20 de julio de 2014, 21:11
Mi respuesta al general Vladimir Padrino
FERNANDO OCHOA ANTICH
Señor general:
Leí con particular interés su discurso en la Asamblea Nacional y la entrevista que le hizo José Vicente Rangel. Me había hecho la ilusión de que usted aprovecharía tan trascendente oportunidad para dictar doctrina, en medio de la actual polémica nacional, sobre el obligatorio comportamiento que debe tener una Fuerza Armada en un Estado democrático. Dolorosamente, no fue así. Usted, al inicio de su discurso, hizo algunos planteamientos teóricos importantes al desarrollar su visión sobre la política y la paz, pero de inmediato trató de justificar la equivocada posición que ha venido manteniendo la Fuerza Armada Nacional durante estos años de la mal llamada Revolución Bolivariana. Han sido tantos los errores cometidos por los altos mandos, y en particular por usted, que será muy difícil evitar comprometer el destino de la Fuerza Armada y de las futuras generaciones militares.
No es posible que usted públicamente se atreva a sostener que la Fuerza Armada es chavista, sin considerar que de esta manera se irrespeta flagrantemente la Constitución Nacional. Usted se atrevió a decir que "Chávez no es un partido político sino una doctrina militar, política y económica". Ese culto a la personalidad que usted desarrolló en todo el discurso lo único que hizo fue falsear la verdad. Hugo Chávez no es ningún gigante, ni mucho menos. Al contrario, con su equivocada actuación como presidente de la República lo único que hizo fue destruir el futuro de Venezuela. ¿Usted no ha reflexionado sobre lo que significa haber endeudado a nuestro país en más de 200.000 millones de dólares sin dejar ninguna obra de envergadura y permitir que una camarilla haya saqueado el erario nacional? ¿Usted no cree, que la subordinación al régimen cubano compromete gravemente nuestra independencia?
Usted debería saber que los hechos de violencia que se generaron a partir del 12 de febrero de este año son consecuencia del permanente abuso de poder del gobierno nacional y su muy débil legitimidad. Es imposible olvidar que Nicolás Maduro irrespetó la Constitución Nacional al encargarse de la presidencia de la República, a la muerte de Hugo Chávez, encontrándose en ese momento desempeñando la vicepresidencia de la República. Justamente, su triunfo electoral en las elecciones presidenciales, con una diferencia tan pequeña de votos, se originó como consecuencia al permanente uso y abuso de los medios de propaganda del Estado durante los meses que estuvo encargado de la presidencia de la República. No se puede olvidar la injusta detención de Leopoldo López, Enzo Scarano, Daniel Ceballos y los estudiantes. Lo inaceptable es la forma como se han desarrollado los respectivos juicios...
Usted, de manera irresponsable, se atrevió a señalar que existen planes para ejecutar un magnicidio. Nadie cree en la veracidad de lo que el gobierno afirma. Para colmo, se ha agregado el señalamiento de que existe "un golpe de Estado continuado". En verdad, los únicos reales conspiradores fueron Hugo Chávez y la logia militar que se insurreccionó en 1992. Tratar de justificar los asesinatos del 4 de febrero con los dolorosos acontecimientos del 27 y 28 de febrero de 1989 es inaceptable y mucho menos señalar, como usted hizo, que los altos mandos dieron instrucciones para masacrar al pueblo. Si Miguel Rodríguez Torres, José Vielma Mora y usted recibieron esa orden en Los Magallanes de Catia y la cumplieron fueron unos asesinos. El comandante de Batallón Bolívar, al cual ustedes pertenecían, era el actual general Napoleón Romero. El no transmitió esa orden, porque nadie la dictó. Sencillamente, son mentiras.
Usted, en la entrevista de José Vicente Rangel, hace dos planteamientos de fondo. Primero, "en la Constitución Nacional no existe el slogan de la salida"; segundo, "la Fuerza Armada le debe obediencia y subordinación a Nicolás Maduro, por ser el presidente de la República de un gobierno legítimo". Es verdad, que el slogan de la salida no existe, pero usted puede como ciudadano utilizar cualquier método constitucional para poner fin a un gobierno, entre ellos solicitar la renuncia del presidente de la Republica. La Fuerza Armada debe obediencia y subordinación al gobierno constitucional, pero si ese gobierno irrespeta la Constitución Nacional deja de ser legítimo. En ese caso, restablecer la vigencia de la Constitución Nacional es la obligación de la Fuerza Armada. Enfrentar una situación como ésta es muy difícil y más si el Tribunal Supremo de Justicia no cumple sus deberes. De allí, que hechos como éste sólo deben ocurrir en situaciones extremas y en medio de una grave crisis institucional.
Leí con particular interés su discurso en la Asamblea Nacional y la entrevista que le hizo José Vicente Rangel. Me había hecho la ilusión de que usted aprovecharía tan trascendente oportunidad para dictar doctrina, en medio de la actual polémica nacional, sobre el obligatorio comportamiento que debe tener una Fuerza Armada en un Estado democrático. Dolorosamente, no fue así. Usted, al inicio de su discurso, hizo algunos planteamientos teóricos importantes al desarrollar su visión sobre la política y la paz, pero de inmediato trató de justificar la equivocada posición que ha venido manteniendo la Fuerza Armada Nacional durante estos años de la mal llamada Revolución Bolivariana. Han sido tantos los errores cometidos por los altos mandos, y en particular por usted, que será muy difícil evitar comprometer el destino de la Fuerza Armada y de las futuras generaciones militares.
No es posible que usted públicamente se atreva a sostener que la Fuerza Armada es chavista, sin considerar que de esta manera se irrespeta flagrantemente la Constitución Nacional. Usted se atrevió a decir que "Chávez no es un partido político sino una doctrina militar, política y económica". Ese culto a la personalidad que usted desarrolló en todo el discurso lo único que hizo fue falsear la verdad. Hugo Chávez no es ningún gigante, ni mucho menos. Al contrario, con su equivocada actuación como presidente de la República lo único que hizo fue destruir el futuro de Venezuela. ¿Usted no ha reflexionado sobre lo que significa haber endeudado a nuestro país en más de 200.000 millones de dólares sin dejar ninguna obra de envergadura y permitir que una camarilla haya saqueado el erario nacional? ¿Usted no cree, que la subordinación al régimen cubano compromete gravemente nuestra independencia?
Usted debería saber que los hechos de violencia que se generaron a partir del 12 de febrero de este año son consecuencia del permanente abuso de poder del gobierno nacional y su muy débil legitimidad. Es imposible olvidar que Nicolás Maduro irrespetó la Constitución Nacional al encargarse de la presidencia de la República, a la muerte de Hugo Chávez, encontrándose en ese momento desempeñando la vicepresidencia de la República. Justamente, su triunfo electoral en las elecciones presidenciales, con una diferencia tan pequeña de votos, se originó como consecuencia al permanente uso y abuso de los medios de propaganda del Estado durante los meses que estuvo encargado de la presidencia de la República. No se puede olvidar la injusta detención de Leopoldo López, Enzo Scarano, Daniel Ceballos y los estudiantes. Lo inaceptable es la forma como se han desarrollado los respectivos juicios...
Usted, de manera irresponsable, se atrevió a señalar que existen planes para ejecutar un magnicidio. Nadie cree en la veracidad de lo que el gobierno afirma. Para colmo, se ha agregado el señalamiento de que existe "un golpe de Estado continuado". En verdad, los únicos reales conspiradores fueron Hugo Chávez y la logia militar que se insurreccionó en 1992. Tratar de justificar los asesinatos del 4 de febrero con los dolorosos acontecimientos del 27 y 28 de febrero de 1989 es inaceptable y mucho menos señalar, como usted hizo, que los altos mandos dieron instrucciones para masacrar al pueblo. Si Miguel Rodríguez Torres, José Vielma Mora y usted recibieron esa orden en Los Magallanes de Catia y la cumplieron fueron unos asesinos. El comandante de Batallón Bolívar, al cual ustedes pertenecían, era el actual general Napoleón Romero. El no transmitió esa orden, porque nadie la dictó. Sencillamente, son mentiras.
Usted, en la entrevista de José Vicente Rangel, hace dos planteamientos de fondo. Primero, "en la Constitución Nacional no existe el slogan de la salida"; segundo, "la Fuerza Armada le debe obediencia y subordinación a Nicolás Maduro, por ser el presidente de la República de un gobierno legítimo". Es verdad, que el slogan de la salida no existe, pero usted puede como ciudadano utilizar cualquier método constitucional para poner fin a un gobierno, entre ellos solicitar la renuncia del presidente de la Republica. La Fuerza Armada debe obediencia y subordinación al gobierno constitucional, pero si ese gobierno irrespeta la Constitución Nacional deja de ser legítimo. En ese caso, restablecer la vigencia de la Constitución Nacional es la obligación de la Fuerza Armada. Enfrentar una situación como ésta es muy difícil y más si el Tribunal Supremo de Justicia no cumple sus deberes. De allí, que hechos como éste sólo deben ocurrir en situaciones extremas y en medio de una grave crisis institucional.