Compás de espera (II)
Hasta ahora, la tentación de la moderación predomina en el nuevo presidente. ¿Le durará? Ojalá que sí, aunque no es seguro. También está la tentación clientelista, simbolizada por la potencial presidencia del Senado de Roy Barreras.
Me parece útil argumentar en favor de la moderación, sobre todo de un dirigente, como Gustavo Petro, que era bastante radical hasta hace unos meses. Sucede que moderarse da grandes ventajas y apenas cuesta un poco con las barras bravas. La moderación abre caminos y posibilidades que los radicalismos no ofrecen. ¿Es esta combinación de clientelismo y moderación lo que quiere Petro allá en el fondo de su mente? Parece que sí, pero no lo sabemos con certeza.
Hay varias cosas en la perspectiva del nuevo gobierno que merecen ser apoyadas. Por ejemplo, uno espera que proceda sin mucha dilación a la legalización de la marihuana recreativa. Eso quita plata a los violentos, da mucho empleo y permite recaudar cuantiosos impuestos. Lo otro es el desarrollo equitativo del agro. Las tierras improductivas tienen que pagar más impuestos; ahí están, no se pueden meter en una maleta ni girar a un banco en el exterior. Es esencial forzar a sus dueños a usarlas de forma más intensiva si se quiere frenar la deforestación amazónica, una obsesión justificada de Petro. Pues bien, si un gobierno de izquierda no logra esto, ¿para qué es? ¿Que hay muchos terratenientes en el Congreso? Los hay. Asunto de hacerles tragar dosis no letales de aceite de ricino.
Más enredada es la perspectiva petrolera del país. La acción de Ecopetrol ha perdido más del 20 % desde el triunfo de Petro. O sea que hasta ahora el nuevo gobierno le vendió ese 20 %+ al basurero. La idea de base es un gran desatino. En un mundo al que Rusia, para dar apenas ese ejemplo, chantajea con su petróleo, presumir que un país como Colombia puede desecar a futuro más o menos el 40 % de sus exportaciones, sin realmente tener a mano otras fuentes de divisas, es impresentable. Pero esta fue una idea central en la campaña y Petro la lleva atada al cuello como una piedra de molino. Por si acaso, lo que dicen los expertos es que el consumo de hidrocarburos empezará a bajar en serio por ahí en 30 años. ¿Y mientras tanto, qué, que solo los árabes, los rusos, los noruegos y de repente hasta los venezolanos se beneficien? ¿Por qué? Vamos a ver si el hígado de plomo que ha demostrado tener Petro le sirve para salir de este lío, según parece ser su intención.
Pasando a otro tema, Petro ya tiene entre el bolsillo una mayoría en el Congreso y hoy no se vislumbra oposición. Claro, ese no es su problema; al contrario, le conviene que no exista. Ojalá surja alguna eficaz y moderada en estos cuatro años. Desde luego que todo dependerá de a qué hay que oponerse o qué hay que criticar. Es necesario esperar a que emerja lo sustancial.
Por lo demás, pronto vendrán los escándalos del nuevo gobierno, con y sin espejo retrovisor. Eso, bien pensando, es normal, así quieran presentarse tan impecables. Por ejemplo, hay un importante potencial de mermelada rancia en la gestión clientelista del nuevo presidente petrista del Senado, un político astuto y muy torcido. El cambio a lo Lampedusa en su máximo esplendor.
Una última sugerencia en medio de tanto chisme. Solo hay que reaccionar ante hechos ciertos y cumplidos o, al menos, anunciados oficialmente, haciendo a un lado fantasías y consejas.