Hijos pobres de padre rico
José Vicente Carrasquero A.
Uno de los peores males que explica la situación venezolana de los
últimos setenta años es la apropiación por parte de las clases políticas de las
inmensas riquezas del país. La administración de las mismas de una forma
voluntarista y haciendo caso omiso a la potencialidades de desarrollo del
territorio y su gente, ha hecho de estos actores unas sabandijas que se
alimentan de un flujo inmenso de dinero mientras someten al pueblo a
restricciones y calamidades.
Viendo las cifras fantastillonarias que han ingresado al país desde el
auge de la riqueza petrolera, es difícil entender la precaria situación de los
hospitales y del sistema de salud en general. El fin de semana, Chávez cual
presidente recién llegado ofrecía sistemas de salud gratuitos en cada uno de
los estados. Promesa idéntica a la de los gobiernos anteriores. Sin dejar de
lado, si me perdonan el inciso, que este gobierno ya tiene más de dos lustros
de antigüedad. Más precisamente, dos gobiernos y medio de los de la era
democrática. Lo cierto es que el venezolano, independientemente de su estrato
social, teme enfermarse para no enfrentar la suerte que le espera en los entes
encargados de la salud. Lugares donde recibirá un cuidado muy por debajo de los
estándares internacionales y más bien propio de países muy pobres.
Hemos venido hablando de la infraestructura inmobiliaria y mobiliaria.
El peor error de Chávez le está explotando en la cara. En su habitual costumbre
de no respetar la voluntad popular, le quitó a las gobernaciones y alcaldías
muchas funciones para comenzar un proceso de recentralización. Decidió el
presidente aumentar de una forma considerable su área de incompetencia. Así
como lo escribo. Tareas adicionales con las que no puede cumplir. Como no
cumple con las otras que le son inherentes. Se le alejo al ciudadano el centro
de toma de decisiones. Se le puso lejos el poderse quejar con eficacia
política. El padre rico se goza los reales y no nos da lo que nos corresponde.
Es por eso que vemos carreteras que colapsan a lo largo y ancho del
país. Vías de comunicación que se van deteriorando. Tiempos de viaje que van
aumentando considerablemente. Antes se podía llegar de Caracas a Puerto La Cruz
en cinco horas. Ahora hacen falta siete u ocho. El tráfico en las ciudades es
un asunto dejado por la libre sin que gobierno alguno se ocupe. Se pierden
horas y horas de choferes y pasajeros. Una calidad de vida paupérrima para
quienes no pueden aprovechar el tiempo para descansar después de una larga
jornada de trabajo. El puente sobre el Lago de Maracaibo sufre los estragos de
la incompetencia centralista.
En donde el gobierno no da pie con bola es en el asunto de la
alimentación. Parece que para optar a este ministerio el requisito es ser un
desentendido de la situación dispuesto a declarar cualquier cosa. Este fin de
semana el que finge ser ministro de la alimentación dijo que en Venezuela no
había desabastecimiento. Yo lo invito ministro. Venga conmigo. A donde yo lo
lleve. No a donde usted me quiera llevar. La peor política de este gobierno es
la de este sector. Mientras que el presidente y sus ministros no tienen
problemas de abastecimiento, las amas de casa hacen peregrinaciones para
completar la lista de productos que necesitan para la dieta familiar. No hay
leche, no hay aceite vegetal, preferiblemente de maíz, no hay azúcar, la carne
muy limitada, la oferta de cereales escasa. Da lástima ver los supermercados
con estantes llenos del mismo producto. El café Madrid ya no es de la misma
calidad. En resumen, para papá gobierno todo lo mejor, para los hijos lo que se
encuentre por ahí.
El asunto de la flota aérea venezolana clama ante los ojos de Dios. No
es casualidad que los aviones presenten problemas y fallas. El INDEPABIS debe
cumplir su verdadera misión e interpelar a CADIVI para ver por qué no entrega
los dólares que necesitan las aerolíneas para mantener los aviones en óptimo estado
como requieren los hijos de un papá rico. Lo cierto es que vemos como este
gobierno se da el tupé de interpelar a las aerolíneas como si ellos no fuesen
los verdaderos responsables de la debacle. Los venezolanos debiéramos contar,
como el presidente, con aviones nuevos que cubran eficientemente las rutas
nacionales. Pero, somos tratados como los hijos pobres que nos tenemos que
conformar con un servicio menos que mediocre que pone en riesgo nuestras vidas.
Caso idéntico se dio con CONFERRY. Como añadido a su proverbial mal
servicio, las naves no cuentan con el adecuado mantenimiento porque hace falta
que algún funcionario cadiviense, muy probablemente ignorante en la materia,
apruebe los dólares necesarios para mantener un adecuado stock de repuestos. La
brillante salida de Chávez: ¡exprópiese! Sigamos aumentando nuestra área de
incompetencia. Sigamos engordando a los niveles de que no podamos movernos más.
Total, a los hijos pobres que se conformen con lo que hay. No debe
sorprendernos que el servicio sea peor. Que los margariteños tengan severos
problemas de abastecimiento.
Otro campo en el cual el venezolano debe conformarse con la limosna de
la clase política es de la vivienda. Este lunes escuchamos al presidente
contento porque se habían registrado más de dos millones y medio de familias en
la misión vivienda. Viéndolo desde otra perspectiva se desnuda la incapacidad
del gobierno para atacar un problema que desde que llegó al poder en 1999 no ha
hecho más que crecer. Por vivienda digna se entiende una petro-casa o una
solución de setenta metros cuadrados. Nada que se pueda comparar a los
desarrollos de Casalta o Caricuao para dar dos ejemplos de gobiernos
anteriores.
Otro verdadero reto para INDEPABIS es CORPOELEC. El servicio prestado es
sencillamente deplorable. Y el papá rico en vez de remediar el problema nos
castiga con multas, racionamientos y electrodomésticos dañados. ¿A quién
recurre el hijo pobre? Los organismos del estado hace mutis por el foro y los
pobres venezolanos a conformarse con lo que hay.
Lo cierto es que mientras nuestro presidente saudita se da la vida de un
emir, viaja en avión nuevo óptimamente mantenido, viaja en vehículos de primera
debidamente acondicionados, consume los mejores alimentos, hace regalos
dispendiosos a sus camaradas de otros países, nosotros los venezolanos tenemos
que conformarnos con una atención de segunda desde el punto de vista de la
política pública. El papá rico nos trata como hijitos recogiditos que tenemos
que conformarnos con lo que él nos quiera dar.
Los recursos con los que cuenta Venezuela nos dan el derecho a aspirar
más. A ser hijos que gozan del beneficio de manejar las riquezas que son de
todos. Que se invierta en una infraestructura de primera. Que tengamos acceso a
la mejor calidad que el dinero pueda comprar. Es nuestro deber exigir porque
después de todo esas riquezas son nuestras y de nuestros hijos.
La nueva clase política que llegue al poder en 2012 tiene el reto de
potenciar las expectativas de los venezolanos. Velar por que no se conforme con
poco. Usar el poder económico de un gobierno rico para incentivar el
crecimiento del venezolano hacia una calidad de vida propia del primer mundo.
Muy distinta a la ruta de miseria por la cual nos quiere llevar este remedo de
revolución que estamos viviendo.
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