LA CULPA ES DEL EXTRADITABLE Y DEL EXTRADITADOR
Daniel Lara Farías
11 septiembre 2021
La caída del otrora poderoso Hugo Carvajal Barrios, el sicario principal de Hugo Chávez por más de 16 años, podría ser un triunfo para cualquier organismo policial del mundo, en cualquier circunstancia. Con sentencia firme que permite extraditarlo y una improcedente solicitud de asilo según todas las normas que rigen la materia, Carvajal está a punto de ver pasar el resto de sus horas tras unos barrotes de alguna cárcel federal de los Estados Unidos, requerido por narcotráfico y otras lisuras.
Hay sin duda una felicitación obvia para el cuerpo policial que libró la última batalla del alfil de la inteligencia chavista de los años de esplendor. Pero hay muchas zonas grises y de colores más oscuros que deben ser expuestas. Y todas están alrededor del ministro Grande-Marlaska.
Cuando el diario El Mundo publica una filtración obvia de la embajada estadounidense en Madrid, empiezan a emerger las vergüenzas ministeriales, otra vez. Porque el oficio, que tiene el sello de recibido en la unidad policial, fue entregado la segunda semana del mes de junio del presente año. Con la gravedad del caso, se describe la situación, detallando de forma específica las condiciones en que se encontraba el fugitivo, la dirección, la compañía que tenía y las argucias de las que se servía para ocultar su presencia o al menos disimularla.
Datos precisos. Señas del lugar. Y una advertencia al final de la carta: por favor no divulgar la información. Más que una formalidad, una advertencia.
Teniendo todos esos detalles, la acción policial esperó casi tres meses para concretarse. Dan cuenta los vecinos de la presencia de funcionarios policiales desde la mañana del día de la captura, pero nadie fue abordado antes, ni nadie recuerda algún tipo de vigilancia especial. Puede pensarse que en efecto dicha vigilancia se efectuó para corroborar la información.
Pero nos asalta la primera pregunta seria ¿Por qué la DEA sabía más que la Policía española?
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¿Cómo se explica que las autoridades españolas no supieran del paradero de Hugo Carvajal hasta que la DEA se los informara?
Podría explicarse de muchas formas. La primera explicación es que no lo hallaron por sí mismos porque no lo estaban buscando. Si bien el alto oficial del ejército chavista había ya desertado de las filas de esa organización criminal que comprobadamente es ya el chavismo, su caída en las manos de los EEUU significaría la entrega de millones de secretos equivalentes a un Wikileaks del socialismo global. Porque de Carvajal sabemos que no era un simple esbirro ni un vigilante, sino un articulador de las operaciones del narcotráfico con la tesis cubana: Usar el tráfico de drogas como arma contra el imperialismo yankee, dañando a la población consumidora y recibiendo a cambio ingentes cantidades de dinero para financiar la revolución global.
Y así lo hizo. ¿Llegó dinero de esas operaciones a las arcas de los movimientos que luego se convertirían en el partido Podemos? No lo sabemos. Aún. Pero Carvajal sí lo sabe. Y por más estridente que sea su posición de denuncia contra Maduro, al cual asumió como usurpador del poder desde el año 2019 cuando le brindó apoyo al presidente fake interino Guaidó, a ninguna pieza del chavismo internacional le conviene que se revelen ciertas cosas. Eso incluye a Podemos, a los Monederos, los Iglesias y los Errejones.
¿Y a los Grande Marlaska, qué les conviene? No sabemos. Porque en medio de la vorágine que al menos en el universo venezolano ha causado la captura, en España las cosas iban mal para el gobierno del cual forma parte Marlaska. Porque eso de movilizar al aparato oficial de comunicaciones para rechazar un ataque homófobo que nunca ocurrió, termina siendo parte más o menos de lo mismo. Una policía que aún investigaba y un gobierno que no esperó la investigación. Pero saltó a polemizar sobre un asunto del cual aún no se tenían más señas que lo relatado por un denunciante que resultó ser, además de reo de delitos de simulación de hechos punibles, un payaso.
Payaso, como Sánchez, que no tiene muchos lauros que mostrar en su afán de mejorar la relación con EEUU después de desplantes y plantones. Puede quizás ahora mostrar su disposición a entregar una de las cabezas del régimen chavista del cual es aliado a través de Zapatero, Iglesias y Borrell. Puedo quizás decir que sí, que su gobierno atendió la información de la DEA y actuó en conjunto con el organismo para lograr la captura.
Pero ¿Quién explica los casi tres meses de retraso entre la recepción de la información y la captura final? ¿Quién explica las sombras de los organismos de inteligencia españoles alrededor del caso, donde nunca se les ha explicado a los españoles o a los venezolanos o al mundo, el fallo de vigilancia que permitió que un general chavista acusado de narcotráfico y en espera de ser extraditado, anduviera por allí sin vigilancia y pudiese, además, esconderse ¡dentro del propio territorio español! por dos años sin que se le detectara?
Como siempre, no habrá respuestas
Carvajal fue, a todas luces, una pieza de cambio. Sea una entrega a los EEUU como muestra de amistad, sea un gesto para el chavismo aún aliado. Porque no debe dejar de repetirse: Carvajal se salió del redil de la organización criminal chavista desde el mismo momento en que se pronunció públicamente contra el manejo que Nicolás Maduro hace de las Fuerzas Armadas. Es un desertor, un traidor para esos maleantes organizados que oprimen a Venezuela. Por ende, son también enemigos del sistema chavista en pleno.
Es una caída y también una advertencia. Cosas como esa le puede pasar a todo aquel que decida irse sin permiso y de paso hacer ruido. No hay defección posible cuando se es de la mafia.
Pero aún quedan interrogantes y es el ministro Marlaska el encargado de responderlas. No puede esconderse el ministro en unos laureles por la captura, pues no son suyos esos laureles. Nos enteraremos seguramente de la frustración policial ante la negativa del ministro a dar la orden. Tarde o temprano lo sabremos. No puede decir el ministro, para salvar su cabeza, que ha sido un logro de su administración, pues fueron prevenidos sobre la presencia del fugitivo dos meses antes de que se diera la captura. El ministro debe explicar no solo esa demora en actuar, sino también debe responder por qué los organismos policiales españoles no sabían, antes que la DEA, en qué parte del territorio madrileño se escondía el fugitivo más importante que la DEA tiene en sus listas de combate al chavismo.
Ojalá haya quien le haga estas preguntas al ministro. En sus respuestas o en la falta de las mismas, podría estar la clave de su definitiva caída de un cargo que decidió mancillar con sus compromisos paralegales y carentes de ética y respeto institucional.
Yo esperaré la extradición, las preguntas y las respuestas. Porque estoy convencido de la culpabilidad del extraditable y del extraditador
FUENTE. LA GACETA / https://gaceta.es/actualidad/con-el-pollo-carvajal-caen-tambien-grande-marlaska-y-sus-bulos-20210911-0110/
REMISIÓN: Sergio Sáez.