Cuando clarea. Por: Saúl Godoy Gómez
Estas elecciones de los EEUU no sólo han sido las más complicadas, rudas y competidas de la historia de ese país, sino que van a dejar una secuela de hechos, iniciativas, efectos y traumas que la gente aún no asimila y no lo hará en lo inmediato, ya que para el momento que escribo estas líneas, no se sabe aún quién es el ganador de la oficina de la presidencia; hay tendencias, expectativas, proyecciones, pero las sorpresas han sido tantas, los cambios de dirección de los votantes tan radicales, que hay cierto escepticismo aún en los analistas más curtidos y en los políticos más realistas.
Hay victorias que son peores que las derrotas, y hay derrotas que se prefieren a una victoria pírrica, donde el costo ha sido monumental; algo de eso se huele desde ese campo de batalla donde todavía el humo y la niebla no se disipan, y hacen difícil estimar unos resultados más o menos ciertos y ponderados.
Me recuerda el sitio de Somme al norte de Francia, donde en 1916 se enfrentaron los franceses y británicos contra los alemanes, y para destrabar meses de tensa inmovilidad en las trincheras, planificaron una ofensiva masiva donde participaron tres millones de efectivos, se usó por vez primera el tanque de guerra de los británicos, y luego de cinco meses de enfrentamientos y cerca de un millón de víctimas entre muertos y heridos, sólo pudieron avanzar seis millas, ganaron, pero el juego no cambió en nada.
Soy un habitual escucha de un podcast de análisis político de la revista norteamericana Commentary Magazine, que recibo todas las madrugadas, y su conductor, que es también editor de la revista, el analista político John Podhoritz, sostiene en las noches unas mesas de discusión con distinguidos comentaristas, todos del campo conservador de la política norteamericana, y sus análisis son de un crudeza y una profundidad excepcional; si entienden inglés, les recomiendo el sitio sin ninguna reserva.
Ayer, John nos decía que si la victoria era para Biden, iba a ser uno de los presidentes que llegaba al poder más debilitado políticamente en la historia contemporánea; que, a pesar de la posible derrota de Trump, el partido Republicano se había anotado un éxito enorme, al conservar el Senado, ganar puestos en la Cámara de Diputados y obtener una buena parte de las legislaturas estatales y municipales en todo el país.
La conclusión a la que llegaron es que el elector norteamericano castigó al presidente Trump, y logró maniobrar para no dañar a su partido de la derecha norteamericana, que resultó fortalecido; lo que también tiene otra lectura: no es que los votantes se voltearon a la izquierda con estas elecciones, de alguna forma votaron contra el socialismo, sobre todo del extremismo, votaron por Biden para salir de Trump, pero le ataron las manos; Biden no podrá hacer nada significativo, ni siquiera designar su personal más importante, sin pasar por las horcas caudinas de los republicanos, lo que va a significar negociar y pactar como nunca antes lo habría hecho un presidente con sus opositores.
Los demócratas, que se distinguieron por recolectar millonarias sumas de donantes para sus campañas políticas regionales, tuvieron pérdidas astronómicas; varios candidatos estadales en la carrera por el senado echaron a la basura cientos de millones de dólares, al ser derrotados por los republicanos; decenas de ellos quedaron fuera de la carrera, uno de los casos más patéticos fue el del candidato demócrata de Carolina del Sur, Jamie Harrison, quien captó más de cien millones de dólares para su campaña y perdió ante el candidato republicano Lindsey Graham, quien dijo de su oponente que fue el peor retorno para una inversión política en la historia.
La campaña electoral, que todavía no culmina, ha gastado la enorme suma de 14 billones de dólares, un record histórico que equivale aproximadamente al producto territorial bruto de 25 economías africanas.
Lo peor del escenario que se les presenta es que vienen una serie de decisiones impostergables, como la de cubrir el déficit de la nación, de varios trillones de dólares, que se gastaron y no se tenían, para cubrir una deuda social, sobre todo en el área de la salud pública, lo que obliga a este próximo gobierno demócrata a tener que subir los impuestos, y no para costear su estrambótica utopía verde y el estado benefactor, sino para pagar deudas, y eso va crear un malestar entre la población… y van a culpar a los demócratas, es por ello que sería simplemente suicida que siguieran promoviendo el plan Medicare para todos, o dejar sin presupuestos a las policías.
Los socialistas norteamericanos asumirían el gobierno en las peores condiciones posibles; los demócratas no van a tener el sartén tomado por el mango, han creado un clima social inestable y propenso a la violencia; los seguidores de Trump van a estar allí, planificando cómo vengarse por lo que hicieron con su líder, y Trump se va a estrenar como jefe de la oposición, que debe ser algo muy pero muy incómodo para el campo izquierdista… en lo personal, preferiría tenerlo mil veces como amigo que como enemigo.
Pero una de las cosas más importantes que sucedieron durante la campaña fue el destape grosero y provocador de los medios de comunicación y la industria del entretenimiento, en manos de los socialistas, que sobrepasaron los límites del fascismo y se impusieron en términos de censura, fake news, del asesinato moral de personas, del bulling político más atroz y desvergonzado como empresas y conglomerados, que hicieron de la libertad de expresión un arma contra los principios democráticos, dándole un nuevo significado al término “guerra de la información”.
La impresión general es que los EEUU se encuentra seriamente dividido y enfrentado, es manifiesto el avance del socialismo a todo nivel, principalmente en los suburbios y las grandes ciudades, y aunque se les va hacer muy cuesta arriba imponer sus reformas y cambios estructurales, porque no tienen el Senado, se han debilitado en la cámara de diputados, están rodeados de un sistema judicial mayormente designado por los republicanos y con legislaturas locales debilitadas, es probable que busquen imponer sus cambios revolucionarios por vías non sanctas, donde se van a encontrar con fuerzas de choque de la derecha, que no van aceptar la receta cubana o la de Bielorrusia en sus patios y calles.
En lo personal, creo que la campaña desatada contra la persona del presidente Donald Trump fue inmisericorde y sin pausa; nunca se juzgó su desempeño, ni los logros de su administración, no se discutieron sus méritos como mandatario de la nación, todo quedó centrado en su fuerte e incomprensible carácter; los comunistas fueron tras el hombre no el político, y aun así no pudieron con él; creo que le hicieron trampa, en múltiples niveles, coordinado todo por un estado profundo (deep state) de comunistas infiltrados desde los tiempos de Clinton y Obama, una red subterránea de complicidades y conspiraciones, de topos dormidos que despertaron para sembrar caos, siguiendo el plan cubano-chavista de ir en contra del sistema electoral, bajo la asunción de que “quien cuenta los votos, decide”.
Tampoco entiendo a los venezolanos que, a pesar de estas décadas infernales de socialismo destructor (eso no es socialismo, de seguro dirán), se dieron a la tarea de apoyar a Biden y los demócratas… y no es que no se pueda pensar distinto, ni que deban “entubarse” en una sola opción o que en realidad sean socialistas de corazón, es que deberían haber tenido, al menos, un poquito de vergüenza e inteligencia, atinar a distinguir de dónde viene el problema de nosotros los venezolanos, y tratar de sustraerse del aparato de propaganda socialista.
No les importó o ignoraron que los demócratas con sus políticas favorecieron la ambición de los castros en Cuba, y que Trump ha sido el único mandatario mundial que ha intentado no solo frenarlos sino obligarlos a que se retiren de Venezuela; si hubieran apoyado a los demócratas de manera discreta y muy personal, sin estar luciendo su preferencia de manera pública y vociferante, quizás eso hubiera hecho la diferencia, pero no, necesitaban el show y anhelaban la exposición pública… pues, aténganse a las consecuencias y no se ofendan si se les considera como parte del problema.
Yo espero que los esfuerzos legales y las denuncias del Sr. Trump den sus frutos y en algún momento se revele la tremenda componenda de la que fue objeto, no sólo él, sino también el electorado norteamericano, manipulado y burlado por fuerzas corruptas y transgresoras del orden democrático. - saulgodoy@gmail.com
REMISIÓN: operacion restauracion de la democracia / @cenizas024
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