Nunca en la historia de Venezuela un presidente y gobierno estuvieron en manos extrañas como lo está al día de hoy. La vida de Hugo Chávez está en manos de los hermanitos Castro, que lo llevan, lo traen, lo empujan, lo parapetan, lo auxilian, lo mantienen con vida. Nadie, absolutamente nadie tiene voz ni voto respecto de lo que hace o no hace, debe o no debe hacer. Salvo Fidel Castro, mandamás de su hermanito Raúl. Hugo Chávez le vendió su alma al diablo, hipotecó la República, le cedió a los Castro, intuitu personae, en concesión ad aeternum nuestro petróleo, nuestra infraestructura, nuestras vidas todas, Venezuela llave en mano a una moribunda satrapía.
¡No me lo mueven de aquí! ¡No, hasta que esté seguro de que no se me muere! ¡Los venezolanos pueden irse al demonio, el enfermito es mío y está bajo mi cuidado!¡No me lo monten en un avión ni me lo tiren a las fieras de la gusanera oligárquica venezolana! ¡Me lo dejan aquí, que los camaradas venezolanos son una sarta de ineficaces, necios y corruptos! ¡Yo ya los hubiera fusilado a todos, salvo a los verdaderos revolucionarios como Fausto! ¿Que lo requieren? ¡Pues que lo requieran! ¡La verdad es que no se me sostiene vivo gracias a sus fuerzas armadas, que no valen un comino! ¡Banda de corruptos, ladrones y cobardes!¡Quien lo sostiene soy yo, es Raúl, es Ramiro, es nuestra gente de seguridad! ¡Son nuestros médicos, verdaderos camaradas revolucionarios! ¿Mandarlo para que los médicos de la oligarquía caraqueña nos lo envenenen o le monten una septicemia? ¡Jamás! ¡Se me queda aquí, con o sin esa patraña del 5 de julio, que es el típico festejo de las burguesías vendidas al imperialismo! ¡Permitiré que se vaya cuando pueda manejarse por sus propios pies, no como ahora, que depende de una silla de ruedas! ¡Del Poder no hay que bajarse ni cadáver! ¡Se queda! ¡Es mi última palabra! ¡Basta!
¿Quién habría podido contravenir sus órdenes? ¿Elías Jaua? ¿Nicolás Maduro? ¿Tarek El Aissami? ¿Aristóbulo Istúriz? ¿Cilia Flores? ¿Adán, doña Elena o el Sr. Hugo? ¡Por favor! Donde manda capitán, no manda marinero. Mucho menos estos náufragos que se montaron al Poder gracias al portaviones y no lo sueltan por ningún motivo, así se esté hundiendo, que sin el portaviones vuelven a sus anónimos menesteres: que si gestora, Cilia, si chofer de Metrobus, Maduro, que si jubilado Alí Rodríguez. Ninguno de ellos tiene vida. Con la excepción de un exilio dorado para aquellos que se jartaron: Diosdado, Rangel, Istúriz, Rafael Ramírez. Pero ¿Soto Rojas? ¿O es que ya se nos volvió ladrón?
Nunca en la historia de Venezuela el gobierno estuvo en manos extrañas como lo está al día de hoy. Su vida está en manos de los hermanitos Castro, que lo llevan, lo traen, lo empujan, lo parapetan, lo auxilian, lo mantienen con vida. Nadie, absolutamente nadie tiene voz ni voto respecto de lo que hace o no hace, debe o no debe hacer. Salvo Fidel Castro, mandamás de su hermanito Raúl. Hugo Chávez le vendió su alma al diablo, hipotecó la República, le cedió a los Castro, intuitu personae, en concesión ad aeternum nuestro petróleo, nuestra infraestructura, nuestras vidas todas, Venezuela llave en mano a una moribunda satrapía.
Sólo una sociedad tan enferma como el enfermito, privada de un liderazgo político dotado de auténtica vocación de Poder, puede calarse este histórico, colosal, homérico despropósito. Y hay quienes recomiendan discreción y prudencia. No hay caso: el que nace barrigón, ni que lo fajen chiquito.
Alberto Rodríguez Barrera
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