¡APLICANDO
EL TIAR!
Enrique Prieto Silva
Viernes, 13 de septiembre de
2019
Sobre el TIAR hemos escrito varios artículos y muchas
opiniones controversiales, que hoy mantenemos como tema en el FORO MILITAR
VENEZOLANO; allí nos planteamos como punto de discusión, ¡Que hacer para lograr
el cese de la usurpación!, que nos permita mantener un gobierno de transición y
elecciones libres; el supuesto mantra perseguido desde la nominación de Juan Guaidó
como presidente encargado y todos los actos internos y externos, que sugieren la
aceptación realista de la situación política que surgió luego del 23 de enero
de este año.
A partir de entonces apareció con claridad la esperanza,
pero han surgido muchas dudas razonables, con o sin suposiciones concretas, la
mayoría de ellas brotadas de los quehaceres de la desesperanza; esa que nos
condujo al reflujo chavista, que más que un naufragio fue el hundimiento de la
Venezuela que progresaba, prosperaba y permitía ver la luz al final del túnel.
La aplicación delo TIAR es para muchos obstinados la
solución viable y así pareciera ser al ver la forma como han querido hacer
aparentar la situación del país: un país en la bancarrota económica y social,
pero que cuando le aplicamos la ciencia para entender el problema, nos
encontramos que es solo político, mal surgido de la hediondez de un personaje
que no siendo nadie fue aprovechado por los anti políticos que adversaban el
populismo, para caer en el peor de ellos, el socialismo infecundo y atroz, ese
que quiere compararse con el cristianismo repartiendo las riquezas entre los
que menos tienen, pero que cuando recibe el golpe del fracaso no pone la otra
mejilla, sino que inculpa a los otros, esos que tristemente han creído que es
una verdad verdadera y no el artilugio del desengaño.
Pero, ¿qué se quiere con el TIAR? Las respuestas son
muchas, pero la mayoría opina que hay que aplicarlo. Y nos preguntamos,
¿aplicarlo cómo? Si el TIAR es un pacto de Ayuda Mutua, un instrumento de
seguridad regional, surgido del tratado de asistencia recíproca o defensa
regional, el cual establece un sistema de seguridad mutua, para contrarrestar
las agresiones cometidas en el hemisferio occidental.
Surge entonces otra pregunta, ¿hay agresiones cometidas
contra un miembro del pacto? A nuestro entender pareciera que no, y lo hemos
dicho: “lo que hay son condiciones o supuestos teóricos que olvidan que
Venezuela tiene un gobierno legítimo y unas fuerzas armadas obligadas a
defender cualquier ataque contra el país. En el supuesto de su activación como
ayuda, sería para reforzar cualquier debilidad e imposibilidad de su órgano de
defensa para enfrentar la amenaza, que si la hay, pero no manifiesta. La
situación política venezolana es de mala política, no de agresión externa.
Venezuela no tiene debilidad, lo que tiene es un gobierno apoyado por un
mediocre y absurdo mando militar que degeneró la institucionalidad del país.
Muchos considerán nuestra
apreciación, además de controversial antipática, pero ¡las realidades no pueden
verse con el ojo del Diablo sino con el ojo de Dios!, debemos comenzar por
preguntarnos, ¿dónde están las agresiones cometidas en el hemisferio occidental?,
como lo establece el TIAR. Y preguntarnos también, ¿Dónde están las pruebas a
presentar al Consejo de Seguridad sobre tales agresiones?
Recordemos también, que el Tratado de Río de Janeiro que
da origen al TIAR, establece como preliminar “la resolución pacífica de los
conflictos entre los Estados firmantes y la defensa común contra cualquier
agresión exterior, sobre la premisa de que “un ataque contra una nación
americana sería considerado como un ataque a todas las naciones americanas”.
Creemos, que pedir la “activación” del TIAR, no tiene
sentido ni interpretativo ni lógico; el TIAR es la guerra contra la guerra y no
tiene sentido usar la guerra para resolver la política. Una vez más invocamos a
Clausewitz: “la guerra es la continuación de la política por otros medios”; y
hay otros medios, está a la vista, una negociación que cese la usurpación y de
garantía a los usurpadores para confesar sus pecados y pagar sus penas.