*Militares: Salario y Gasolina.*
José Guerra.
7 de junio de 2020.
Un General de la República Bolivariana de Venezuela, después de estudiar en las academias, con postgrado y con treinta años de servicios en la Fuerza Armada Nacional, devenga un salario, incluyendo bonos, de aproximadamente Bs 3.500.000 mensuales, equivalentes a US$ 18. Por su parte, un Teniente Coronel recibe una remuneración mensual de Bs 3.000.000, es decir US$ 16. A ello probamente habrá que agregar el beneficio del IPSFA, el ticket de alimentación y uno que otro crédito que reciba del Banco de la Fuerza Armada. En cualquier caso, se trata de una ofensa al honor militar, el hecho de haber depauperado el ingreso del oficial de la FAN. Y la situación es peor para los grados más bajos del escalafón, como es el caso de los Tenientes, Capitanes y Mayores, o su equivalente en la Marina, para no citar el de Cabos y Sargentos, cuyos ingresos son indignantes. Allí está el germen para conductas indebidas por parte de la gente de uniforme. Esos salarios de hambre son una incitación al delito.
Mientras esto sucede con la gran mayoría de la oficialidad acantonada en sus cuarteles y cumpliendo con el deber para el cual se formaron, hay otros que, trocados en prósperos empresarios, miembros de la espuria Constituyente o con cargos directivos en empresas o entidades del Estado, tienen una vida de jeques. Solamente basta ver las empresas creadas por varios Generales, que tomaron los contratos del Estado y los dólares de Cadivi como corsarios de un botín de guerra. Porque lo que es claro es que con esos salarios ningún oficial, aun viviendo en el cuartel, puede tener una vida decente para él y su familia. Esa es una verdad irrefutable. Esta situación lamentable tiene dos soluciones: por una parte, luchar para que el oficial y los subalternos tengan un salario digno, con un sistema de seguridad social moderno y los beneficios que ello implica; y por la otra, permitir que el oficial se “rebusque” para así tener más ingresos. Esta última solución es la peor pero es la que pareciera estar prevaleciendo en muchos casos.
Todo el mundo sabe lo que son las aduanas en Venezuela: un foco de corrupción. Pero la nueva modalidad del rebusque está en el negocio de la distribución de la gasolina. Si se hace una encuesta entre los venezolanos acerca de cómo valora la actuación de la Guardia Nacional en la distribución de la gasolina, con toda seguridad va a aparecer la palabra corrupción. Pero el guardia nacional no es corrupto en sí mismo, es el sistema el que lo corrompe, al crear los incentivos para traficar con gasolina obtenida por distintos mecanismos a US$ 0,02 el litro para luego revenderla en US$ 0,50 el litro o más. Eso lo conocen los altos mandos, pero saben que es poco lo que pueden hacer ante la tentación del dinero, cuando un ser humano uniformado compara su salario de US$ 10 mensuales con lo que puede ganar, de relancina, llenando solamente el tanque de diez vehículos con la gasolina subsidiada, para luego comercializarla al menos veinticinco veces ese valor, sin hablar del desvío de gandolas con cargamentos de 18.000 litros.
Un sector de la institución militar en estas condiciones, puede contaminar a los otros componentes que no están en el negocio. Por estas razones es urgente una recomposición a nivel de la FAN, y ello pasa por el hecho de dignificar la profesión del hombre de uniforme y sacar el virus de la corrupción que, como política, se ha instituido para ganar lealtades.