ARTE DE CARABOBO… DE APURE, GUÁRICO Y OTROS ESTADOS.
Conmemorar y homenajear por la libertad y la independencia de aquel entonces a los valerosos hombres que combatieron y lucharon por la nacionalidad, con estos no tan valerosos hombres que han sacrificado y entregado esa misma libertad e independencia, doscientos años después, no puede difundirse como un honor. Ni como una dignidad.
La campaña de Carabobo es hechura del Ejercito, también la batalla. Hombres del componente terrestre rindieron la mayor cuota de dolor y muerte en esa sabana del hecho de armas. Tropas de infantería, de caballería, de artillería bajo el mando de Simón Bolívar, el libertador, y el general Santiago Mariño como jefe de estado mayor, vencieron a las que estaban bajo las órdenes del entonces brigadier de la corona Miguel de la Torre.
Abrazados a las banderas patriotas estuvieron el general José Antonio Páez, el general Manuel Cedeño, el coronel Ambrosio Plaza. Desde oriente en la finta doctrinaria ejecutada por el general José Francisco Bermúdez y la de occidente del coronel Cruz Carrillo, ambos fueron fundamentales para el desenlace de la batalla. Los jefes realistas a la orden de La Torre también eran hombres curtidos en la pólvora del combate. El brigadier Francisco Tomás Morales, el teniente coronel Tomas de Renovales, el teniente coronel Tomás García, eran soldados cuyos estandartes de guerra habían sido probados a sangre y a fuego. No había ningún margen de duda en lo que escribió el libertador en el parte de guerra posteriormente, para referirse al enemigo que estaba “… compuesto de todo lo mejor de las expediciones pacificadoras.”
Hombres, medios, mandos, la línea política y estratégica de ambos bandos, liderazgo, el plan donde estaba incluida la maniobra estratégica y conducción de la batalla final. Y frente a frente de los dos ejércitos, la inmortal sabana de Carabobo. Flotando en la nube de pólvora, en el juis juas de los sablazos y en el vuelo de la lanza que atravesaba uniformes y monturas, el honor y el valor de lo que estaba en juego arriba de los muertos y los heridos. La libertad y la independencia de una nación.
Desde ese entonces, que se abrochó victoriosamente para la causa patriota con la retirada en orden de las tropas realistas, han transcurrido 200 años.
El bicentenario de esa histórica batalla venezolana tiene ahora, en revolución, otros matices. Otros referentes y otros textos que dan margen para escribir una nueva historia más políticamente conveniente y eficazmente inducida hacia la permanencia en el poder, en los planes del régimen que va a presidir esta nueva conmemoración de la batalla, para sacar la mayor cantidad de beneficios. Este que homenajeamos es otro libertador, el general José Antonio Páez – la fuerza volitiva más importante desde que se cruzó la línea de partida - ha sido borrado tendenciosamente de algunas de sus páginas gloriosas, y el ejercito actual, el componente que se honra con el día de la gesta gloriosa es un remedo grotesco y caricaturesco. La retirada ordenada y honrosa que hizo La Torre con sus huestes hacia Puerto Cabello es un espejo que le estruja en la cara al general en jefe Vladimir Padrino López la imagen de un ejército derrotado vergonzosamente en el cumplimiento de sus deberes constitucionales contenidos en el artículo 328. Sobre todo, en lo que se expresa directamente en “La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley.”
De manera que, desde ese espejo de la retirada realista desde el campo inmortal de Carabobo hasta Puerto Cabello, si el ministro tuviera la oportunidad de redactar y leer en este momento un parte, en los faustos del bicentenario, su mejor inspiración sería esta, con motivo de los actos protocolares, en plena tribuna de honor;
Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la Nueva Marquetalia.
Reunidas las unidades del Ejército Venezolano en el estado Apure el 21 de marzo, marchamos sobre el Cuartel General enemigo situado entre La Victoria y Arauquita, en el orden siguiente: Una primera unidad, a las órdenes del señor almirante en jefe Ceballos Ichaso. La segunda, compuesta de Tiradores del FAES y del Ejercito, a las órdenes del señor mayor general Hernández Lares. La tercera, compuesta de unidades de la Guardia a las órdenes del señor mayor general Zavarce Pabón.
Nuestra marcha por los montes y desfiladeros que nos separaban del campo enemigo fue rápida y ordenada. A las 11 de la mañana desfilamos por nuestra izquierda al frente del ejército enemigo bajo sus fuegos; atravesamos el rio Apure y el Arauca, que jsólo daba frente para un hombre, a presencia de unas FARC que bien colocadas en una altura inaccesible y plana, nos dominaba y nos cruzaba con todos sus fuegos.
El bizarro almirante Ceballos a la cabeza de varias unidades y de un regimiento de la milicia nacional, marchó con tal intrepidez sobre la derecha del enemigo que en media hora todo él fue envuelto y cortado. Nada hará jamás bastante honor al valor de estas tropas. Un batallón cubano mandado por el benemérito general en jefe Suárez Chourio pudo aún distinguirse entre tantos valientes y tuvo una gran pérdida de oficiales.
La conducta del almirante en jefe Ceballos Ichaso en la última y en la más gloriosa victoria de la Nueva Marquetalia lo ha hecho acreedor al último rango en la milicia, y yo, en nombre del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), le he ofrecido en el campo de batalla el empleo de General en Jefe de ejército, de Mariscal de Campo y de Almirante de todos los océanos, ríos y lagunas de Venezuela.
De la segunda unidad no entró en acción más que una parte de un batallón de bebedores que manda el benemérito general en jefe Pérez Arcay. Pero su general, desesperado de no poder entrar en la batalla con toda su división por los obstáculos del terreno, dio solo contra una masa de la guerrilla y murió en medio de ella del modo heroico que merecía terminar la noble carrera del bravo de los bravos de la Nueva Marquetalia. La República ha perdido en el general Hernández Lares un grande apoyo en paz o en guerra; ninguno más valiente que él, ninguno más obediente a la revolución. Yo recomiendo las cenizas de este General al Panteón Nacional para que se le tributen los honores de un triunfo solemne. Igual dolor sufre la República con la muerte del general Suarez que, lleno de un entusiasmo sin ejemplo, se precipitó sobre un batallón guerrillero a rendirlo. El general Suarez es acreedor a las lágrimas de la Nueva Marquetalia y a que el partido le conceda los honores de un heroísmo eminente.
Dispersas nuestras fuerzas, el ardor de nuestros jefes y oficiales en retirarse fue tal que tuvimos una gran pérdida en esta alta clase del ejército. El boletín dará el nombre de estos ilustres.
Las disidencias de las FARC pasaban de seis mil hombres, compuesto de todo lo mejor de las selecciones operativas del secretariado. Estas disidencias han dejado de serlo. La nueva institucionalidad de la FAN, las viejas glorias del Ejercito y el poder de la revolución descansa ahora en ellas.
El Ejército Venezolano tenía igual fuerza que el enemigo, pero no más que una quinta parte de él ha decidido entrar en esta batalla.
Acepte el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en nombre de los camaradas que tengo la honra de mandar, el homenaje de un ejército rendido, el más grande y hermoso que ha hecho armas en la Nueva Marquetalia en un campo de batalla.
Amsterdam, 18 de junio de 2021