La pobreza como política
José Vicente Carrasquero A.
Durante
la semana que terminó el 24 de Octubre, la Asamblea Nacional aprobó el proyecto
de presupuesto de la nación para el año 2015. No es mi especialidad la
economía. Por lo tanto, no me voy a detener en los aspectos técnicos del
asunto. Quiero concentrar mi atención en lo que este evento configura desde el
punto de vista político y social.
Lo
primero que podemos afirmar es que el proyecto de presupuesto es un anuncio
tácito de que el gobierno seguirá apelando al desorden fiscal como forma de
manejar las finanzas públicas. Bajo ese esquema, las autoridades imprimirán
billetes a placer para tapar sus huecos fiscales. Eso quiere decir que
aprendieron a vivir con la inflación y descubrieron que era favorable para su
esquema de ir resolviendo sus cuentas sobre la marcha sin importar el perjuicio
que le causan al pueblo en general.
Al
escoger la inflación como mecanismo de llevar a cabo la ejecución
presupuestaria, queda claro que el gobierno seguirá jugando a la disminución
del poder adquisitivo del venezolano. El 2015, estará signado por un aumento
vertiginoso de los precios y el consecuente deterioro del poder adquisitivo de
la mayoría de los venezolanos. Eso quiere decir, que el ejecutivo piensa seguir
en un gasto dispendioso, y que el pueblo deberá asumir la factura que ese
comportamiento implica.
En
una reciente entrevista, el ministro Rodolfo Marco Torres decía que la nación y
PDVSA honrarían los pagos que se deben hacer este mes de Octubre. La
declaración del funcionario es imprecisa y no se atiene a la verdad de lo que
está sucediendo. El pago de la deuda no la está haciendo la nación y PDVSA, lo
están haciendo los venezolanos. ¿Y cómo lo están haciendo? Asumiendo la escasez
de productos, la imposibilidad de adquirir un vehículo, lo prohibitivo del
costo de un pasaje de avión, viendo su salario convertirse en sal y agua y,
como consecuencia de todo lo anterior, sufriendo un deterioro en la calidad de
vida sin precedentes en los últimos sesenta años.
El
presupuesto implica que el gobierno seguirá jugando al control de la economía a
pesar del rotundo fracaso en esta materia. Años de fiasco no fueron suficientes
para que los incompetentes en el poder aprendan de una vez por todas que los
controles solo traen vicios insoportables como la corrupción, la escasez, el
acaparamiento y la quiebra de empresas que no pueden
digerir financieramente los dislates del gobierno.
Estos
dos elementos, inflación y controles, permiten concluir que el gobierno ha
decidido optar por la pobreza como política que marque el norte de esta gestión
en el tiempo por venir. La gente que supuestamente había superado niveles de
ingreso en los últimos años, aprecia como su capacidad de compra ha
desaparecido. Ya sea porque los productos muestran precios inalcanzables, o
porque teniendo el dinero, no existe el producto o el bien que se desea
adquirir.
El
empobrecimiento del venezolano es generalizado y es, sin discusión alguna,
producto de un conjunto de políticas erradas según las cuales el gobierno
piensa que puede seguir teniendo el control de la población.
Las
encuestas ya muestran el descontento con la forma como se está manejando el
país. Cuatro de cada cinco venezolanos piensa que el país no está bien. Una
proporción similar piensa que el modelo económico no sirve. Lamentablemente, la
dirigencia política oficialista hace caso omiso del clamor popular. Todo indica
que el pueblo le pasará una factura que no podrá cancelar.
El
empobrecimiento como política es la explicación de este malestar de la
población. El gobierno prefiere satisfacer sus mecanismos clientelares de
funcionamiento y no enfrentar las medidas económicas que saquen a Venezuela del
marasmo que está padeciendo. Algunos piensan que el gobierno lo hace adrede y
que la pobreza es un objetivo de su gestión. Otros creen que en el gobierno no
hay gente capacitada para entender el problema que estamos sufriendo y tomar
los correctivos necesarios.
En
todo caso, la política del empobrecimiento está llevando al país al atraso.
Todos los indicadores económicos y sociales así lo demuestran. Venezuela ve
poner en riesgo su soberanía por una política que debilita a su pueblo y que
por lo tanto pone en riesgo su sustentabilidad futura.
Lo
cierto es que esta nefasta política de empobrecernos, más temprano que tarde le
pasará factura a los insensatos que ocupan el aparato de gobierno.