Eduardo Semtei: El asunto con los militares, delicado, sutil, hasta peligrosón
El asunto con los militares. Delicado. Sutil. Hasta peligrosón
¿Qué hacer? Sencillo.
Cuando
ganemos, ningún militar activo será movilizado por razones políticas.
Ningún militar será retardado por razones partidistas. Ningún militar
será castigado por razones ideológicas. Por mucho que alguien se haya
desgañitado gritando: “Patria, socialismo o muerte”, su carrera militar
será respetada. Desde luego que ese grito político, medio cubanoide,
será removido, cambiado. Quizás quede uno más o menos así: “Patria y
vida” o “Patria democrática y libre”. Ya veremos.
2) Todos y cada
uno de los militares que se hayan ido de baja, en los años rojos, por
sentirse perseguido política o ideológicamente podrá regresar al seno
de la Fuerza Armada con la antigüedad acumulada que le toque. Si se fue
hace cinco años y para la fecha de su reingreso le corresponde un
grado superior, pues, el militar de que se trate, recibirá el ascenso
correspondiente. Justicia para todos.
3) Petróleo. Bueno. Hay que
subir la producción a 5 millones. Convertir a Venezuela en uno de los
primeros productores petroquímicos y bioquímicos del mundo.
Transformarnos en una potencia que se pierda de vista en todo lo
relativo al procesamiento del crudo. Alcanzar un nivel tal que sólo
productos derivados puedan ir al mercado. Reducir la exportación de
crudo a cero.
Seguir con el apoyo a los países del Caribe,
incluido Cuba, pero señores, que paguen, si no pagan, le cortamos el
suministro. A bajarse de la mula. Firmar alianzas con los que saben de
petróleo. Con las 10 empresas más grandes del mundo, sean de Irán, de
China o de USA. Las 10 más grandes. Firmar convenios con los 10 países
de mayor producción. No importa si es Rusia o Noruega.
Con los
10 más poderosos. Ver el petróleo como negocio, como forma de
desarrollo y no como arma política y mucho menos como argumento para
sellar alianzas, compromisos y subordinaciones de países pequeños. Y
hacerlo en condiciones atractivas para nosotros y nuestros socios.
4)
El precio de la gasolina. Es un escándalo. Una vergüenza. Un
despilfarro. Una rochela. Un bochinche. La propina usual que los
consumidores regalan al recibir un tanque lleno del preciado líquido es
más alta que la factura del servicio. Todo el mundo sabe que es un
derroche brutal. Chávez le tiene miedo a subir los precios. Le “juye” al
27 de febrero.
Al Caracazo. Está preso de sus propias amenazas,
temores, errores y demagogia. Le tiene miedo al pueblo. Bueno, ¿qué
hacer? Debemos preparar un referéndum consultivo. Preguntarle al pueblo
venezolano si está de acuerdo con aumentar el precio de la gasolina a
0,3 ó 0,5 bolívares fuertes. Y el aumento debe ir 100% para la
construcción de viviendas. Fíjense en los cálculos. 750.000 barriles
diarios de gasolina son 119,25 millones de litros (159 litros por
barril) lo que equivale anualmente a 43,5 millardos de litros. Si lo
subimos a 0,5 bolívares, para un aumento neto de 0,4 bolívares,
estarían entrando adicionalmente al Tesoro cerca de 21,8 millardos de
bolívares. Si cada vivienda básica la calculamos en 150.000 bolívares,
el ingreso adicional serviría para construir 145.000 viviendas que
sumadas a las 105.000 del presupuesto ordinario, resultan en 250.000
casas anuales. Por lo tanto, resolveríamos el feo asunto de la pobreza
en materia de viviendas en menos de 6 años. Sería una victoria
fabulosa. Hay que confiar en el pueblo e ir al referéndum. Como se
sabe, vamos a ganar las elecciones y hay que prepararse. La gente tiene
que saber cómo vamos a gobernar. A opinar.
FUENTE: La Patilla