Diego E. Arria:
Unas letras para
LA FAMILIA MILITAR
Octubre 27, 2014 9:17 am.
Publicado en: Opinión
Mientras tuvimos libertad
interactuábamos abierta y normalmente con los militares como parte más
que importante de la sociedad venezolana, pero desde que fuimos
colonizados por el régimen cubano esta práctica desapareció.
Hoy los militares temen hablar
libremente hasta con sus propios compañeros. Temen ser denunciados.
Viven en un estado policial bien conocido por ustedes pues cientos de
agentes cubanos de inteligencia controlan sus movimientos,
conversaciones y reuniones. Se le suman agentes venezolanos entrenados
por Cuba como fue el caso de Maduro. Por eso hoy solo es posible
dirigirnos a ustedes por la vía de las redes sociales. Y no sin
peligros.
De partida, y con orgullo les informo
que soy uno de los pocos civiles que durante la democracia recibió las
más altas condecoraciones de las cuatro fuerzas de lo que fue la FAN:
Gran Cruz en Primera Clase de: Fuerzas Terrestres Venezolanas; Fuerzas
Aéreas Venezolanas; Fuerzas Armadas de Cooperación- GN; y la Medalla
Naval Almirante Luis Brión de la Armada. Lo destaco porque en el
ejercicio de mis cargos públicos tanto de Gobernador del Distrito
Federal como de Ministro, el concurso de los distintos componentes de la
FAN me fueron indispensables, y tuve por ellos respeto y afecto.
Inicio aquí mi mensaje, un poco largo,
obligado por las circunstancias que hacen hoy de la fuerza armada el
elemento central y determinante para salir de la tragedia nacional. De
como los observo hoy, de lo que opino de su rol actual y sobretodo de su
futuro.
Ustedes como integrantes de la fuerza
armada independientemente de su rango, deberían abrir los ojos por un
momento y reflexionar sobre el siguiente panorama y sus consecuencias:
• Pérdida de la soberanía y la dignidad ante propios y extraños.
• País colapsando aceleradamente.
• Descomposición social.
• Ruina económica.
• Inexistencia de justicia.
• Secuestro de las instituciones judiciales, legislativas, electorales y contraloras.
• Crimen y violencia.
• Corrupción generalizada.
• Pérdida de la soberanía petrolera y alimentaria.
Nada que ustedes -militares- no
conozcan, aunque se nieguen a reconocerlo para no tener que proceder
como les corresponde, por ser –según mandato expreso de la Constitución
Nacional- garantes de la integridad y la seguridad nacional.
La seguridad que está en juego y
vulnerada no se defiende con tanques, aviones ni barcos adquiridos para
el enriquecimiento de jerarcas civiles y militares. Nadie con excepción
de Fidel Castro -hace 50 años- ha atacado con armas a nuestro país. Solo
la puede generar un gobierno responsable, respetuoso de las
instituciones, de las leyes. Integrado por personas calificadas en el
manejo de los asuntos públicos. Hoy ustedes –saben que el cuadro es todo
lo contrario, porque unas pandillas se han apoderado del país. Han
secuestrado instituciones y las han puesto a su servicio.
Ustedes, militares- tienen tantos
oficiales participando activamente en los más altos cargos: las
finanzas, la economía, la justicia y la defensa del país están en sus
manos. Controlan un régimen absolutamente militarizado por lo que
ustedes no escapan a sus consecuencias.
El rol de la fuerza armada cuando rescatemos la institucionalidad y la libertad en un estado democrático
He sido un crítico severo del papel infame
que ha asumido la Fuerza Armada, al convertirse en el sostén principal y
rehén del régimen que, a pesar de su perfil definitivamente
militarista, es el que más ha menospreciado y dañado la institución
armada.
He insistido en que la
reinstitucionalización de la Fuerza Armada es una necesidad
impostergable y urgente si queremos realmente recuperar y estabilizar el
país. Su participación no es importante, es esencial. Sin ella, dada la
existencia de grupos violentos armados bajo la protección del régimen,
no hay otra salida.
Entiendo perfectamente que la Fuerza
Armada no está representada, toda ella, en su cúpula jerárquica. Si así
fuese, Venezuela estaría atrapada por una organización absolutamente
aborrecible. Me resisto a aceptar que ese sea el caso; no importa cuánto
insistan sus superiores en declarar que la FAN es chavista,
revolucionaria, y socialista. Reducir la Fuerza Armada a esta condición
subalterna y arrastrada es condenar a toda la familia militar al repudio
de los venezolanos que les hemos confiado nada menos que la seguridad
nacional.
Constatar la situación, sin
precedentes, de que miembros de la cúpula militar están denunciados por
cooperar activamente en causas tan horribles como el narcotráfico, el
terrorismo y el secuestro, y violaciones de los derechos humanos, no
puede sino ser motivo de consternación y vergüenza para los integrantes
de la institución, al igual que para sus familiares y amigos. Y, por
supuesto, una desgracia para los intereses nacionales.
Justamente por encontrarme en las filas
de los que aspiramos a que esta metástasis de la corrupción y
degradación ética y profesional no esté generalizada en el cuerpo de la
organización militar, me he cuidado siempre de no censurar a la FAN como
un todo, sino que he individualizado mis denuncias.
Para
situar mis notas en un contexto más amplio, copio aquí unos conceptos
recogidos en mi libro “Primero la Gente” (1978), en el cual dediqué un
capítulo al papel que, en mi opinión, deben jugar las fuerzas armadas en
una democracia, y destaqué que debe estar efectivamente incorporada al
gobierno. Me preguntaba y me pregunto:
¿Cuál es el criterio civilista sobre este particular?
Que la Fuerza Armada debería estar fuera del gobierno, dedicada a sus funciones específicas.
¿Y cuáles son esas funciones?
Evitar y rechazar las agresiones externas e internas que pudieran sufrir tanto el Estado como el gobierno.
Eso significa, nada menos, que la
seguridad y la supervivencia del sistema gubernamental depende de un
poder que el civilismo insiste en situar fuera de ese sistema. Ese es, a
mi juicio, un papel injusto para la Fuerza Armada, pues condena a sus
integrantes ajenos a la toma de toda decisión que no se vincule con lo
“específicamente militar”, colocándolos, automáticamente, por encima y
trascendiendo a cualquier gobierno de turno. La convierte en una
instancia del Estado con vigencia y funciones superiores a las políticas
gubernamentales, y dependiendo de la gravedad de una crisis como
árbitro y sustituto temporal de un gobierno. Realidad mas que cercana a
la monumental crisis que sufrimos.
La sociedad debe entender que la Fuerza
Armada desempeña un papel político. Nada más político que preservar la
integridad y la seguridad de la patria-y que por lo tanto es
indispensable incorporarla a la política de Estado. Más aún la FAN debe
participar en la toma de todas las decisiones cruciales del Estado. De
hecho creo tanto en eso que cuando representé a nuestro país en el
Consejo de Seguridad de la ONU llevé a un distinguido oficial naval, el
Contralmirante Manzano como nuestro asesor militar. Única vez que un
oficial venezolano ha formado parte de la delegación de Venezuela en la
cúpula política del mundo.
Es claro para mi que la circunstancia
de encontrarnos hoy ante una infame y deplorable cúpula militar como la
actual, entregada al régimen cubano, dificulta que los civiles que me
lean puedan concebir a los militares en las funciones que señalo, pero
esto no debe ser suficiente para desvalorizar el papel esencial que
tiene por delante la institución armada en el proceso de transición para
la refundación de la República de Venezuela.
Adicionalmente, no podemos ignorar el
hecho de que la fuerza de milicianos, sumados a los grupos paramilitares
amparados y promovidos por el régimen es superior a la propia FAN. Esta
realidad es una amenaza no solo para los ciudadanos, sino también para
la propia Fuerza Armada. Véanse en el espejo de lo acontecido al Mayor
General Miguel Rodríguez Torres superpoderoso ministro de interior,
justicia y paz al enfrentar a estos grupos.
La deformación de la educación militar
Casi desde el inicio del régimen se ha
desarrollado un proceso de deformación en la educación militar de
nuestros oficiales que representa un enorme daño a la propia Fuerza
Armada y una amenaza real para la democracia. Hoy la academia ya no
prepara a los oficiales para el “servicio exclusivo a la nación”, sino
que los adoctrina en los “principios éticos socialistas, revolucionarios
y chavistas”
¿Cómo sucedió semejante desnaturalización de su misión?
Sin duda, la responsabilidad principal
recae en los oficiales del Alto Mando Militar, que perdieron el sentido
institucional y su dignidad personal, y negociaron su deber a cambio de
la oportunidad de participar en el saqueo del poder y del patrimonio
nacional, y sometieron al escarnio y al repudio público al resto de la
institución y a sus propios familiares. Su voracidad los llevó a
subordinarse inicialmente al denominado “primer golpista de América
Latina que, con el apoyo de agentes de la inteligencia cubana, actúa
como ejército de ocupación de nuestro territorio.
Una realidad es dominante y no pueden
ignorarla los oficiales: la obediencia ciega no legitima los desmanes ni
les garantiza impunidad, como sueñan muchos para excusar sus actos.
Desde el establecimiento del Tribunal de Nuremberg, tal obediencia no
les exculpa de sus delitos, cuyas penas compartirán por igual con el
jefe del Estado.
A familia militar le pregunto:
¿Es que acaso la subordinación de la
FAN a la satrapía. castrista no es mas que suficiente para ser
considerados traidores a la patria?
¿O que la complicidad con el régimen
dictatorial y despótico en sus acciones violatorias de derechos humanos
en los cuales los involucran a ustedes como perseguidores y hasta
torturadores de jóvenes venezolanos cuyo único delito es invocar la
libertad como condición esencial de la vida no tendrá consecuencias para
ustedes?
¿Y todas estas líneas que les dirijo que intención tienen?
Pues exigirles –a ustedes, militares-
que se pronuncien institucionalmente. La constitución les otorga el
mandato y el curso a seguir ante un Estado que colapsa gracias a la
cooperación activa de la cúpula militar con la pandilla del régimen.
Por algo les pedí que abrieran los ojos
por un momento; pues está muy claro que los tienen cerrados. Tengo la
convicción de que el régimen no podrá superar esta realidad. No sabe
cómo, y no quiere hacerlo. Su única ambición es tener y sostener el
poder ilimitadamente, y a cualquier precio.
Y ustedes –militares- ¿creen que el país va a concluir que la fuerza armada no tiene nada que ver en esta tragedia?
¿Que la fuerza armada puede desentenderse
-nada menos- que del colapso de todo un país cuando hasta los tres
principales ministerios los detentan tres altos oficiales-sin duda
incompetentes pero militares: Interior, Justicia y Paz; Defensa, y
Economía y Finanzas?
La familia militar merece respeto y consideración.
Sería un crimen dejarles un legado de odio, violencia y corrupción que los avergüence. Y los condene.
Si abrieron los ojos un momento… Es hora de que no los vuelvan a cerrar.
Diego E. Arria
Octubre 27 , 2014
Twitter: Diego E. Arria