Integración o desintegración latinoamericana...
PORTACHUELO
Por: René Núñez
La calidad de vida de los pueblos depende de sus dirigentes. En esto la política cumple un rol determinante. Cuando de desarrollo e integración se habla, la política no sólo es arte sino técnica y ciencia a la vez. Cuando se habla de técnica se refiere a la forma como ejercen sus actividades los poderes y demás estructuras del Estado. Como ciencia: al conjunto de principios y reglas que maneja la organización de la sociedad política y la ordenación de sus estructuras y su funcionamiento. Nos referimos al aporte de las universidades cuando gradúan especialistas de la política como son los politólogos. El arte vendría a ser la habilidad para llevar adelante los principios de la ciencia y de las distintas técnicas aplicadas al orden social.
Esta introducción la traigo a colación porque no se observa en los habladores de integración en América Latina claridad y convicción de estos conceptos, se han quedado en puras buenas intenciones revestidas de tintes ideológicos y ello explica de alguna manera por qué no se reduce la pobreza latina y escasea la calidad de vida de nuestros pueblos, salvo honrosos casos como Costa Rica y Chile, mostradores del mayor desarrollo humano de la región.
Se fundamenta mucho lo de la unidad latinoamericana pero muy poco esfuerzo y serio se adelanta en esa dirección. Cumbres van cumbres vienen y nada que se revise con responsabilidad los compromisos del progreso y el desarrollo de los países asistentes. Esto requiere -no me cabe duda- primero de un desarrollo político. Hablar de cualquier tema menos de desarrollo ha sido la característica de estos encuentros presidenciales. No terminan de internalizar las cabezas de gobierno que el desarrollo depende de la capacidad de producir bienes y servicios para satisfacer la demanda doméstica como primera prioridad, el excedente para cubrir la demanda internacional interesada, todo se hace en beneficio de la consolidación de una vida humana más humana y no de una vida humana miserable-infrahumana.
El desarrollo no sólo significa crecimiento económico, sino también, un crecimiento social, un crecimiento científico, un crecimiento cultural, un crecimiento deportivo, un crecimiento espiritual, un crecimiento humano... Todo lo que atenta contra esas necesidades de vida humana es inaceptable desde todo punto de vista y si los líderes de los pueblos no lo entienden, se requiere cambiarlos por otros mejores no sólo de conocimiento integral de las cosas del estado sino de mayor y mejor trato y sensibilidad humano. De lo que se trata es del desarrollo del ciudadano y de todos los ciudadanos. No de los presidentes ni de los partidos de gobiernos.
América Latina: desde México hasta la Patagonia, exhibe demasiadas desigualdades sociales y humanas. Hasta ahora la concurrencia a los procesos de desarrollo global latinoamericano ha sido insuficiente, solamente han estado representando los gobiernos de turno. No habido participación activa de las propias poblaciones latinas a todos los niveles, mucha gente preparada con voluntad y sentimiento social y humano han sido ignoradas, a pesar de los discursos “populosos” repetitivos y cansones de los jefes de misiones; abrogándose de un sentimiento y clamor popular que no representan en el ejercicio de sus mandatos.
Salvo Brasil, el resto de los países latinos hablan un lenguaje común, el español, ni esa fortaleza histórica de comunicación ha facilitado la integración. Hay una cultura muy crítica para trasladar la culpabilidad de los pocos logros de la integración por su ineficacia y desorden público a otros países como, por ejemplo, a los Estados Unidos.
Se ignora valores y principios morales y éticos de la política esenciales para garantizar el éxito o por lo menos el tránsito imprescindible para alcanzarlo. Hay solidaridad internacional por conveniencia ideológica y no por conveniencia de desarrollo humano. No se cumplen los compromisos de la distribución justa y equitativa de la riqueza derivada de la venta de materias primas, ni los que tampoco producen bienes y servicios. Hay países muy ricos, con gobiernos muy ricos, pero con pueblos pobres, como es nuestro caso venezolano. Un gobierno que ha recibido durante su largo mandato de gobierno (12 años) más de 970 mil millones de dólares, que ha endeudado e hipotecado la nación por cifras inimaginables, no ha sido capaz de integrar a su pueblo para el desarrollo ni tampoco está dispuesto a liberarlo en búsqueda de su propia prosperidad, justicia y paz. La orden política ha sido dignificar la pobreza como buena y necesaria mas no la riqueza. Mientras adentro se percibe y se siente la desintegración nacional, a nivel internacional el gobierno promueve activamente la integración latinoamericana pero desde la perspectiva de su proyecto personal “socialismo del siglo XXI”. No sirve la ONU, no sirve la OEA, pero si el ALBA. Bajo esa óptica reducida y egoísta la mayoría de los venezolanos sufren en carne propia su atraso social, una lástima porque guste o no se vive tiempos de espacios integrados y no de nacionalismos como argumento “anacrónico” de superación. El mañana es de lo primero si queremos sobrevivir.
(*) Internacionalista
Edición 1.132, hasta el próximo miércoles. Le invito a oír de lunes a viernes, de 1:00 a 2:00 de la tarde: Diplomacia de Micrófono por La Mejor FM. 91.5 Guayana
FUENTE: Correo del Caroní
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