Pablo Emilio Moncayo, liberado tras 12 años de cautiverio en manos de las FARC, es otro secuestrado que piensa que el Gobierno no ayudó en su liberación
Santiago Zeas. Desde Bogotá
En Colombia no es la primera vez que un secuestrado que vuelve a la libertad, como el sargento Pablo Emilio Moncayo, agradece a presidentes de terceros países por sus gestiones y, a la par, mantiene una actitud crítica frente al gobierno de Álvaro Uribe.Desde la perspectiva de Moncayo y su familia, su reconocimiento para los mandatarios Rafael Correa (Ecuador), Hugo Chávez (Venezuela) y Lula da Silva (Brasil) está plenamente justificada. Desde su óptica, los tres presidentes extranjeros, desde sus áreas de acción, hicieron lo que estuvo a su alcance para ayudar en su liberación, en una actitud que consideran opuesta a la de Uribe, al que cuestionan por no dar paso a un canje humanitario con reos de las FARC.
El agradecimiento al presidente Correa tiene su explicación. En el 2008, después del ataque colombiano a Angostura, el Mandatario ecuatoriano expresó todo su deseo y voluntad para ayudar en la liberación de Moncayo.
A esto se suma que en junio de ese año, Correa recibió en el Palacio de Carondelet al profesor Gustavo Moncayo, padre del sargento, quien le pidió que actúe como mediador. La respuesta del Gobierno ecuatoriano fue inmediata y, a través de la Cruz Roja Internacional, exhortó a las FARC a que liberen a todos los plagiados.
Por ello, en su primera intervención frente a la prensa, el hasta hace poco rehén más antiguo de las FARC recordó que la administración de Correa solicitó a la guerrilla que -como un gesto de paz- lo liberara. De hecho, semanas antes de que se libere a su hijo, en una entrevista con este Diario en Bogotá, el profesor Moncayo ya había expresado su reconocimiento a Correa y al pueblo ecuatoriano.
Una explicación similar tiene la gratitud expresada hacia Hugo Chávez, quien en el 2007 también se reunió con el profesor Moncayo y a finales de ese año participó como mediador para la liberación de rehenes. Mientras que en el caso de Lula da Silva, facilitó los helicópteros y la tripulación para que se cristalice su rescate.
En cambio, de los labios del que era el prisionero más antiguo de la insurgencia no salió ni una sola palabra relacionada a Uribe, a quien no le dio ningún crédito en su liberación.
Ayer, en su blog de El Tiempo, el periodista Roberto Vargas, quien ha cubierto por años noticias relacionadas al conflicto, recordó un episodio que marcó el alejamiento entre la familia Moncayo y el presidente Uribe.
Fue en agosto del 2007, cuando el ‘caminante de la paz’ recorrió 900 km desde Nariño hasta Bogotá, para pedir al Gobierno que dé paso a un acuerdo humanitario con las FARC, para que queden en libertad los policías y militares cautivos, que hoy llegan a 20. La respuesta de Uribe fue un rotundo no, pues por entonces su administración priorizaba la opción de un rescate militar por la fuerza. Ante la respuesta, el profesor Moncayo dejó al Presidente con la palabra en la boca. “Se refugió en su carpa y se puso a llorar de desconsuelo, porque a la final, este no le dio esperanza alguna”, recordó Vargas en su blog.
Feliz con su hermana y la tecnología
La vida no podía ser más frenética para el sargento Pablo Emilio Moncayo un día después de haber sido liberado por la guerrilla de las FARC, que lo tuvo confinado en la selva amazónica durante más de 12 años.
Él fue secuestrado cuando tenía 19 años y ostentaba el rango de cabo, pero retornó como sargento y con el rostro de adulto que muchas veces se imaginó su madre, María Estela Cabrera, que lo recibió con una sorpresa: Laura Valentina, de 5 años, su hermana menor.
Desde que se encontró con su familia en la pista de aterrizaje de la selvática Florencia, el recién liberado mostró un interés especial en Laura Valentina, a quien de inmediato alzó y dio besos. Su padre, Gustavo Moncayo, que cobró notoriedad por encadenarse las manos y hacer largas caminatas para exigir la libertad de su hijo, contó que este le recitó un poema a la hermana que apenas conoció el martes. “Laura Valentina se convirtió en su fuente de inspiración, me pareció muy bonito”, dijo el profesor de ciencias sociales de un colegio de Nariño.
Pablo Emilio pasó la noche en la intimidad con su familia, que dijo “merecerlo” por la lucha que llevaron adelante pidiendo su libertad. “Fue demasiado emocionante. Al abrir los ojos esta mañana sentí que hablaba con su mami, estaban mirando fotos, cuchicheando”, narró su padre ayer a los periodistas.
“Nos merecemos pasar esa primera noche y el primer día con Pablo Emilio, porque hemos luchado tanto”.
Gustavo contó que su hijo se mostró “muy emocionado con los avances tecnológicos (de los últimos 12 años), con la cámara fotográfica digital y táctil”.
Ayer, su familia le regaló a Pablo Emilio una cámara fotográfica digital y le prometieron también una guitarra. Por la tarde, en un ambiente estrictamente privado, su familia y amigos organizaron una celebración que incluyó un asado de carne y la intervención de grupos musicales.
DPA y AFP
A esto se suma que en junio de ese año, Correa recibió en el Palacio de Carondelet al profesor Gustavo Moncayo, padre del sargento, quien le pidió que actúe como mediador. La respuesta del Gobierno ecuatoriano fue inmediata y, a través de la Cruz Roja Internacional, exhortó a las FARC a que liberen a todos los plagiados.
Por ello, en su primera intervención frente a la prensa, el hasta hace poco rehén más antiguo de las FARC recordó que la administración de Correa solicitó a la guerrilla que -como un gesto de paz- lo liberara. De hecho, semanas antes de que se libere a su hijo, en una entrevista con este Diario en Bogotá, el profesor Moncayo ya había expresado su reconocimiento a Correa y al pueblo ecuatoriano.
Una explicación similar tiene la gratitud expresada hacia Hugo Chávez, quien en el 2007 también se reunió con el profesor Moncayo y a finales de ese año participó como mediador para la liberación de rehenes. Mientras que en el caso de Lula da Silva, facilitó los helicópteros y la tripulación para que se cristalice su rescate.
En cambio, de los labios del que era el prisionero más antiguo de la insurgencia no salió ni una sola palabra relacionada a Uribe, a quien no le dio ningún crédito en su liberación.
Ayer, en su blog de El Tiempo, el periodista Roberto Vargas, quien ha cubierto por años noticias relacionadas al conflicto, recordó un episodio que marcó el alejamiento entre la familia Moncayo y el presidente Uribe.
Fue en agosto del 2007, cuando el ‘caminante de la paz’ recorrió 900 km desde Nariño hasta Bogotá, para pedir al Gobierno que dé paso a un acuerdo humanitario con las FARC, para que queden en libertad los policías y militares cautivos, que hoy llegan a 20. La respuesta de Uribe fue un rotundo no, pues por entonces su administración priorizaba la opción de un rescate militar por la fuerza. Ante la respuesta, el profesor Moncayo dejó al Presidente con la palabra en la boca. “Se refugió en su carpa y se puso a llorar de desconsuelo, porque a la final, este no le dio esperanza alguna”, recordó Vargas en su blog.
Feliz con su hermana y la tecnología
La vida no podía ser más frenética para el sargento Pablo Emilio Moncayo un día después de haber sido liberado por la guerrilla de las FARC, que lo tuvo confinado en la selva amazónica durante más de 12 años.
Él fue secuestrado cuando tenía 19 años y ostentaba el rango de cabo, pero retornó como sargento y con el rostro de adulto que muchas veces se imaginó su madre, María Estela Cabrera, que lo recibió con una sorpresa: Laura Valentina, de 5 años, su hermana menor.
Desde que se encontró con su familia en la pista de aterrizaje de la selvática Florencia, el recién liberado mostró un interés especial en Laura Valentina, a quien de inmediato alzó y dio besos. Su padre, Gustavo Moncayo, que cobró notoriedad por encadenarse las manos y hacer largas caminatas para exigir la libertad de su hijo, contó que este le recitó un poema a la hermana que apenas conoció el martes. “Laura Valentina se convirtió en su fuente de inspiración, me pareció muy bonito”, dijo el profesor de ciencias sociales de un colegio de Nariño.
Pablo Emilio pasó la noche en la intimidad con su familia, que dijo “merecerlo” por la lucha que llevaron adelante pidiendo su libertad. “Fue demasiado emocionante. Al abrir los ojos esta mañana sentí que hablaba con su mami, estaban mirando fotos, cuchicheando”, narró su padre ayer a los periodistas.
“Nos merecemos pasar esa primera noche y el primer día con Pablo Emilio, porque hemos luchado tanto”.
Gustavo contó que su hijo se mostró “muy emocionado con los avances tecnológicos (de los últimos 12 años), con la cámara fotográfica digital y táctil”.
Ayer, su familia le regaló a Pablo Emilio una cámara fotográfica digital y le prometieron también una guitarra. Por la tarde, en un ambiente estrictamente privado, su familia y amigos organizaron una celebración que incluyó un asado de carne y la intervención de grupos musicales.
DPA y AFP
Fuente: ElCometrcio.com /Ecuador