PORTACHUELO
Por: René Núñez
¿Sindicato de trabajadores o
Control obrero de gobiernos?
Luchar por las ideas de bien, siempre estarán justificadas en nuestras vidas mas allá de las diferencias y de las contradicciones naturales de los seres humanos Los hombres pasamos, la vida es efímera y la muerte nos llega muy pronto. De allí la importancia en la sociedad democrática y justiciera del diálogo, de la tolerancia y de la convivencia social bajos reglas claras y funcionales sin discriminación alguna como única vía viable para lograr éxitos en la vida individual y colectiva.
Los extremos, los fanatismos, son y serán siempre trabas para el crecimiento humano; la racionalidad, la objetividad y la verdad juegan roles protagónicos y orientadores en la siembra constante de la paz, de la prosperidad y de la solidaridad humana.
Una lucha incansable que se ha venido dando en todos los espacios del globo terrestre con avances significativos, sin duda, tiene que ver con el reconocimiento de los derechos humanos, por una parte, y la de las reivindicaciones sociales y económicas de los trabajadores, por otra. A propósito de la cercanía de otro 1 de mayo, fecha celebrada mundialmente como día del trabajador, es el tema central de nuestra reflexión de hoy, en momentos muy difíciles para la clase trabajadora, en especial la de nuestra Guayana: confundida, desunida y dispersa con una baja autoestima en la defensa de sus propias conquistas históricas como lo ha sido la institucionalidad de su organización, las convenciones colectivas y mejoras en la prevención y la seguridad de sus ambientes de trabajo. La pretensión del régimen de turno de sustituir -a la fuerza- el sindicato por una figura antiobrera como lo encarna el ideologizado Control obrero, representa una seria amenaza para la clase trabajadora, por cuanto, a través de él se intenta poner a depender directamente a los trabajadores del gobierno central haciéndoles perder autonomía e independencia de sus ideas y de sus acciones.
Cabe refrescar la historia obrera y sindical. Las grandes concentraciones humanas en torno a las fábricas y la miseria de los obreros, permitió a estos últimos darse cuenta de su situación social paupérrima y comenzar a entender que no podían seguir solos y que era necesario reunir esfuerzos para lograr el reconocimiento de su valía en los procesos productivos. Así llegaron a los sindicatos, agrupados para hacer de sus debilidades, un centro de fuerza y de poder frente a los patronos.
El sindicalismo se inspiró en el principio moral de la justicia social, encontrando con el devenir de los tiempos apoyo institucional del Estado democrático quien le reconoce no solo legitimidad, sino derechos humanos, derecho a la protesta, derecho a la huelga para obligar a los patrones sentarse a oír sus quejas y sus reclamos, sus necesidades de mejoras salariales y otras reivindicaciones socio económicas. La conciencia colectiva de los trabajadores facilitó la escogencia de un mecanismo consensuado y jurídico con fuerza de ley para reconocer los acuerdos entre ellos y los patrones, ese fue el contrato colectivo.
Para fortalecer más la lucha, los trabajadores comprendieron la necesidad de unión de todos los sindicatos mediante federaciones de sindicatos. Pero allí no termina la experiencia sindical. Se da otro paso más. Las confederaciones de sindicatos, las cuales posteriormente se suscribieron a la Organización Internacional del Trabajo, la OIT; organismo cooperador y velador de los cumplimientos de los tratados y de los convenios internacionales en materia laboral suscritos por los estados.
Todo ese esfuerzo, pareciera estarlo olvidando o ignorando un sector muy importante de la dirigencia sindical, en tiempos de precariedad democrática y sindical en Venezuela. Desde hace varios años los dirigentes comenzaron a confrontarse unos a los otros de arriba hacia abajo, y de abajo hacia arriba, destruyendo o por lo menos quitándole fuerza y autoridad no solo a sus sindicatos sino también a la Confederación de Trabajadores de Venezuela, la CTV. Los conflictos de intereses grupales, personales y partidistas continúan provocando fisuras y desuniones en la estructura sindical del país. Al salirse del ámbito en el cual hasta ahora se habían mantenido como el contrato colectivo, las reivindicaciones, los derechos a la protesta y a la huelga, además de la mezcla de intereses ideológicos con los sindicales, y la aceptación parcial de la opción del Control obrero, no cabe duda, el movimiento sindical venezolano se ha estado desnaturalizando perdiendo fuerza e identidad en su propósitos; por ello, amigos trabajadores, este 1 de mayo no tienen nada que celebrar salvo dedicarlo a repensar el movimientos sindical, a buscar nuevos liderazgos con ideas claras, ideas precisas, ideas inteligentes, que les facilite reencontrase con su razón de ser, con su naturaleza de lucha, con sus victorias del pasado, convencidos de las necesidades de cambios, de rectificación de rumbo, donde la defensa del puesto de trabajo y de los planes de producción, han de ser prioridades ineludibles e impostergables en la nueva lucha por emprender, convencidos del trabajo en equipo, de la apuesta de todos “a ganar a ganar” pues de lo que se trata es de garantizar el éxito de la gestión global del trabajo para tener razones válidas y suficientes en las propuestas de mejoras a todo nivel. Dentro de ese contexto analítico no dejen de voltear la mirada a los resultados alcanzados de manera consensuada, consciente y responsable por los sindicatos del Grupo POLAR, cuyos dirigentes, trabajadores, directivos y propietarios unidos, con respeto e inteligencia se han entendido en un clima de paz y de convivencia laboral por demás exitoso.
Edición 1152. Twitter:@renenunezr Pueden oírme en “Diplomacia de Micrófono”, de 1 a 2 PM por la emisora LaMejor FM 91.5
FUENTE: República Intelectual de Guayana