Stanislaw E. Dubis C.
23 de junio 2022
Aún no transcurre una semana completa desde que se conocieron los resultados de la segunda vuelta electoral de Colombia. Las diferentes redes sociales se han hecho eco de analistas y análisis de la más variada naturaleza, con diversos enfoques de causalidad y potenciales razones del triunfo de la "izquierda" en ese país. Inscribo izquierda entre comillas por cuanto desde mi punto de vista el triunfo de la izquierda es relativo.
En relación a los resultados electorales y el triunfo del Señor Petro, he visto "tik-toks", he escuchado audios, he leído muchas opiniones. Casi todas desde su enfoque, y en mi criterio, tienen un porcentaje de razón y están bien sustentadas y desarrolladas. Lo que sí es cierto que en su generalidad transmiten profunda preocupación por el futuro colombiano y de alguna manera esto se proyecta a Latinoamérica (LATAM) en su totalidad. El comentario central es: "LATAM se ha teñido de rojo".
Entender el proceso político que impacta a LATAM no es cuestión, desde mi punto de vista, de izquierdas o derechas. Es un proceso mucho mas profundo. Creo que lo que estamos viendo en nuestro continente obedece fundamentalmente a una evolución de raíz, de esencia social. Esta evolución que va signada principalmente por frustración, pobreza, marginalidad y exclusión, ha sido aprovechada por las corrientes de pensamiento izquierdista que han capitalizado ese sentimiento con un mensaje de populismo vacuo: sus promesas distan mucho de ser lo que en realidad producen al colectivo que los elige.
¿Por qué eligen a izquierdistas si hay tantos ejemplos de sus fracasos administrativos?
El siglo XX representó para LATAM un universo de contradicciones y cambios difíciles de asimilar por su población, creó expectativas que no fueron satisfechas y casi en su generalidad incrementó la diferencia entre los diversos segmentos sociales. Los primeros cincuenta años de ese siglo fueron marcados por dos guerras mundiales. El desarrollo de la mayoría de los países latinos fue desigual y lento. Entre las décadas 50`s y 70`s hubo tal vez una posibilidad de transformación que benefició una buena parte de la población y se superaron las diferencias sociales. Se forjó la imagen de una "clase media robusta" donde ciertamente había posibilidad de movilidad social.
A pesar de lo anterior, también en ese lapso hubo necesidad de distraer los esfuerzos de crecimiento social para sustentar democracias en países como: Argentina, Chile, Paraguay, Bolivia y Nicaragua entre otros. Camilo Sémbler, en la publicación de un estudio realizado para CEPAL, Santiago de Chile 2006, manifiesta entre otras opiniones, que en los años 80 la clase media de LATAM pareciera haberse tornado en "una zona gris", pues según él, no existe claridad sobre sus rasgos constitutivos.
Como podemos apreciar, el proceso equilibrado de desarrollo industrial y crecimiento social sufrió una ruptura en la década de los 80, y esta se proyectó en el nacimiento de la exclusión social y una creciente pobreza. Todo ello se materializa en el surgimiento del sector informal de la economía en casi todos los países de LATAM. Es como si hubiese ocurrido una división imposible de conciliar entre la consolidación democrática y la sustentación del desarrollo social.
La pobreza en LATAM se hizo endémica. Para más de la mitad de sus 640 millones de habitantes le resulta casi imposible acceder a: educación, servicios de seguridad social, medicina, crecimiento laboral, etc. Esto sin duda lleva al nacimiento de frustraciones colectivas, pues cuatro o cinco generaciones se han mantenido estancadas y no ven posibilidades reales de progreso.
Visto lo anterior, es conveniente ahora enfocarnos en lo que ha sido el social-comunismo en la región. De acuerdo a los registros existentes, el primer partido declarado conceptualmente socialista o de filosofía izquierdista se inscribe en México en 1911. En 1919 ese mismo movimiento político cambia su concepto ideológico y se adhiere a la doctrina marxista-leninista, vale decir: comunismo puro y duro. Por otro lado, y a los efectos de nuestro análisis, en Colombia, en las décadas de los 30 y casi finales de los 40 surge un personaje que cambiaría la historia de su país: Jorge Eliecer Gaitán, cuyo homicidio/magnicidio, divide en dos la historia política colombiana. Para que tengan una idea de cómo se ha movido la izquierda en LATAM, existen registros de una reunión sostenida en Colombia a inicios de 1948 entre Gaitán, Fidel Castro y Rómulo Betancourt.
El resto de países latinoamericanos no ha sido ajeno a estas circunstancias. De una manera u otra, su desarrollo socio-político ha sido bastante parecido. Argentina y Chile, son quizás los dos ejemplos más representativos de esos vaivenes. Es como si estuviésemos encerrados en un círculo vicioso que nos impide vivir en una democracia verdadera y sólida con todos sus beneficios.
He de manifestar, que, de testimonio directo, mientras conceptualizaba este escrito, he oído a un par de ciudadanos colombianos que no tienen nada de sociales comunistas decirme: "Es que era hora de que se le diera oportunidad a alguien que sí va a hacer algo por los pobres". Me cuesta asimilarlo, pero es una realidad intrínsicamente relacionada con el desgaste del modelo existente hasta ahora. México con sus 128.230.000 habitantes tiene un 50% aproximadamente de pobreza. Brasil, el país más poblado de LATAM, con algo más de 212.5 millones de habitantes, a pesar de haber mejorado sustancialmente sus niveles de pobreza, al rescatar a más de 28 millones de habitantes, sigue siendo uno de los países donde la diferenciación de clases es profunda. El 10% de sus ciudadanos más ricos obtuvo, para 2021 más del 61% de su crecimiento económico. Si se leen los enfoques para sus próximas elecciones, mi interpretación es que la derecha, representada por Bolsonaro ha fracasado y ello representa una nueva oportunidad para un personaje gris como Lula o Dilma Rousseff.
Ante esta realidad y el trabajo realizado lenta, pero concienzudamente por la izquierda, los resultados de la elección colombiana lo deben extrañarnos. El social-comunismo lleva años gestándose en LATAM. La política tradicional ha fracasado estruendosamente al generar mayores niveles de pobreza, rechazo a sus esquemas "filosóficos" o pérdida de identidad social, escándalos de corrupción, mantenimiento de los niveles de desigualdad social o agravamiento de los mismos, y muchos otros factores.
El resultado de las elecciones colombianas representa una lección y un mensaje. Con mucha tristeza debo señalar que la frustración y la decepción social del modelo tradicional, caracterizado significativamente por una deuda externa impagable, una sociedad que resulta ser ni productiva, ni consumista, si no parasitariamente pobre, es la que elige presidentes. Para mí, todo lo demás en estos análisis que se generan con tanta vehemencia resulta accesorio. El triunfo de la izquierda no es el éxito de su mensaje, es el cansancio y hastío del modelo tradicional fundamentado en el concepto Estado-partido.
Difícil esperar cambios en los conceptos que vemos y vivimos.
Standubis
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