José Vicente
Carrasquero A.
La
dictadura de Maduro ha venido reiteradamente pisoteando el orden constitucional
en una serie de episodios que no dejan duda alguna de su talante totalitario
que desprecia los derechos humanos y todos los valores elementales que permiten
a las sociedades vivir en paz. En su actuación de gorila, el señor Maduro se
llena la boca balbuceando sobre paz, pero una impuesta por la sumisión del
pueblo al modelo que quiere imponer por la fuerza para poder permanecer
cómodamente alejado y protegido de la justicia internacional.
Es
por eso que nombra a un triunvirato de personas que han sido designadas por el
Departamento de Estado Norteamericano como señores de la droga. La corrupta
nomenclatura roja quiere hacer creer que esta acción del gobierno de los
Estados Unidos es un acto de injerencia en nuestros asuntos y una afrenta al
pueblo venezolano. La realidad es que la administración del país del norte
considera que estos tres individuos han facilitado la introducción de toneladas
de drogas en su territorio. Las sanciones son aplicadas a estos señores a los
que no les queda otra cosa que inmolarse para no tener que rendir cuenta a un
sistema judicial extranjero que los tratará sin miramientos y les condenará a
largas penas de prisión.
A
estos tres individuos, como ya mencionamos, se les va la vida si tienen que
salir del poder. El uso de las herramientas que pone a su disposición los
cargos que detentan es en pro de mantener el estatus quo. Ese que les garantiza
no tener que rendir cuentas a la justicia. Es por eso que no se detienen en
elemento moral alguno para tratar de someter por la fuerza las ansias de
libertad del pueblo venezolano.
Durante
las últimas semanas hemos visto una actuación desproporcionada de la violencia
contra manifestaciones pacíficas que se tornan violentas precisamente por la
intervención de unas fuerzas de choque que fueron entrenadas para ver al pueblo
como enemigo. Obedecen perrunamente a unos oficiales que se ha enriquecido de
una forma grosera con la explotación de nuestros recursos naturales.
El
señor Padrino tuvo la oportunidad de ponerle un parado a esta dramática
situación que estamos viviendo. La dejó pasar para convertirse en un cómplice
más de los asesinatos que las fuerzas bajo su mando han cometido contra
venezolanos que ejercen su legítimo derecho a la protesta contra un gobierno
hambreador, represivo y para colmo inepto.
Como
si el uso de los fusiles y armas del pueblo para reprimir a los venezolanos no
fuese ya suficiente, se han aliado con grupos paramilitares que en nombre de la
defensa del narcorégimen arremeten contra personas desarmadas que desde sus
casas rechazan al peor gobierno de nuestra historia republicana.
Estos
salvajes individuos actúan con el salvoconducto que les otorga el estar al
servicio de una clase política amoral que solo defiende sus intereses. No les
importa el número de personas que asesinen o dejen heridos. No tienen miramientos
con la destrucción de propiedad privada. Como una especie de marabunta salen a
la calle a destrozar cualquier objetivo que desde el gobierno le indiquen.
La
situación del país es tan grave que muchos venezolanos han decidido ofrendar su
vida por la recuperación de la libertad para el país. Ya hemos visto muchos
episodios en los que sectores del pueblo se han organizado para enfrentar a
estos criminales al servicio de la narco dictadura. Se ha reportado
paramilitares ejecutados por personas que dicen estar ejerciendo la legítima
defensa.
La
cortedad mental del chavismo junto a la asesoría del gobierno más atrasado del
continente, el cubano, los ha llevado a meterse en una trampa de la cual
difícilmente podrán salir. La presión popular está creciendo porque la gente no
está dispuesta a pasar hambre. Porque los venezolanos no quieren correr el
riesgo de morir en caso de enfermarse. Porque los ciudadanos están cansados de
ser víctimas de depredadores que todos los días salen a vivir de lo que puedan
obtener de ellos.
Que
no venga nadie a acusarme de estar promoviendo la violencia. Simplemente estoy
describiendo lo que está pasando en nuestra Venezuela al borde de una guerra
civil. Son varios los episodios en los que los paramilitares chavistas han
atacado con saña zonas residenciales el oeste de la ciudad. Ya se sabe de
vecinos que se están organizando para no seguir sufriendo los embates de las
hordas de Chávez y Maduro.
En
la encíclica Evangelium Vitae (El Evangelio
de la Vida) San Juan Pablo Segundo define claramente la legítima defensa como
el derecho a la vida y la obligación de preservarla. En otros palabras si una
persona ve su vida o la de otra persona amenazada tiene el derecho a tomar las
medidas conducentes, de acuerdo a la magnitud del peligro, para defender la
vida.
Ese
sentimiento está, evidentemente, gestándose en Venezuela. Si se propaga veremos
formarse ejércitos de auto defensa que se alistarán para enfrentar a los
paramilitares que quieran invadir su territorio. Y es precisamente esa disputa
por los territorios como mecanismo para preservar espacios para la vida lo que
nos llevará inevitablemente a una guerra civil de proporciones desconocidas
hasta ahora.
Todo
por la irresponsabilidad de una corrompida nomenclatura que ve en el país una
guarida en la cual refugiarse y de la cual seguir enriqueciéndose para mantener
a ellos y sus familiares en el exterior con un tren de vida parecido al del jet set europeo. Mientras hablan de
socialismo, disfrutan de un boato que la mayoría de los ricos envidian.
No
podrán evitar ser responsabilizados por la historia de haber llevado al país a
los peores niveles de miseria de los últimos cien años. No podrán excusarse de
haber dilapidado el mejor momento petrolero de nuestra historia.
Quedarán
como quienes a caballo de las calamidades de un pueblo, llegaron al poder para
empobrecerlo más y secuestrarle sus libertades.
El legado de Hugo Chávez va tomando cada vez más forma: una Venezuela arrasada en lo económico y rota en lo social.
El legado de Hugo Chávez va tomando cada vez más forma: una Venezuela arrasada en lo económico y rota en lo social.
@botellazo
IMAGEN SUPERIOR: Cortesía de Oskar Rikkardo @Radioalfalfa
IMAGEN SUPERIOR: Cortesía de Oskar Rikkardo @Radioalfalfa