El cinismo de José Vicente Rangel
FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL. domingo 27 de noviembre de 2011 12:00 AM
José Vicente Rangel ya no encuentra manera de congraciarse con Hugo Chávez. Las adulancias, de otros tiempos, ya no tienen efecto. Para colmo, sus artículos y sus programas de televisión son cada día menos leídos y escuchados por la opinión pública. La causa es muy sencilla: los periodistas al servicio de un régimen pierden total credibilidad. En nuestra historia hay casos muy dolorosos de esa falta de integridad: Laureano Vallenilla Lanz, un intelectual de vasta cultura e importante obra escrita, no le importó defender la barbarie gomecista dirigiendo elNuevo Diario. Así será recordado José Vicente Rangel por las nuevas generaciones: un periodista que no le importó servir a un régimen que persiguió la libertad de opinión, cerró medios de comunicación, encarceló periodistas y cometió todo tipo de abusos de poder.
La semana pasada, José Vicente Rangel se refirió al tema militar. El artículo tenía un claro objetivo: sembrar preocupación en los miembros de la Fuerza Armada sobre su futuro institucional, haciéndoles ver que en los sectores de la oposición democrática existe un profundo resentimiento contra la Institución Armada. Esa afirmación es absolutamente falsa. Los sectores democráticos sienten un profundo respeto por la Fuerza Armada. Esta verdad la han afirmado diferentes voceros de la Mesa de la Unidad y últimamente lo ratificó Pablo Pérez, de una manera clara y terminante. Las imprudentes y oportunistas declaraciones de algunos jefes militares no indican, ni mucho menos, que esa será la actuación de la mayoría institucional de la Fuerza Armada. Sus miembros conocen perfectamente sus obligaciones constitucionales y militares.
La polémica que ha surgido como consecuencia del aumento de sueldo de los miembros de la Fuerza Armada no ha sido por el incremento salarial, sino por la forma abusiva que lo planteó Hugo Chávez, en un acto inconstitucional que realizó en la Academia Militar. Los venezolanos conocen que los sueldos militares son comedidos, como en general son los salarios en Venezuela. Nadie piensa, como mantiene José Vicente Rangel, que los miembros de la Fuerza Armada tienen exagerados privilegios. Al contrario, nuestro pueblo conoce las limitaciones con que viven los militares y sus familiares. Lo que sí es verdad, es que en este gobierno se ha constituido una camarilla militar que se beneficia de manera indebida de los dineros públicos y abusa del poder. Los primeros que conocen esta realidad son los propios miembros de la Fuerza Armada.
Los sectores democráticos no están conspirando. Nos preparamos para derrotar electoralmente la pretensión reeleccionista de Hugo Chávez, presentándoles a los venezolanos un proyecto de unidad nacional que supere estos dolorosos y absurdos doce años de permanente siembra de odios y resentimientos. Nadie tiene ningún interés de "socavar la lealtad de los militares". Al contrario, lo que aspiran los sectores democráticos es que la Fuerza Armada cumpla y haga cumplir cabalmente la Constitución Nacional. En su desespero, ante la falta de argumentos, Rangel se dedica a falsificar la historia al mantener que "durante la concepción puntofijista sobre las Fuerzas Armadas, la de la hipócrita institucionalidad -aséptica y tramposa- que sirvió para apuntalar poderosos intereses corporativos y operar dentro del esquema transnacional en que se hallaba inserta".
Definitivamente, este personajillo de Rangel, no conoce la historia de las Fuerzas Armadas venezolanas: nuestra institución militar es consecuencia de un largo proceso de transformación, iniciado desde principios del siglo XX, que ha superado etapas perfectamente determinadas en su proceso de modernización: el Ejército pretoriano, las Fuerzas Armadas profesionales y las Fuerzas Armadas institucionales. La subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil fue un largo y complejo proceso que exigió de un amplio acuerdo nacional: el Pacto de Punto Fijo, y una trascendente negociación con los cuadros militares después del 23 de enero de 1958. Esta progresiva institucionalización va a fortalecer de una manera muy importante su autonomía profesional y va a impulsar profundas transformaciones en su organización y funcionamiento.
Este fortalecimiento profesional va a demostrarse con indiscutibles éxitos militares: el control de algunos movimientos subversivos, contra regímenes constitucionales, en las Fuerzas Armadas: el Carupanazo, el Porteñazo, el 4 de Febrero y el 27 de Noviembre; la derrota de la guerrilla izquierdista, respaldada militarmente por el régimen fidelista; y la operación conjunta que se realizó con el objeto de lograr el retiro de la corbeta Caldas de la Armada colombiana del Golfo de Venezuela. En fin, unas Fuerzas Armadas que eran un ejemplo en la América Latina y que, además, gozaban en Venezuela de un sólido prestigio. Esta revolución de pacotilla, lo único que ha hecho es destruir esos avances institucionales de las Fuerzas Armadas, al politizarla, romper su meritocracia y debilitar su prestigio nacional. Esa es la verdad. Lo demás son cuentos de camino.
FUENTE: El Universal