Existen muchas referencias de violaciones a los derechos humanos en este país. Ellas datan de mucho tiempo y quizás por ello, por aquello de que a algunos venezolanos no les afectan, muchos miran hacia otro lado o simplemente las ignoran. Otros compatriotas, cual focas, aplauden la ignominia.
En mi caso, además de una pluma rebelde, tengo una memoria y una conciencia que se estremece de ira e indignación cuando me entero de una violación, hipócritamente justificada por quienes deberían ser sus custodios. Así, protesté en mis tiempos de estudiante cuando la represión de la época, asesinó a un líder de la resistencia sin saber que con el tiempo su hijo del mismo nombre, formaría parte de un gobierno represivo que con mayor delicadeza pero no con menos cinismo y desfachatez, viola la Constitución y con ella los derechos de los ciudadanos. Igual me sentí cuando misteriosamente se “suicido” en su celda Fabricio Ojeda o cuando mataron al Chema Saher, cuya excelente familia conocí muchos años después. Igualmente, a pesar de mi corta edad, también recuerdo los asesinatos de Carnevali, de Ruiz Pineda y del Profesor Lovera, mártires de esta maltratada democracia que cual “media talla única”, se ajusta al gobernante de turno. También, lamente y proteste, por el asesinato de Salvador Allende cuyo nombre lleva mi promoción.
Podría citar muchos nombres porque en Venezuela esa historia es larga y algunos gobernantes han preferido la puñalada trapera, la simulación de enfrentamientos e inclusive el aparataje judicial en lugar de la confrontación de las ideas y del respeto al adversario. Salvo honrosas excepciones, quienes detentaron y detentan el poder, sucumbieron a la terrible tentación y con la alcahuetería de organismos del estado que deberían ser autónomos y de organismos policiales que deberían darnos seguridad, con la colaboración de enfermos y sádicos (no confundir términos) como suelespuma, pedro estrada, el negro sanz y muy recientemente uniformados de alto rango, y funcionarios, volcaron resentimientos e ignorancia para asesinar, torturar y hostilizar enemigos que cometieron y cometen el terrible pecado de pensar distinto, mientras groseramente, a cambio de su colaboración, se enriquecen y prostituyen. Y las focas aplauden...
A pesar de esa barbarie, han existido y existen esfuerzos por crear conciencia en la población de la importancia del respeto a este derecho reconocido universalmente. Tal es el caso de quienes hoy gobiernan, que llegaron a posiciones de poder, porque alguna vez se les respetaron sus derechos, fueron juzgados y sentenciados, se les respetó el debido proceso y a pesar de las lágrimas del héroe de la planicie, que no fueron por torturas sino por miedo, se les trató como seres humanos.
Hoy, siento profunda pena por el ominoso silencio de personeros como jose temiente quien en alguna oportunidad, encarno el ideal de muchos cabezas caliente de la época, entre los que se cuenta este buhonero, y que ahora se hace el loco y prefiere denunciar otras cosas, ¿será que tiene rabo de paja? ¿Será que está frenado por los rumores cada vez más con-vicentes de la corrupción galopante que encabezó un familiar muy cercano en la administración de una alcaldía?
En Venezuela aunque se roba igual, evolucionan la manera de hacer ciertas cosas y salvo excepciones como el asesinato del hijo de la Dra. Haidee Castillo, de los asesinatos de la Plaza Altamira y de la Sra. Ron, ahora se usan formas sofisticadas para asesinar psicológicamente a los adversarios. Se les inventan delitos, se encarcelan sin respetar el debido proceso y allí permanecen largo tiempo mientras una justicia convenientemente lenta y lerda se toma su tiempo para dictar sentencia, generalmente sin elementos de convicción y con la cooperación de una vergonzosa generación de leguleyos y leguleyas, de idiotas y de "idiotos" que meteóricamente han ascendido gracias a su complacencia y a la forma en que acatan y cumplen las ordenes que reciben, que se olvidaron de sus libros de texto, de la Constitución que juraron respetar y se convierten en simples recaderos del poder para maltratar derechos humanos.
En otros casos, se amenaza la vida, se acosa y convenientemente se descuida la vigilancia para que se exilen y de esa forma anularles políticamente, tal es el caso de Rosales, de Juan Fernández, de Horacio Medina y de otros tantos compatriotas que no solamente sufren la violación de sus derechos sino que además, deben sobrevivir en otros países mientras se desperdician talentos reconocido en todo el país. Así, con todos los hilos del poder en sus manos, se reparten espadas a los peores dictadores y asesinos de la actualidad, se reparte y comparten los recursos de la nación, se firman convenios cuya letra pequeña por ignorancia y narciso no lee o no entiende, se desconoce y compromete cada día más el futuro de los venezolanos. Y mientras tanto, las focas aplauden…
Muchas cosas propiciaron esta humilde crónica pero en especial, quiero referirme al aniversario del Holocausto, que avergonzó al mundo porque quienes pudieron impedirlo (Allá también habían focas), se hicieron los locos cuando un individuo aún más loco, masacró a más de seis millones de semejantes y solo reaccionaron cuando el mal ya estaba hecho.
Otra de las razones por las que nunca me cansare de protestar, es la injustificada condena de los Comisarios Simonovis, Vivas y Forero conjuntamente con las de ocho compatriotas mas, a quien el régimen utiliza como cabezas de turco para enviar un mensaje: ¡Si te metes conmigo, te meto preso sin pararle bola a nada porque soy el amo y manejo a mi antojo todos los hilos del poder!
El agua que derramó el vaso, fue el caso del joven Rivas. Me dolió mucho su cara de chamo y de estupor por el uso abusivo del poder pero al mismo tiempo, sentí el orgullo por un muchacho que nos reserva grandes satisfacciones. Le correspondió ser Hombre antes de tiempo porque ante los dos caminos, el de la indiferencia rayana en la cobardía de muchos y el de la dignidad y la valentía, no vacilo y como todo un varón, tomó el camino de la Libertad. No puedo finalizar esta crónica sin mencionar los casos del periodista Azocar, del Prefecto Blanco, de Eligio y de tantos compatriotas presos por el solo hecho de disentir. Y mientras tanto, las focas aplauden…
El Buhonero de La Resistencia