En los cuadros de la Fuerza
Armada existe un creciente descontento. Es imposible ocultar esta
verdad. Los recientes accidentes aéreos ocurridos en Maracay ratificaron
públicamente lo que era, desde hace algunos meses, un permanente rumor:
la Fuerza Armada se encuentra en tal grado de deterioro que no es capaz
de cumplir sus obligaciones con la debida eficiencia. No hay
exageración en mi planteamiento. Hace unos días conversé con un teniente
coronel de la Aviación que recién había solicitado su baja. Sorprendido
de su decisión, le pregunté sobre las causas que lo habían inducido a
tomarla. Su respuesta fue terminante: "mi general, yo tengo familia. No
quiero morir en un accidente. No hay suficiente entrenamiento y el
mantenimiento prácticamente no existe".
Estos hechos se originan en una equivocada política militar, planteada en la Reforma Constitucional propuesta por Hugo Chávez y rechazada por los venezolanos el 2 de diciembre de 2007. La redacción que allí se hizo del artículo 328 muestra la intención de destruir el sentido institucional de la Fuerza Armada preservado en la Constitución de 1999. Al modificar la parte del artículo 328: "la Fuerza Armada, en el cumplimiento de sus funciones, está al servicio de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna" por la frase: "en el cumplimiento de sus funciones estará siempre al servicio del pueblo venezolano, en defensa de sus sagrados intereses y en ningún caso al de oligarquía alguna o poder imperial extranjero" muestra que la finalidad de Hugo Chávez es subordinar a la Fuerza Armada a un partido político.
Si Hugo Chávez hubiese respetado la voluntad popular no hubiera habido problema, pero su ambición de poder lo llevó a violar la Constitución de 1999 y aprobar dos reformas a la Lay Orgánica de la Fuerza Armada que buscan alcanzar los mismos objetivos de la Reforma Constitucional: las reformas del 31 de julio de 2008 y del 2 de febrero de 2010. De manera particular, en esta última se establecieron normas que debilitan totalmente el sentido profesional de la Fuerza Armada al centralizar el mando en el Comando Estratégico Operacional y en el Comando de la Milicia debilitando los comandos de Fuerzas. Al mismo tiempo, para lograr la maximización del Momento Político Revolucionario, se ratificó la creación de la Milicia Bolivariana y del oficial de milicias.
Esta maximización del Momento Político Revolucionario ha debilitado a tal nivel la capacidad operativa de la Fuerza Armada, que no ha sido capaz de cumplir con eficiencia sus obligaciones militares: rechazar la presencia de la guerrilla colombiana en nuestro territorio; impedir la existencia de organizaciones guerrilleras venezolanas, tanto rurales como urbanas; no desplegar eficientemente unidades navales y aéreas en las operaciones combinadas realizadas con la flota rusa en su viaje por el Caribe y un preocupante incremento del porcentaje de accidentes en el empleo del material de guerra de origen ruso y chino. Este debilitamiento del profesionalismo militar se manifiesta en aspectos doctrinarios, operativos y administrativos.
Para colmo, durante el acto de celebración de los veinte años del 27 de noviembre, en medio de los accidentes aéreos, el almirante Diego Molero Bellavia, ministro de la Defensa, terminó la lectura del discurso de Hugo Chávez con una arenga en la cual afirmó que la Fuerza Armada era socialista. Un día antes, en la Asamblea Nacional, el contraalmirante José Luis Castro, incumpliendo sus deberes militares, mantuvo que la Fuerza Armada era socialista y revolucionaria. Estos inaceptables planteamientos, muestran que la única manera de tener porvenir en la Fuerza Armada y alcanzar los ascensos y cargos que le corresponden por sus méritos profesionales es manteniendo un compromiso ideológico con el chavismo. Esa es la causa del descontento militar.
Las grandes rupturas históricas venezolanas han ocurrido al coincidir un creciente descontento militar y una crisis política. Así ocurrió el 18 de octubre de 1945, el 24 de noviembre de 1948 y el 23 de enero de 1958. La innegable ilegitimidad de la elección presidencial, las graves interrogantes que surgen sobre el estado de salud de Hugo Chávez y el creciente descontento militar muestran delicados signos de una profunda crisis nacional. Es imprescindible que se comience a reflexionar sobre esta realidad. Se requiere con urgencia alcanzar un acuerdo político que le encuentre una solución constitucional a esta gran verdad: Hugo Chávez no puede seguir ejerciendo la presidencia de la República. Su grave estado de salud se lo impide.
fochoaantich@gmail.com
Estos hechos se originan en una equivocada política militar, planteada en la Reforma Constitucional propuesta por Hugo Chávez y rechazada por los venezolanos el 2 de diciembre de 2007. La redacción que allí se hizo del artículo 328 muestra la intención de destruir el sentido institucional de la Fuerza Armada preservado en la Constitución de 1999. Al modificar la parte del artículo 328: "la Fuerza Armada, en el cumplimiento de sus funciones, está al servicio de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna" por la frase: "en el cumplimiento de sus funciones estará siempre al servicio del pueblo venezolano, en defensa de sus sagrados intereses y en ningún caso al de oligarquía alguna o poder imperial extranjero" muestra que la finalidad de Hugo Chávez es subordinar a la Fuerza Armada a un partido político.
Si Hugo Chávez hubiese respetado la voluntad popular no hubiera habido problema, pero su ambición de poder lo llevó a violar la Constitución de 1999 y aprobar dos reformas a la Lay Orgánica de la Fuerza Armada que buscan alcanzar los mismos objetivos de la Reforma Constitucional: las reformas del 31 de julio de 2008 y del 2 de febrero de 2010. De manera particular, en esta última se establecieron normas que debilitan totalmente el sentido profesional de la Fuerza Armada al centralizar el mando en el Comando Estratégico Operacional y en el Comando de la Milicia debilitando los comandos de Fuerzas. Al mismo tiempo, para lograr la maximización del Momento Político Revolucionario, se ratificó la creación de la Milicia Bolivariana y del oficial de milicias.
Esta maximización del Momento Político Revolucionario ha debilitado a tal nivel la capacidad operativa de la Fuerza Armada, que no ha sido capaz de cumplir con eficiencia sus obligaciones militares: rechazar la presencia de la guerrilla colombiana en nuestro territorio; impedir la existencia de organizaciones guerrilleras venezolanas, tanto rurales como urbanas; no desplegar eficientemente unidades navales y aéreas en las operaciones combinadas realizadas con la flota rusa en su viaje por el Caribe y un preocupante incremento del porcentaje de accidentes en el empleo del material de guerra de origen ruso y chino. Este debilitamiento del profesionalismo militar se manifiesta en aspectos doctrinarios, operativos y administrativos.
Para colmo, durante el acto de celebración de los veinte años del 27 de noviembre, en medio de los accidentes aéreos, el almirante Diego Molero Bellavia, ministro de la Defensa, terminó la lectura del discurso de Hugo Chávez con una arenga en la cual afirmó que la Fuerza Armada era socialista. Un día antes, en la Asamblea Nacional, el contraalmirante José Luis Castro, incumpliendo sus deberes militares, mantuvo que la Fuerza Armada era socialista y revolucionaria. Estos inaceptables planteamientos, muestran que la única manera de tener porvenir en la Fuerza Armada y alcanzar los ascensos y cargos que le corresponden por sus méritos profesionales es manteniendo un compromiso ideológico con el chavismo. Esa es la causa del descontento militar.
Las grandes rupturas históricas venezolanas han ocurrido al coincidir un creciente descontento militar y una crisis política. Así ocurrió el 18 de octubre de 1945, el 24 de noviembre de 1948 y el 23 de enero de 1958. La innegable ilegitimidad de la elección presidencial, las graves interrogantes que surgen sobre el estado de salud de Hugo Chávez y el creciente descontento militar muestran delicados signos de una profunda crisis nacional. Es imprescindible que se comience a reflexionar sobre esta realidad. Se requiere con urgencia alcanzar un acuerdo político que le encuentre una solución constitucional a esta gran verdad: Hugo Chávez no puede seguir ejerciendo la presidencia de la República. Su grave estado de salud se lo impide.
fochoaantich@gmail.com
FUENTE: EL UNIVERSAL