Murillo, un pastor evangélico de 57 años, estuvo el domingo con tres de sus doce hijos en la manifestación con que miles de seguidores de Manuel Zelaya pretendían dar la bienvenida al depuesto presidente a su regreso a Tegucigalpa, una semana después de que los militares lo sacaron por la fuerza del poder y del país.
Al final de la tarde y tras llamar insistentemente sin éxito al celular de su hijo, el teléfono de Isy por fin daba respuesta por medio de un trabajador de la morgue de un hospital cercano para confirmarle al hijo mayor de José que el joven, de 19 años, se encontraba sin vida en ese lugar.
"Yo miré cuando el francotirador tiró, pero no sabía a quién tiraba porque estábamos dispersados", dijo a Efe Murillo en la Colonia Villeda Morales, a unos doce kilómetros de Tegucigalpa.
El francotirador se agachó, puso dos escuderos (a los lados) y ahí no más tiró y salió este casquillo", relató, mostrando una bala que, dice, recogió en el lugar sin saber que era la que mató a su hijo.
José Murillo enterrará a Isy mañana, martes, en el municipio de Guayape, departamento de Olancho (este), a donde se lo llevó hoy en un sobrio ataúd amarrado en la caja de una camioneta.
El nuevo canciller hondureño, Enrique Ortez, confirmó hoy en declaraciones a medios en el extranjero dos muertos en los incidentes del domingo entre la Policía y los manifestantes.
Sin embargo, hasta el momento no ha habido confirmación de la identidad de la segunda víctima; fuentes de la organización de la marcha de los seguidores de Zelaya solo confirman hoy un muerto, y fuentes policiales mantienen que el único fallecido del que tienen constancia es Murillo.
Ortez afirmó, además, que existe "la certeza de que la Policía no fue" la causante de los disparos.
Murillo aseguró que alrededor de las 15.40 hora local del domingo (21.40 GMT) los militares tiraron bombas lacrimógenas y después "empezaron a emprender fuego contra la multitud".
"Fue una barbaridad. Ellos provocaron al pueblo con las bombas lacrimógenas y después hubo los disparos, yo, como pastor, no miento", comentó Murillo, quien aseguró que durante el día había comprado agua para los militares que acordonaban el aeropuerto.
Afirmó que el tirador "andaba con un casco azul y era el que comandaba el pelotón de los verdeolivos", y que, en la marcha, algunos manifestantes le conocían: "decían que era un mayor".
Hoy pidió que al responsable se le haga una "demanda internacional" porque "aquí el Ejército está comandado por este Gobierno".
"Que se haga justicia y no se siga derramando la sangre de inocentes en Honduras", agregó.
Además de Isy Obed y la segunda víctima, no identificada, al menos diez personas resultaron heridas de una consideración no especificada aún por las autoridades, que hasta el momento no han presentado un informe sobre lo ocurrido, aunque aseguran que han abierto una investigación.
Honduras se encuentra sumido en una profunda crisis política desde que el pasado 28 de junio Zelaya fuera derrocado y el Congreso nombrara en su lugar a Roberto Micheletti, en una acción repudiada por la comunidad internacional.
Zelaya había anunciado su regreso para el domingo, pero tras intentar aterrizar sin éxito en el aeropuerto de Tegucigalpa puso rumbo a El Salvador.
José Murillo dice que él fue a la manifestación para recibir a Zelaya movido por los "fines sociales" y que, además, fue a protestar contra la "explotación en Honduras".
Sin embargo, cuando le recuerdan que su hijo se ha convertido en el primer muerto de la crisis política en que se encuentra el país, vacila y simplemente responde: "Duele".
Fuente:
http://www.proceso.hn/2009/07/06/Nacionales/Padre.de.joven/14758.html