¡INDEPENDENCIA, CONCILIACION CON ARREPENTIMIENTO Y PAZ!
Enrique Prieto Silva
Sábado 15 de junio de 2024
“Código Penal: Artículo 132. Cualquiera que, dentro o fuera del territorio nacional, conspire para destruir la forma política republicana que se ha dado la nación será castigado con presidio de ocho a dieciséis años.
En la misma pena incurrirá el venezolano que solicitare la intervención extranjera en los asuntos de la política interior de Venezuela, o pidiere su concurso para trastornar la paz de la República o que ante sus funcionarios, o por publicaciones hechas en la prensa extranjera, incitare a la guerra civil en la República o difamare a su Presidente o ultrajare al representante diplomático o a los funcionarios consulares de Venezuela, por razón de sus funciones, en el país donde se cometiere el hecho…”.
Hemos dicho, que los cambios políticos por sí mismos, no garantizan la mejoría económica y mucho menos la mejoría social. Es obvio que esto sea así, y ha sido su desconocimiento por ignorancia política acontecida desde que se implanto en Venezuela el llamado "proyecto", "proceso" o "revolución", cuando una gran mayoría de venezolanos creyeron que habíamos encontrado la solución sinóptica para cambiar el sistema político enfrentado desde la década de los 90’, cuando surgió la hermenéutica de la antipolítica, que nos ha costado la mayor sarta de sacrificios psico-sociales, tratando de volver al pasado, pero con una clara visión de futuro, intentando refundar la república.
Todo se transformó, como hemos dicho, en la peor pesadilla vivida en Venezuela; la que podemos llamar “socialismo del Siglo XXII”, un eslabón en la historia patria, que no tendrá parangón ni del presente ni del pasado, transformado en el gran reto, que deberá enfrentar el nuevo gobierno que surgirá el “28 de Julio”; reto que conlleva la esperanza de reconquistar la independencia, la conciliación y la paz después de más de 25 años de un irracional e ignaro enfrentamiento interpares sin sentido.
Decimos conciliación, porque tal vez después de los acontecimiento del Siglo XIX, Venezuela no había vivido un ambiente de enfrentamiento de convivencia social tan férreo, como el generado por la desidia chavista, esa que comenzó desde 1998, cuando el fenómeno Chávez inicio su compaña antipolítica con la amenaza de freír la cabezas de adecos y copeyanos, dando inicio a una subrepticia guerra interna, para la cual creo los llamados “colectivos”, engendros que sin ocultar su ignorancia supina, se empinaron en la cúspide de su ignorancia para atacar a todo venezolano que no aceptara la sumisión que se le impuso a todo el gentilicio.
Decimos independencia, por la espantosa arremetida contra la libertad económica de Venezuela accionadas por países imperiales, que inicialmente apoyados por venezolanos sumisos, trataron de imponer políticas anticorrupción ilimitadas; y ofertas escandalosas de castigo, entre ellas, las llamadas “sanciones o medidas económicas y jurídicas”, como si de un Estado subyugado se tratara; situación que genero la debacle socioeconómica, que tanto cuesta superar. Desgraciadamente, muchos venezolanos se hicieron eco de ellas y hasta participaron en su solicitud. Si nos atrevemos a ser sinceros y revisamos la normativa referida a la seguridad del Estado, tendremos que habilitar la delictiva tipológica que envuelve la traición a la patria.
La Constitución en su primer Título, referido a los principios fundamentales, consagra la condición libre e independiente de la República como condición permanente e irrenunciable, fundamentada en el ideario de Simón Bolívar, el Libertador, su patrimonio moral y los valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional; de esta manera se rescata el legado histórico de la generación emancipadora, que en la gesta heroica de la independencia de Venezuela luchó para forjarnos una patria libre, soberana e independiente de toda potencia extranjera, y se recoge el sentimiento popular que lo distingue como símbolo de unidad nacional, de lucha incesante y abnegada por la libertad, la justicia, la moral pública y el bienestar del pueblo; se define la organización jurídico-política de la Nación venezolana como un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia; propugnando el bienestar de los venezolanos, creando las condiciones necesarias para su desarrollo social y espiritual, y procurando la igualdad de oportunidades para que todos los ciudadanos puedan desarrollar libremente su personalidad, dirigir su destino, disfrutar de los derechos humanos y buscar su felicidad.
Es fundamental, entendiendo la Constitución, que los ciudadanos y las organizaciones sociales tienen el deber y el derecho de concurrir a la instauración y preservación de esas condiciones mínimas; y de esa igualdad de oportunidades, aportando su propio esfuerzo, vigilando y controlando las actividades estatales, concienciando a los demás ciudadanos de la necesaria cooperación recíproca, promoviendo la participación individual y comunitaria en el orden social y estatal, censurando la pasividad, la indiferencia y la falta de solidaridad.
Sierra diciendo. que las personas y los grupos sociales han de empeñarse en la realización y ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes, mientras que el Estado es un instrumento para la satisfacción de tales fines. Yerra quien cree, que se puede utilizar el poder extranjero para intervenir, deslastrar o cambiar el sistema o poder público de Venezuela, marginando su soberanía que reside en el pueblo
No dudamos de lo difícil de la situación y del impacto que muchos hemos sufrido en nuestro acontecer de la vida diaria, donde muchos perseguidos abandonaron el país para su protección, no obstante, aceptamos su sabia decisión por lógica defensiva. Otros, por temor a represalias y en defensa de su vida, también surcaron esos mares, como lógica defensiva, lo cual es una reacción contra la desesperanza y la desidia; pero lo que no es admisible, es que luego de alejarse hagan como el pecador cristiano, arrojar piedras al territorio abandonado o pedir a su nuevo anfitrión que lance dardos envenenados al territorio de su patria que abandona.
Lo justo y loable es luchar a brazo partido con la fuerza de la fe y la oración, para que los conciudadanos, que por múltiples y necesarias razones permanezcan en el país, les ayuden a cumplir ese sueño de libertad, pero no es racional que los ataquen o pidan al extranjero que los ataquen.
Son muchas las medidas, especialmente económicas que se le imponen al “régimen o a Maduro”, con el fin de que este fracase en el gobierno, lo que genera escases y dificultades económicas, que solo se reflejan en la falta de recursos para sueldos y salarios del pueblo hambriento. Es una idea electoral, que no deja de recordarnos la estúpida abstención, causante de la continuidad política.
Nuestro criterio reflexivo, concordante con el asomado por los candidatos opositores, es el de ver para la salvación social, la necesaria conciliación y la propuesta de una visión de amnistía, la que lógicamente abarcaría a los atacantes y solicitantes de medidas, pero es lógico que ellos cumplan con la lógica del pecado: arrepentimiento, confesión y penitencia; esa penitencia que los obliga desde ya a cambiar su discurso arrepentido de reconocer su error y exigir el cese de las “medidas o sanciones”. Sabemos que la ignorancia es el peor factor del que adolecen muchos opositores; esa fue la razón que nos indujo al introito del artículo. ¡Continuaremos con el tema para mantener la paz!
@Enriqueprietos