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CAP: Un “gocho” traicionado por los avatares del destino
Ayer fue inhumado finalmente el ex presidente Carlos Andrés Pérez (CAP). Su legado es debatible, pero nadie puede dudar de su talante democrático y de su férrea determinación para sortear los obstáculos con hidalguía y pundonor. En los últimos días pudimos observar como muchos políticos que lo defenestraron, sobre todo personeros de su propio partido que a la larga pactaron con Chávez, ahora lo elogian y utilizan su muerte como trampolín electoral.
Verdaderamente patético y reflejo fiel de la decadencia moral y espiritual que reina en la patria.
En distintas conversaciones que he sostenido con personas que conocieron al “gocho”, me ha quedado algo sumamente claro: el hombre era “arrecho” y tenía los “cojones” bien puestos. Como muestra, divulgo una anécdota que compartió conmigo el General de División-Ejército (r), Romel Fuenmayor, edecán de Carlos Andrés Pérez el 4 de febrero de 1992, día de la intentona golpista liderada por el caducante Chávez.
Según me confesó el General, en el momento en que CAP se entera del movimiento subversivo, sus guardaespaldas y edecanes (Fuenmayor incluido) lo tratan de convencer de abandonar Miraflores por razones de seguridad, a lo que el “gocho” respondió agarrando una ametralladora y sentándose en la silla presidencial. CAP les dijo “que lo sacaban muerto del palacio y que primero se llevaría con él a unos cuantos golpistas”.
Al final lo convencieron y se lo llevaron por la fuerza, sacando al ex presidente de Miraflores en un carro marca conquistador blindado (usado solo en caso de emergencias) rumbo a un canal de televisión privado, donde pudo dirigirse a la nación. Por cierto, muchos han tratado de tergiversar la historia diciendo que CAP fue sumiso y blandengue con los golpistas, cuando en realidad el “gocho” ordenó bombardear la academia militar en donde se encontraba el caducante Chávez, pero el Alto Mando se negó alegando demasiados daños colaterales.
Igualmente, CAP ordenó darle de baja al golpista genuflexo de cualquier forma y manera, ya que entendía las consecuencias de dejarlo vivo en un país tan volátil y convulsionado. Para infortunio de todos, esa orden fue desacatada y el resto es historia.
De la misma forma no podemos olvidar los diferentes programas sociales implementados bajo su mandato, destacan: el vaso de leche escolar y la beca Gran Mariscal de Ayacucho que formó profesionales de avanzada alrededor del mundo.
Asimismo, bajo su segundo mandato se da la descentralización del poder, logrando los ciudadanos elegir a sus propios alcaldes y gobernadores por primera vez en la historia. De hecho, muchos coinciden en que precisamente esa fue la razón principal por la cual su partido (AD) le da la espalda y se confabula para sacarlo de la presidencia, ya que les arrebató a sus correligionarios la cuota de poder económica más grande que tenían, administrando estados y municipios a su antojo.
Ya el partido Acción Democrática no sería omnipotente, esa traición debía ser pagada acosta de todo, inclusive el desmoronamiento institucional de la república.
No podemos dejar pasar por alto el esfuerzo titánico de CAP en lo que a lograr la paz de Centroamérica respecta. Fue un fiel colaborador de las fuerzas democráticas de la región, en una época convulsionada de guerras civiles y dictaduras cruentas. Tan es así, que por ayudar económicamente a la presidenta electa de Nicaragua, Violeta Chamorro, que necesitaba protección del ejército marxista-sandinista, se le enjuició y se le obligó a renunciar poniendo en riesgo el futuro democrático de la nación.
Para la historia quedarán los videos y las imágenes de un CAP sentado ante los “ilustres magistrados” de la “Corte Suprema de Justicia”, escuchando su sentencia ya decidida y convalidada por los propios líderes de su partido.
Mucho se puede escribir y seguramente mucho se seguirá escribiendo sobre CAP, el caducante Chávez y la historia moderna de la patria, pero no se puede negar que Carlos Andrés Pérez fue víctima de un cogollo político-social y militar, que se rehusaba a perder sus prebendas y que todavía hoy en día se niega a morir oxigenando al dictador y negociando bajo las sombras.
No faltarán los que me tilden de “loco”, “amnésico” y demás epítetos degradantes por defender a Carlos Andrés Pérez, pero debemos ser justos y magnánimos. Gracias en gran parte a CAP, yo me crié en democracia al igual que muchos venezolanos que seguramente hoy en día anhelan esa Venezuela de hermandad, respeto, paz y confraternidad.
Personalmente le doy las gracias a CAP al igual que lo hice en un artículo cuando falleció Caldera, porque con todos sus defectos y desaciertos, fueron artífices de la democracia venezolana y exportaron libertad a otras naciones del continente. Carlos Andrés Pérez finalmente descansa en paz, enterrado en su tierra patria que muy pronto recobrará la libertad.
¡Paz a sus restos!
“A lo largo de toda mi vida, desde que era apenas un adolescente, he consagrado mi existencia a los grandes intereses de nuestro pueblo. A Ustedes he consagrado mi destino. Quiera Dios que quienes han creado este conflicto absurdo no tengan motivos para arrepentirse”
Fragmento del último discurso de CAP como Presidente de Venezuela, 20 de mayo de 1993.
¡Patria, Democracia y Libertad!
Roberto Carlo Olivares
Twitter: @robertocarlo14
07-10-11