Una  cifra que tampoco corresponde a una proporción áurea. Si las elecciones  en Venezuela fueran el fiel reflejo de la realidad y ambos contrincantes  nos montáramos al cuadrilátero con un Chávez sin arena en la izquierda y  una herradura en la derecha, con un árbitro ciego y nosotros con una  mano amarrada, la proporción aumenta para la oposición democrática  exponencialmente. Quítesele a Chávez, es decir: al PSUV, es decir al  Estado, vale decir: a PDVSA, dígase: a la administración pública,  exprésese, a las Fuerzas Armadas el poder de imponerle un voto a sus  millones de empleados y permítaseles votar como les salga del forro y  ahí sí veremos lo que sucedió con todos los partidos de los regímenes  totalitarios: no duraron una hora después que cayó el líder.
  Pedro Lastra 
LOS FANTASMAS DEL PSUV
     
LOS FANTASMAS DEL PSUV
De ese misterioso partido de  Estado, rémora de los engendros orgánicos paridos por los dictadores  necesitados de un parapeto semi politológico como esa quisicosa llamado  PSUV, se puede decir una gran verdad: existen, después de inflados por  el caudillo, hasta que ambos se desinflan – caudillo y parapeto. Lo que  puede ocurrir diacrónica o sincrónicamente. A veces se le revienta el  pulmón al caudillo y no hay quien infle la esmirriada bomba partidista.  Otras veces, el globo se revienta solo y cuando menos se espera. Lo  lógico es que ambos vuelen por los aires expelidos por sus emanaciones  gástricas.
 Es lo que parece estar sucediendo en la Venezuela del realismo mágico,  esa que parió de la nada una militancia activa y combatiente tan  poderosa como la del PCUS en los mejores tiempos de Stalin y que llegara  a tener en el zenit del aluvión chavista más de seis millones de  inscritos. En su momento, la mitad del país electoral. Un desiderátum  que ya hubiera querido Adolfo Hitler: cada votante inscrito en el REP un  militante de carnet, curso de educación política y librito rojo.
 La verdad ha reventado este domingo en el agriado rostro del caudillo,  que acuciado por las colas más vacías de la historia – un oxímoron inventado por Pompeyo Márquez – las cogió contra una  modesta y corajuda periodista que le hizo las únicas preguntas  pertinentes a quien le huye a la verdad como a la peste y tiene la  pésima costumbre de asesinar al mensajero. Búsquesele y rásquesele por  donde se le apriete: de esos seis millones y pico de inscritos y  carnetizados del PSUV no asistió más de un millón a las urnas. Todo lo  demás es cuento.
 Y vaya que un millón de votantes para unas primarias es una cifra  respetuosa y como para exhibirla con orgullo, salvo que se esté enfermo  de delirium tremens y se tenga la insólita auto percepción de estar  encabezando la cruzada sagrada de la revolución planetaria del siglo  XXI. Tampoco como para hincharse el pecho y salir a pavonearse a los  Próceres: si se proyectan los 350 mil votantes que asistieron a las  primarias parciales del 25 de abril, la oposición hubiera puesto en pie  de guerra a nivel nacional la suma de 1.600.000 votantes. Lo que  corresponde, voto más, voto menos, a la verdadera correlación de fuerzas  electorales:
  60% para la oposición, 
40% para el oficialismo.
40% para el oficialismo.
Una cifra que tampoco corresponde a una proporción áurea. Si las  elecciones en Venezuela fueran el fiel reflejo de la realidad y ambos  contrincantes nos montáramos al cuadrilátero con un Chávez sin arena en  la izquierda y una herradura en la derecha, con un árbitro ciego y  nosotros con una mano amarrada, la proporción aumenta para la oposición  democrática exponencialmente. Quítesele a Chávez, es decir: al PSUV, es  decir al Estado, vale decir: a PDVSA, dígase: a la administración  pública, exprésese, a las Fuerzas Armadas el poder de imponerle un voto a  sus millones de empleados y permítaseles votar como les salga del forro  y ahí sí veremos lo que sucedió con todos los partidos de los regímenes  totalitarios: no duraron una hora después que cayó el líder.
 Esa es la primera enseñanza de estas primarias fantasmales: las masas  brillaron por su ausencia. Aseguran quienes se calaron por razones  profesionales el canal de “todos” los venezolanos durante todo este  domingo 2 de mayo que no vieron el reportaje de una sola, de una mínima y  modesta colita. La segunda es tanto o más grave: de la manga de  muérganos que han legislado a las anchas del Supremo violando la  voluntad soberana del 2 de diciembre del 2007 y torciendo el espíritu y  la letra de la Constitución sólo se legitimaron ante su propia  militancia dieciséis (16) de entre los más de cien (100) postulados. 
Fueron raspados, escupidos, tarjados, evaporados y convertidos en un  amargo recuerdo de si mismos voces tan cantantes como las de Calixto  Ortega - ¡qué merecido se lo tiene, por coprófago! -, Dugarte, el soplón  – correveidile de la policía política del régimen dedicado a hostigar  por encargo de Miraflores a quien fuera electo con más de setecientos  mil votos para la Alcaldía Metropolitana –, Earle Herrera, kioskero de  la mala muerte conocido en los bajos fondos como “car’e guante”, y así  decenas de otros. Los que más suerte tuvieron quedarán de suplentes,  como Desirée Santos Amaral, rebajada al nivel de su auténtica estatura  por quienes no la conocen ni de los especiales del Ocho. 
 Otro arrastrado nuevamente por los suelos, reincidente del fracaso en la  aceptación de sus propios camaradas fue el ínclito Mario Silva. La  Hojilla no le afeitó un solo voto. Tampoco Papi Papi estará feliz de  tener tantos millones mal habidos y no poder comprarse una modesta  titularidad.
 ¿Qué pasará con los despechados? ¿Adónde irán a llorar su desconsuelo?  ¿Estarán mirando a la talanquera o a Yare? ¿Estarán golpeando las  puertas del PPT o imaginándose unas largas vacaciones en Varadero? Que  vayan preparando sus expedientes. Se acerca el momento en que tengan que  dar cuenta de las violaciones constitucionales que cometieron o  prohijaron. Basura leguleya que hará írritos decenas y decenas de  convenios, leyes y decretos. Durarán lo que un ex abrupto intestinal en  un chinchorro. Que Dios nos los pille confesados.
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Alberto Rodríguez Barrera
Enlace: Noticiero Digital




