NO MÁS EL PAÍS DE LAS “PERRERAS”
Twitter: padronpaciano
La salida de esta desgracia para dejar de ser el país de las “perreras”, de la decadencia, la arbitrariedad y el hambre generalizada es un imperativo que nos incumbe a todos. La salida no es electoral, tampoco es de convivencia con el régimen. De lo que se trata es de combinar una acción interna unitaria y sostenida, con la creciente presión exterior. Organización y resistencia popular en Venezuela, con coordinación y unidad en la acción de las fuerzas de la democracia y de la libertad. Cooperación humanitaria internacional que coadyuve al restablecimiento del orden, al imperio de la Constitución y, por supuesto, a la satisfacción humanitaria de los requerimientos de alimentación y salud. Dejar atrás el país de las “perreras” es un imperativo.
Esta semana estoy temporalmente en Nueva York, dictando unos talleres, y son varias las personas que me han preguntado por las “perreras”, si es verdad que la gente tiene como transporte público lo que mal sirve para transportar animales. Ayer me preguntaban unos ecuatorianos y guatemaltecos, si es verdad que ya han muerto más de 20 ciudadanos por accidentes en ese inhumano transporte, símbolo de la decadencia y la miseria en la que nos ha hundido el régimen. Tuve que decirles que sí, y precisarles que según el Comité de Usuarios de Transporte , al menos 25 compatriotas han fallecido por accidente en las llamadas “perreras”. Por Dios, no podemos seguir siendo el país de la postración y muerte, si tenemos sangre en las venas y amamos a Venezuela, estamos obligados -donde quiera nos encontremos- a contribuir según nuestras posibilidades a ponerle fin a este régimen de muerte, para reiniciar la reconstrucción nacional. Si bien el tango dice “20 años no es nada”, estos ya casi 20 años de dictadura han sido demasiado, el creciente absolutismo, el narcotráfico ascendente y la corrupción galopante, han generado un país de hambre, enfermedad y perreras.
Que la salida de este régimen no es electoral, lo hemos dicho, tal vez no es ocioso repetirlo. Con un CNE absolutamente parcializado al servicio de un régimen cuyo único objetivo es la permanencia en el poder, porque está demostrado que no le interesa el bienestar del pueblo, por el contrario nos hace a todos más pobres para que seamos dependientes del Estado, que es lo único que ha crecido. Más Estado, menos ciudadanía. Más Estado, menos economía en manos de la gente. Más Estado, menos libertad y menor crecimiento del hombre y de todos los hombres, que es la razón fundamental de la sociedad. La dictadura de Estado ahoga la nación venezolana.
La salida no es de convivencia con el régimen, de cohabitación en la conducción de la cosa pública. En un Estado venezolano democrático el Poder Ejecutivo Nacional puede estar -como ha estado en el pasado- en manos de un partido, con un Parlamento en otras manos, y las 23 gobernaciones y 335 municipalidades distribuidas en manos de diferentes colores. En un Estado democrático hay convivencia, hay cohabitación y respeto de las atribuciones y obligaciones constitucionales en cada instancia. Hace algo más de dos años se instaló, en enero de 2016, la Asamblea Nacional electa el 6 de diciembre anterior, cuando fueron proclamados diputados las dos terceras partes de los candidatos propuestos por la oposición, el 67 % de las curules fueron para la fuerza del cambio. El régimen desconoció la AN, el TSJ se ocupó de declarar inconstitucional todas sus leyes y cada uno de sus actos, persiguió y persigue, acosa y allana las casas y bienes de los magistrados designados por la AN, y eligieron de manera inconstitucional y arbitraria, a su propio antojo, una asamblea nacional constituyente integrada por 545 diputados, todos afectos al régimen. La llamada anc dice ser representación del poder popular originario y, en consecuencia, dice estar por encima de todos los poderes públicos. ¿Cómo puede haber convivencia?
Ya lo dijimos, la salida está en la coordinación de la resistencia en Venezuela con la intervención internacional. El país agonizante exige a las fuerzas sociales y políticas su unidad en la resistencia, unidad en la conducción y la acción, exige su coordinación con la creciente fuerza de la diáspora organizada y con los países hermanos que quieren ayudarnos, que están prestos a hacernos llegar la asistencia humanitaria internacional, y lo necesario para que esa ayuda llegue a la gente, y poner fin al genocidio, ayudarnos a reordenar el país para su relanzamiento y retorno al camino del progreso. No más retroceso, no más el país de las “perreras”.
PACIANO PADRÓN
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