación empiezan a circular rumores de
todo orden. Fundamentalmente, han surgido tres hipótesis: el helicóptero
fue secuestrado en el momento de despegar del aeropuerto de Puerto
Ayacucho por un grupo armado perteneciente a las FARC, el cual lo condujo a
territorio colombiano; el helicóptero transportaba un material ilegal y al ir a
entregarlo, en territorio colombiano, lo retuvieron como elemento de
negociación entre un destacamento de la FARC y la Fuerza Armada Nacional; el
helicóptero sufrió un accidente en donde perdieron la vida tripulantes y
pasajeros al alejarse de la ruta
establecida. Lo inexplicable es el absoluto silencio del ministerio de la
Defensa. Esa injustificable actuación compromete gravemente el prestigio
de nuestra Institución. Lo que más me preocupa es la certeza que tengo de que
existe intencionalidad política de continuar destruyendo el prestigio
profesional e institucional de nuestra organización, para evitar cualquier actuación de la Fuerza
Armada a favor de la crisis nacional, si esta llegara a hacerse inmanejable.
Caracas, 16 de marzo de 2017.